Gracias

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México se lanzó a Rusia y lo abrazó con fuerza, este solo se sorprendió demasiado y dudo por unos segundos si acariciarle la espalda. El tricolor lloraba con tanta fuerza, eso hizo que Rusia lo acariciara.

-Ya, ya...sácalo-le dijo amablemente.

Después de unos minutos México se calmo y se separó un poco de Rusia. -Perdón, lo hice impulsivamente -le dijo cabizbajo.

-¿Me vas a contar qué pasó? -le preguntó. México negó.

-Está bien, no te obligaré, ¿quieres que llame a Chile? -

-No...tú... ¿Puedes quedarte hoy? -le preguntó mientras lo veía con esa mirada triste.

-Supongo que sí -le respondió con una sonrisa gentil.

Rusia le dio su sopa, México la comió sorprendido por lo bien que sabía. El hombre frío sabía que alguien lo había lastimado, esas marcas en el cuello no las deja cualquier cosa, eso lo enfurecía. Aunque no sabía muy bien porqué lo hacía.

México dormía y Rusia sólo lo veía, si se iba del cuarto el pequeño tricolor lo detenía, no quería estar solo.

~Al día siguiente~

Rusia despertó con un dolor de espalda, dormir en el piso solo con una colchoneta no era muy bueno para él. Revisó si México aún estaba ahí, pero para su sorpresa no había nadie en la cama. Se levantó rápidamente, esperaba que no haya saltado de la ventana.

Finalmente lo vio en la sala, se tranquilizó un poco y se acercó a él.

-¿Cómo dormiste? -le preguntó mientras se sentaba en frente de él.

-Mucho mejor, gracias Rusia-le respondió con una voz triste y forzó una sonrisa.

-Bien-dijo mientras se levantaba para irse a su casa.

-E-Espera-lo detuvo mientas lo tomaba de la manga de su camisa.

-¿Qué pasa? -le preguntó.

-¿Puedo estar en tu casa por unas semanas? -le preguntó avergonzado. Rusia lo pensó unos segundos, pero viendo cómo está su situación, puede hasta aventarse a un coche en cualquier momento.

-Está bien, per-lo interrumpió México. - ¿De verdad? Te pagaré, no te preocupes, haré los quehaceres si quieres-le respondió emocionado.

Se fue corriendo a su cuarto por su maleta para irse inmediatamente, Rusia sólo suspiró.

-Ya estoy listo-le dijo feliz. Y así se fueron a casa de Rusia. Llegaron en la tarde ya que pasaron por unas compras rápidas de alimentos.

-Tu casa sigue siendo fantástica-le respondió mientras miraba asombrado.

-Sí, sí, vamos a comer-le respondió.

-Tú quieto, yo te haré la comida- Y fue corriendo a la cocina a preparar. Después de media hora llegó con unas quesadillas.

-Una especialidad digna de mi, son muy tradicionales por cierto-le entregó su plato, Rusia lo observó y le dio una mordida.

-No es desagradable-le respondió, sabían bastante bien. México sonrió ampliamente y ambos continuaron comiendo. Cada uno se turnó en lavar los platos y limpiar la mesa. Llegó la noche y Rusia fue a su habitación ya que se encontraba muy cansado.

-Yo dormiré en el sillón, no te preocupes-le dijo mientras se arropaba de pies hasta el cuello.

-Seguro, entonces me iré. Buenas noches-le respondió y se dio la vuelta para ir a su cuarto.

-Buenas noches-le respondió. México cerró sus ojos pero cada vez que lo hacía, quedaba en una oscuridad profunda y sentía que alguien vendría a atacarlo. Después de tanto sufrimiento, se quedó dormido pero con un gesto molesto.

A mitad de la noche Rusia bajó por un vaso de agua y de paso checaba al pequeño tricolor el cual no se veía muy bien. Se movía como gusano con sal y se quejaba. Rusia lo miró con disgusto y se acercó a acariciarle la cabeza, de inmediato México empezó a calmarse.

-¿R-Rusia? -preguntó con un ojo medio abierto.

-Shhh, vuelve a dormir, estoy aquí-le dijo en voz baja. México le hizo caso y se durmió de inmediato.

Así estuvo un rato hasta que ya decidió irse y esperaba que no se despertara de nuevo.

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