¿Qué es el Amor? ~Nuestra Historia~ [TERMINADA]

Capítulo I

Mayo 8, 2014

Estaba tranquilamente recostada en el sofá de mi casa, cuando el timbre me sacó de mis pensamientos. —¡Voy! — grité desde mi lugar. Acto seguido, me levanté y a regañadientes caminé hasta el recibidor de mi casa.

Asomé disimuladamente mi cabeza por la ventana que tenía la puerta de entrada. Observé a una chica alta, de cabello castaño oscuro como el cacao, piel clara y unos ojos avellana hermosos que brillaban con la luz del sol. Traía puesto un uniforme azul con unas cartas en su mano.

Me arreglé un poco el cabello y la ropa en el espejo que se encontraba colgado en la pared. Abrí la puerta, le dediqué una sonrisa simpática y la saludé —Hola— la mujer (muy hermosa debo admitir) parecía 1 año menor que yo, nunca antes la había visto repartiendo correspondencia, pero si veces anteriores por las calles.

—Hola, aquí está tu correspondencia señorita...

—María José, pero puedes llamarme Poché.

—Poché, encantada— extendió su mano libre hacia mí y yo la estreché, sintiendo así como una especie de corriente eléctrica recorría toda mi espina dorsal.

—¿Y tú eres...

—Daniela Calle, pero todos mis amigos me llaman Calle.

—Calle, es un placer— dije y procedí a tomar las 3 cartas que se encontraban en la mano izquierda de la castaña.—Muchas gracias.

—Por nada, ¡Nos vemos! — observé como se montó en su bicicleta y emprendió viaje a su próxima casa.

Dí media vuelta sobre mi propio eje mientras les daba una mirada rápida a las cartas. Entré a la casa, cerré la puerta detrás de mi y deje los 3 sobres que eran para mi padre encima de una biblioteca que se encontraba allí. Acto seguido, me dispuse a terminar el documental que estaba viendo antes de la agradable interrupción.

Mayo 15, 2014

El siguiente domingo, casi a la misma hora que el anterior y sin falta, la castaña de ojos avellana llegó a mi puerta. Estaba en el porche esperando a que alguien la atendiera. Mi padre estaba a punto de bajar las escaleras para abrirle, pero yo me le adelanté. No se por qué, quería ser yo quien la recibiera, algo de ella me había dejado embobada la semana pasada.

—Holi— la saludé.

—Hola— dijo riendo un poco.

—¿Hay algo para mí ahí?

—Mmm, no lo creo. No veo tu nombre aquí.

—Mi padre es el único que recibe correspondencia, yo sólo de vez en cuando.

—¿Y de quién recibes cartas?

—De mi abuelita, que está viajando por todo el mundo con su amiga de la infancia.

—¡Wow! Eso suena muy divertido.— dijo con un brillo en sus ojitos que me cautivó.

—¡Y lo es! Por lo que me cuenta ella en sus cartas— reí.

—Lamentablemente me tengo que ir a seguir repartiendo cosas, pero me encantaría que otro día me contaras sobre tu abuela y sus viajes— dijo ella simpática y con risitas.

—¡Claro! Y yo aquí como una boba quitándote tiempo— tomé las cartas para mi padre y cuando estaba a punto de cerrar la puerta la castaña me interrumpió.