Capítulo 9❇

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Él se levantó el lunes por la mañana antes de lo habitual para ir a casa y prepararse para el trabajo, y ella hizo algunas de sus tareas antes de ponerse a trabajar. A partir de entonces, siguieron viéndose todos los días. Él la recogía en el trabajo y la llevaba a cenar o la llevaba a su casa a comer para llevar o a una comida casera y a un sexo increíble. Pocas veces iban a su casa entre semana. Y a veces, él la recogía y simplemente caminaba con ella la mitad del camino a casa, para charlar un poco, aparecer el resto del camino y darle las buenas noches en su puerta. A ella le gustaba mucho este arreglo de verlo todos los días. A él también le gustaba.

Cuando estaban en su casa, él ya no se andaba con rodeos cuando se trataba de que ella practicara magia. La obligaba a hacer de todo, desde desvestirlo a él y a ella misma para el sexo hasta servirse un vaso de agua, vino o café y ayudarle a cocinar y a fregar los platos. También le supervisaba la elaboración de la siguiente tanda de poción anticonceptiva que necesitaba, y empezaba a hacerle recordar algunos hechizos más avanzados, como la transfiguración de algo más que su ropa, y algunos hechizos que había aprendido en Defensa contra las Artes Oscuras. Había despejado la mitad de su sala de estar para ello, haciéndola practicar sus hechizos de defensa y bloqueo mientras él lanzaba hechizos de ataque, unos que no le harían tanto daño en caso de que fallara al bloquearlo, y le lanzaba objetos lentamente. Quería que ella practicara también hechizos de ataque contra él, pero ella se negó, asustada por si le hacía daño, así que conjuró un maniquí para ello.

También la obligó a practicar la aparición de nuevo. Al igual que en Hogwarts cuando enseñaban a los alumnos, marcó el suelo con un hula-hoop y le dijo que se apareciera en él... al principio. Luego la hacía aparecerse de una habitación a otra cuando lo necesitaba, y eso la hacía sonreír mucho, ya que recordaba a Fred y George cuando se sacaron la licencia por primera vez. Ni que decir tiene que ella destacaba en todas las actividades propuestas. Como siempre había sabido, ella no había olvidado ni perdido ninguna de sus habilidades. Sólo se la había hecho demasiado insegura y necesitada de ayuda.

Ella había echado de menos esto. La magia. Sentir que pertenecía a algún lugar. Sentir que era buena en algo. Y ahora empezaba a sentir que tenía algún pequeño propósito en la vida de nuevo, y ya no se sentía avergonzada o como un completo y absoluto fracaso. Todo gracias a ese hombre, Severus Snape, el murciélago de las mazmorras. Todavía le sorprendía lo diferente que era, cómo unos años de libertad le habían hecho mucho bien y habían creado un hombre nuevo, prácticamente. O tal vez ese hombre siempre había estado atrapado en su interior, muriéndose por salir pero sin poder hacerlo debido a su padre, y al acoso escolar al principio, luego debido a un corazón roto y a la falta de aceptación, a una guerra, al miedo, a la necesidad de ocultarse. Se alegró de haber regresado a la Casa de los Gritos aquella noche de hace seis años y de haber ayudado, aunque fuera mínimamente, a este hombre a tener una segunda oportunidad. Era la primera vez en mucho tiempo que se admitía a sí misma que era realmente útil para algo.

Los fines de semana los pasaba en su casa. No siempre pasaba todo el día, pero se quedaba a dormir en su casa, no importaba. Hermione se sorprendió de sus habilidades con su madre. Era firme con ella, pero no antipático, y no estaba segura de si su madre le temía o le respetaba, pero nunca tuvo uno de sus episodios de ira cuando él estaba cerca. Al menos, no uno largo. Respondía bien a él, casi siempre, y un día, cuando Hermione le dijo que la retendrían en el trabajo y que no se molestara en recogerla, llegó a casa y encontró a su madre alimentada -y no había sido la vecina quien le había hecho el favor- y sentada en la mesa del comedor jugando a las cartas con Severus. Su corazón se llenó de tanta calidez ante esa escena, que casi rompe a llorar. Le costó mucho no hacerlo. Ni siquiera tenía llave, lo que significaba que su madre le había dejado entrar de buen grado.

𝔗𝔬𝔡𝔬 𝔩𝔬 𝔮𝔲𝔢 𝔫𝔢𝔠𝔢𝔰𝔦𝔱𝔞 | 𝔖𝔢𝔳𝔪𝔦𝔬𝔫𝔢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora