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2015

2 de febrero de 2015

Tengo la esperanza de que este va a ser un buen año - dije mientras entraba al que era mi nuevo salón, décimo, ya estaba a dos años de graduarme y aprovecharía al máximo este tiempo

Era uno de los primeros en llegar, así que entré al salón, elegí uno de los pupitres de atrás y me dediqué a esperar con la esperanza de ver entrar a todos mis amigos. Y así se dio, pues luego de unos minutos llegó Esteban, tras de él entró Carlos, luego Andrea y claro por último llegaba Daniela, me sentía feliz de verlos pues ahora sí había confirmado que iba a ser un gran año escolar.
Minutos después entró quien al parecer iba a ser nuestro director de curso, se acercó a su escritorio, dejó su maleta y se presentó, su nombre era Leonardo, dio un par de indicaciones más y salía a presentarse a los demás cursos y de igual manera demás profesores entraban a nuestro salón a presentarse. Y bueno claramente fue el día de presentaciones, acorde iban entrando teníamos que presentarnos acompañados de las típicas y exhaustivas preguntas de ¿qué edad tienen? ¿Que les gusta hacer? ¿Cual es la expectativa de la clase?, pero bueno todo surgió de buena manera.

Llegó el momento esperado de todo estudiante, aquel momento en el que suena el timbre para salir a recreo y al fin ser libres de 4 paredes. Como era de costumbre con mi grupo de amigos nos sentamos en las gradas de la cancha de fútbol, comimos, hablamos, reímos, eso hasta que una pregunta llegó de la nada interrumpiendo nuestro chisme,

"Esteban, Duvan, ¿van a jugar o que?"

Claramente era Jhonatan, un joven de mediana estatura y compañero de nosotros, apasionado por el fútbol, y bueno nosotros que también practicabamos el deporte, nos unimos a su equipo (como todos los años) y comenzamos el primer gran partido del año escolar, aún teníamos el toque, nos entendíamos muy bien los tres como si de por si tuviéramos alguna estrategia de juego ya implantada y estudiada, dimos un buen juego y de la nada todo terminó cuando nuevamente sonó el timbre, volveríamos a nuestros salones a seguir presentándonos con nuestro nombre, edad, gustos y expectativas, definitivamente nada interesante después de aquel juego.

Y así entre presentación y presentación el horario escolar iba culminando, tanto así que a las 2:30 p.m. el sonido del timbre hizo presencia en toda la institución, cerrando así el primer día de colegio. Como era de costumbre, mi grupo de amigos y yo salíamos para nuestras casas, el primero en quedarse era Carlos, y de ahí para adelante tomábamos el camino más largo para llegar a nuestras casas con el fin de hablar, compartir y molestar entre nosotros, ya era una costumbre de años anteriores.

Un Amor Puro: Un Amor Imposible *[COMPLETA]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora