31 de Octubre y armarios pequeños

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Me desperté con dolor de cabeza. Era algo usual en mi, ya que había heredado las migrañas de mi padre. Estaba un poco mareada, así que fui al baño a prepararme para el día. Mis compañeras de cuarto aun estaban dormidas, por lo que podría tomarme un tiempo extra.

Me miré al espejo y suspiré. Examiné mis ojeras, mis ojos, mi expresión en general. Me veía agotada. No había tenido un sueño descentre en lo que parecían años. Decidí que lo mejor para empezar el día seria tomar una ducha. Prendí el agua caliente a tope. Era una mañana muy fría, y no entraba en mis planes desarrollar una bella y amable hipotermia. Mientras me bañaba desentrañe mis sentimientos de los últimos cinco días. Estaban pasando muchas cosas en mi cabeza, sentía demasiado.

Cedric me invitó a salir. En una cita. Una cita se supone que tiene una connotación romántica, ¿no?- Comencé con mi monologo mental- ¡ESTUPIDA, ESTUPIDA, ESTUPIDA!- Negué con la cabeza frenéticamente. Me había portado como una idiota. Totalmente inmadura. Ahora no sabia como solucionarlo.

El día que Cedric me invitó a salir, entré en pánico. No sabia como reaccionar, no sabia que sentir, no sabia que responder. "Emm... tengo que ver m-mi agenda... no... no lo se. Debería irme ahora... Quedé con Hermione en la biblioteca". Esas fueron mis palabras exactas, y despues salí corriendo.

"Tingi qi vir mi igindi, ni li si, dibiri irmi"- Repetí arrugando la nariz mientras me enjuagaba el shampoo. No le había dado una respuesta concisa. Aunque el muchacho no había vuelto a insistir, yo me sentía culpable. Lo había visto de nuevo últimamente, pero no era lo mismo; se lo notaba distante, aunque ninguno de los dos presionó en el tema. Cuando estábamos juntos, era un rápido saludo de pasillo, o una pequeña charla entre nuestro grupos de amigos.

La realidad era que lo extrañaba. Extrañaba a mi amigo, y me hacia falta. Es cierto que no nos conocíamos hace tanto, pero había generado ciertas ganas de estar cerca de él, y tenia que aclarar las intenciones de esas "ganas". No quería vernos en una posición donde alguno de los dos saliera herido.

¿Amor? ¿Era eso lo que sentía? No estaba segura. Era un hecho que me atraía Cedric, pero, ¿Me gustaba realmente? ¿Era amor? No lo sabia, no estaba muy segura de nada últimamente. Mi dolor de cabeza había pasado a un segundo plano, mientras mis pensamientos sobre el chico invadían mi mente.

Salí de la ducha y me puse el uniforme. Sequé un poco mi cabello y lo peiné. Me miré nuevamente al espejo.

Agh, no tiene caso- Rodé los ojos  y salí del baño. Me dirigí hacia mi baúl, donde tenia mis cosas y tomé los libros del día. Me sentía cansada, aunque no había realizado un esfuerzo físico tremendo estos últimos días. 

Bajé las escaleras de los dormitorios con la cabeza gacha. No tenia ganas de nada. Estaba enfadada conmigo misma, sentía que había lastimado a Cedric, y no me gustaba ese sentimiento, no me gustaba para nada. Tenia que resolver rápidamente lo que sentía para arreglar el desorden que había causado.

Al caminar por los pasillos unas voces me saludaban, aunque realmente no les prestaba atención. Les devolvía una leve sonrisa, o un zarandeo de mano al aire. No tenia muchos ánimos de nada. Mi mente estaba en otro lugar.

-¡Ey!- La voz se hizo mas fuerte.- Te estamos hablando- Me giré a ver que demandaba la voz. Al voltear vi a dos torres pelirrojas mirándome algo preocupados.

-¿Te paso algo en las orejas?- Preguntó George.

-Esta rara Georgie- Le dijo Fred a su hermano, señalándome con la cabeza.

-Estoy aquí.- Les dije con desdén. A los pocos segundos me arrepentí de mi brusquedad hacia mis mejores amigos y me disculpé- Perdón... No estoy de un buen humor que digamos- 

Tiempo contigo- Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora