Por suerte, o tal vez por desgracia, la señora Granger ya había olvidado todo lo que había ocurrido una vez que Hermione llegó a su habitación. Estaba sentada allí, sin hacer nada, y quejándose de hambre. Todo esto era un buen augurio para Severus. No tendría a una anciana enferma que lo odiara por ser grosero, agarrándola a la fuerza y gritándole. Así que las cosas seguirían avanzando sin problemas, y no se harían más difíciles para Hermione. Porque, claro, si la señora Granger no lo tolerara en sus vidas, dificultando su convivencia, Hermione acabaría dejándolo. Puede que no fuera inmediatamente, pero elegiría a su madre antes que a él, obviamente, y eso le rompería el corazón.
Pero también era lamentable que ella hubiera olvidado su pequeña pelea. Y que hubiera tenido ese arrebato en primer lugar. Todo eso significaba que ella no era mejor como Severus creía. Significaba que él no estaba haciendo un buen trabajo. Pero, con suerte, tendría tiempo para compensar eso.
Era finales de octubre y Severus estaba en la casa de los Granger para pasar la noche, un viernes, como era su rutina desde hacía meses. Hermione había tenido un día especialmente duro. No por la cantidad de trabajo que había hecho, no. El problema era que los de Tercer Año se habían metido en las Guerras Mágicas en Historia de la Magia, y por supuesto su nombre fue mencionado. Y así, durante todo el día, los alumnos aparecían en el Ala Hospitalaria, en su mayoría Slytherins -sólo para aumentar su desesperación-, inventando todo tipo de enfermedades, a veces hechizándose unos a otros, sólo para ir a verla. Nunca se acostumbraría a la fama y la atención que atraía. No la disfrutaba ni la ansiaba como Harry y Ron. Pero aun así, eso no era lo peor.
Algunos de los alumnos más atrevidos le preguntaban por qué recién ahora estaba terminando sus estudios, ¿no era un poco tarde? Pensaba que se suponía que era la bruja más brillante de su generación. ¿No había algo mejor y más importante en el Ministerio para ella? Eso la hacía sentir un poco mal, no iba a mentir. Sobre todo porque los Slytherins tenían una forma de burlarse y utilizar un tono que hacía que la gente se sintiera de cinco pulgadas de alto. Cómo se las arregló para amar a un Slytherin, para encontrar uno bueno, nunca lo entendería. Bueno, son leales, eso sí. No sabía que el lunes, los Gryffindors tendrían la misma lección, y por lo tanto vendrían a verla y a elogiarla, haciéndola sentir mucho mejor, en la cima del mundo.
Pero aún era viernes, y llegó a casa un poco malhumorada. Severus se retrasó un poco, llegando un poco antes que ella, por lo que la cena aún no estaba cocinada. Como él también estaba muy cansado, ya que había trabajado en una nueva poción durante todo el día para tenerla lista al final del mismo, propuso que comieran sándwiches, ya que una pizza tardaría demasiado en llegar para la cantidad de hambre que sentían. Ella aceptó.
Hermione le ayudó a preparar los sándwiches, y llevó los de su madre y los suyos a la sala de estar. No era necesario poner la mesa para comer un sándwich. Y no era necesario molestar a su madre, apartándola de sus espectáculos. Después de entregarle a su madre su sándwich, y de dejar el otro en la mesa de centro, Hermione volvió a la cocina a buscar las bebidas que Severus estaba preparando. Entró relativamente en silencio y él no la oyó. Entonces pudo verlo, de espaldas a ella, sacando algo del bolsillo. Era una ampolla, del tipo que ella veía y usaba en su laboratorio. Sacó el tapón y vertió su contenido en uno de los vasos de zumo.
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𝔗𝔬𝔡𝔬 𝔩𝔬 𝔮𝔲𝔢 𝔫𝔢𝔠𝔢𝔰𝔦𝔱𝔞 | 𝔖𝔢𝔳𝔪𝔦𝔬𝔫𝔢
FanfictionLa vida de Hermione Granger resultó muy diferente de lo que había planeado después de la guerra. Seis años después, sigue luchando con lo que podría haber sido y lo que realmente es. Tal vez lo único que necesita es alguien que la ayude, que la anim...