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2016

Enero

Me llenaba de pensamientos día y noche, luego de estas dos llamadas, me surgían preguntas de tipo ¿Y si le escribo? Y si tan solo le pregunto ¿cómo estás?, pero entre la duda y la realidad, elegía un rotundo no, ¿Porque yo siempre tenia que iniciar la conversación cuando la indiferencia se metía entre los dos?, ¿Porque siempre debía ser yo quien arregle las cosas?.
Me sorprendía llegar a estas conclusiones y más tratándose de ella, normalmente, yo le escribía y llegábamos a algun acuerdo o alguna manera de arreglar las cosas entre los dos, y normalmente lo hacía por miedo a perderla, a perder ese cariño inmenso existente entre los dos, pero claro, mi orgullo es más fuerte.

Pasó enero de forma tranquila, y a pesar de tantos recuerdos, no me dejaba llevar, solamente distraía mi mente de forma diferente y salía con mis amigos a jugar fútbol o a ejercitarme, tampoco estaba muy pendiente de lo que ella colocará en redes sociales, por suerte en aquel entonces no existían los actualmente famosos estados de WhatsApp, Instagram o Facebook, eso lo hacía más fácil. En aquel tiempo la obsesión era por la última vez de conexión más no por los estados que se suben a diario.

Febrero

Nuevamente iniciarían las clases, ya era mi último curso, once. Llegaron dos estudiantes nuevos a mi salón, una chica de piel blanca, cabello totalmente rubio y ojos verdes, su nombre era Valeria, y por otro lado un muchacho alto, de piel morena, ojos cafés y algo misterioso, su nombre era José. Al principio la convivencia era algo tensa debido a la falta de confianza con estas dos personas, pero poco a poco esto se fue deshaciendo y nos daríamos cuenta de que eran magníficas personas.
Por otra parte, todos los que estábamos en décimo seguimos a once, es decir, ninguno perdió el año, ninguno se cambió de colegio para su último año escolar, y de igual manera, Leonardo consiguió ser nuestro director de curso nuevamente. Los cambios en los profesores eran muy pocos por lo que no entramos a hacer presentaciones innecesarias.

Ximena pasaría a noveno, pero la verdad era algo que me tenía sin cuidado. También el cambio de salones fue algo que no me obsesionaría tanto, pues ya no tenia necesidad de estar siempre pendiente de la puerta, pues once como era de costumbre quedaba en el segundo piso, y era el único salón allí, sin contar el salón de audiovisuales y las oficinas de los maestros, y noveno, era aquel salón que quedaba al lado de octavo, es decir, uno de los salones cercanos a las escaleras.

En ocasiones alcanzaba a verla en la mañana cuando todos llegaban a clases, pero simplemente yo subía a mi salón y me olvidaba de todo, en los descansos, ella no volvió a estar en zona verde, por el contrario se la pasaba en gradas, yo también me la pasaba allí mientras que comía y mientras los demás equipos jugaban hasta llegar nuestro turno, pero no cruzábamos palabras, o yo no lo permitía. Y en la hora de la salida, ya no compartíamos el mismo horario, puesto que yo tenía una clase adicional que consistía en la preparación para el examen del icfes, saliendo dos horas después de ella, y eso nos impedía vernos en la salida, o simplemente mientras que ella salía, yo me dirigía a almorzar.

Pero un día, específicamente una tarde, un mensaje todo lo cambiaría.

Un Amor Puro: Un Amor Imposible *[COMPLETA]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora