Capítulo 4❇

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Hermione se sorprendió de que tuviera un teléfono y le dio su número. Como había prometido, le llamó y empezaron a verse una o dos veces por semana. Salían a cenar y volvían a su casa y tenían un sexo increíble.

Después de una semana de eso, ella empezó a quedarse un tiempo en su casa y a no irse inmediatamente después de venir. Él la hacía sentir muy bien. Le gustaba hablar con él, y él también parecía disfrutar de su compañía. Por supuesto, se sentía muy culpable por dejar a su madre sola, con sólo el vecino para comprobar que estaba alimentada y tranquila, pero cuando estaba en casa, se sentía casi siempre como una mierda. Se merecía sentirse bien una o dos veces por semana. ¿No es así?

Empezó a animarla a realizar pequeños hechizos, para que volviera a hacer magia. Al principio, él le pedía que le consiguiera pequeñas cosas mientras estaba en su casa, pero no le permitía levantarse de su lado. Así que ella accio un libro o un vaso o algo para que comieran, una toalla, los calzoncillos de él.

Severus entonces comenzó a exigirle que lo desvistiera antes de tener sexo usando magia. No lo haría él mismo ni le permitiría hacerlo manualmente, y como ella estaba tan ansiosa por tenerlo encima o debajo de ella -dentro de ella-, terminó usando la magia. Ella se dio cuenta de lo que él hacía y lo agradeció, pero seguía siendo muy aprensiva a la hora de hacer magia después de haber hecho enfermar a su madre, y con el constante acoso de su madre en la casa.

No era sólo sexo. En realidad hablaban y ella se sorprendía de lo mucho que él revelaba de sí mismo. Aunque al principio no era mucho, era mucho más de lo que ella esperaba de él. Apenas podía ver al profesor que una vez conoció. Y empezó a quererlo por lo que era, incluso cuando se veían restos de su antigua personalidad. Tuvo momentos muy duros durante y entre las dos guerras, y saber eso la hizo comprenderlo mejor y perdonarlo y olvidarlo todo, aunque no le guardara rencor.

Ella también compartía, aunque no había mucho en su vida para compartir y no se sentía muy cómoda compartiendo las luchas con su madre, por miedo a que él huyera. Ella no quería eso. No ahora. Todavía no. Necesitaba algo de alegría y distracción en su vida, y eso lo aportaba él. Aunque realmente no aportaba nada interesante, él parecía disfrutarla, y no sólo por el sexo. Tanto es así que hubo una noche en la que ella tenía la regla, y tenía una cita con él. Ella llamó para cancelar, alegando que no podía salir hasta tarde esa noche, y él le preguntó si no tenía tiempo para, al menos, ver la película que tenían previsto ver. Ella sonrió al teléfono y dijo que sí mientras su corazón se llenaba de calor y afecto.

La situación en casa era muy parecida. Su madre siempre tenía palabras hirientes para ella y no se quejaba de sus salidas nocturnas porque decía que de todas formas prefería la compañía del vecino. En los días tranquilos, tenía en casa a una dulce anciana, muy parecida a la madre que echaba de menos, que le preguntaba por su día y que pensaba que Severus parecía un chico dulce, pero que no recordaba ser su madre.

 En los días tranquilos, tenía en casa a una dulce anciana, muy parecida a la madre que echaba de menos, que le preguntaba por su día y que pensaba que Severus parecía un chico dulce, pero que no recordaba ser su madre

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𝔗𝔬𝔡𝔬 𝔩𝔬 𝔮𝔲𝔢 𝔫𝔢𝔠𝔢𝔰𝔦𝔱𝔞 | 𝔖𝔢𝔳𝔪𝔦𝔬𝔫𝔢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora