Capítulo 11

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¿Mi lugar seguro?

Pulso el botón de cochera para hacer bajar el ascensor hasta donde se ubica mi moto. Ary se encuentra apoyada en el lateral de la cabina con la cabeza baja, el pelo que a su llegada portaba una corona de trenzas, ahora se muestra rebelde y suelto en su totalidad, provocado que ella tenga que colocarlo, en varias ocasiones, detrás de su oreja; acción que realiza instintivamente y de forma inconsciente.

Analizando mis pensamientos me doy cuenta que en  el transcurso de estos segundos dentro del ascensor los he pasado analizando el comportamiento de mi acompañante y no me eh percatado de que las puertas se abrieron, sin embargo la mayor sorpresa me la llevo en el momento que una mujer madura aparece frente a mí.

Helena— pronuncio cauteloso

Thomas— contesta hermética mientras  recorre con la mirada el interior de la cabina; y en ese preciso instante recuerdo quien está detrás mío, así que intento zanjar la conversación y reservar los reclamos para cuando estemos solos —¿Quién es la chica?— fórmula alzando una ceja incrédula, pues nunca antes eh llevado nadie a casa

—Soy Polarys North, un gusto— se me adelanta en contestar y extiende su mano hasta mi madre quien contribuye al saludo

Soy Helena Brown, el gusto es mío— sonríe; y ahí está de nuevo la máscara que utiliza con toda la sociedad

Mamá, nos vemos, llevaré a Ary a su casa, nosotros hablaremos después— corto el vínculo visual y emprendo mi camino hasta la moto, seguido por unos pequeños pasos apresurados

Bell— me llama Ary tomando mi mano, inmediatamente volteo hacia ella

—¡¿Qué?!— espeto malhumorado, sin percatarme de mi brusquedad

Contemplando por encima de su hombro encuentro a mamá impresionada por como me nombró la chica, aunque, al percibirme observándola decide retirarse a casa; continúo bajando la vista para toparme con el delicado rostro de Ary totalmente rígido con una mirada amenazante

Te iba a preguntar qué si estabas bien, pero ya veo que no— contesta seria, suelta mi mano para iniciar su retirada, e inmediatamente extraño lo que sentía mientras me sujetaba.

Vamos, te llevo a casa— interfiero su andar

Prefiero caminar, gracias— me rodea y continua hacia la salida

Esta chica me pone los pelos de punta, como piensa que la dejaré marchar sola a media noche.

¡Sube a la moto Ary!— exijo

No,gracias—

—Sube o te subo Abejita; y creeme que no estoy de humor para debatir demasiado—

—¡No es mi puta culpa tus cambios humor Bell!— contesta exasperada apresurado el paso para llegar al final del estacionamiento

—¡Te lo advertí!— grité para que me escuchase y comencé a correr tras ella.

A pesar de ser demasiado subrealista la escena, me encontraba persiguiendo a una chica que no era mi hermana, sin embargo, sentía la misma necesidad de alcanzarla y llevarla conmigo, por muy egoísta que eso fuese.
 

Llegué rápidamente hasta ella y la tomé de la cintura, cargándola y colocándola sobre mi hombro, en consecuencia mi espalda está siendo machacada por sus incesantes puños y mis oídos no paran de exigir que enmudezca y dejé de repetir tantas palabrotas.

Cerca de la moto realentizo mi andar analizando como haré para que se quede quieta, callada y no se tire de la moto, siendo las dos primeras cosas casi imposibles de lograr; más surge una idea que en otras circunstancias renegaría totalmente.

Comienzo a hablar y poco a poco voy pocicionandola sobre la moto

Lo siento ¿vale?— se sienta de forma correcta y me observa con un semblante sumamente asombrado, lo atribuyo a mis disculpas y continúo —No debí desquitarme contigo, mis problemas son sólo con Helena—

— Para perdonarte tengo una condición— informa, afirmo en respuesta indicándole que se explique; sin detenerme a analizar en qué momento llegó a importarme tanto recibir el perdón de alguien — Quiero manejar tu moto hasta mi casa— concluye

Eh de admitir que estoy sorprendido por su petición pues en las ocasiones que Cris se enfada, pide algo como un helado, regalos o dibujos pero nunca esto. Nadie a tocado una de mis motos así que hago un esfuerzo por no poner demasiada mala cara y acepto su pedido con desgano.

Ella se coloca como piloto, ajusta su casco y da comienzo nuestro recorrido, mientras, yo intento memorizar las calles que nos llevarán a su casa, hasta que me percato de que no seguimos la ruta original, si no que nos alejamos cada vez más de la urbanización.

¡¿A donde vamos?!— grito para que me escuche, sin embargo no me responde y acelera más, demostrándome cuan hábil es.
 
Diez minutos después, llegamos a un lugar alejado de todo, con la brisa del mar golpeándonos en la cara y el rugir de las olas cantándonos al oido. Cerca de la orilla, antes de finalizar el césped hay un gran árbol del cual se encuentra sujeto un columpio, ahora ocupado por Ary.
Camino hasta ella y me posiciono en la raíz del frondoso árbol.

¿Hay algun motivo por el que me hayas secuestrado?—pregunto

Me alegra saber que a mejorado tu humor Bell— menciona sonriente

¿Que hacemos aquí Abejita?

Todos tenemos un lugar seguro al que recurrir cuando queremos estar solos; y tú en esta ciudad, no cuentas con ninguno, así que te cedo el mío.

Gracias— murmuro cabizbajo— pero te equivocas en algo, si cuento con uno y esta justo allí— señalo al cielo, principalmente a la Luna

Asi que si hablas con la luna

Un poco sí, pero en verdad mi refugio se llama Empíreo y está donde quiera que valla

—¿Empíreo?— pregunta dudosa y yo afirmo

Cuentan , que allí convergen todos los astros, estrellas y esferas del planeta —hablo tensando la mandíbula—  Aunque, por otra parte, lo definen como el  lugar dónde son  resguardadas, eternamente, las almas puras y los ángeles— sonrío melancólico, los ojos me pican para comenzar a cristalizarse y reaparece el ya conocido, dolor en el pecho —Desde hace tres años, tres largos e infernales años, ese a sido mi único punto de apoyo, pues sé, que allá arriba...— siento el nudo formarse en mi garganta y la mirada cautelosa de Ary sobre mí— Ahí arriba... está mi hermana, y ella siempre será mi zona franca— finalizo desbordado en lágrimas, siendo esta, la primera vez que comparto con alguien mis verdaderos sentimientos, y me agrada que sea ella quien me esté escuchado.

EmpíreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora