Jane tomó su bolso que reposaba encima de la cama desorganizada y se apresuró para salir de su habitación. Bajó las escaleras de dos en dos y dejó su recién estrenado departamento apenas tomándose dos segundos para girar y comprobar que no había dejado la puerta semiabierta otra vez.
Afuera, un calor sofocante caía sobre la ciudad, clara señal de que el verano había llegado. La chica agradeció haber escogido un vestido claro y ligero para ese día, pues estaba segura de que no habría podido sentirse cómoda con cualquier otro tipo de ropa.
Jane detuvo un taxi que pasaba por ahí, segura de que jamás lograría llegar a tiempo si iba en autobús, y pasó los siguientes minutos dejándose llevar por la visión de las calles en la ventanilla.
El taxi se detuvo fuera de la reja que protegía la zona privada donde Charlie vivía, Jane pagó para luego bajarse y recorrer los últimos pasos a pie. El vigilante de la entrada la conocía bien, así que no tuvo problema en dejarla entrar, especialmente en ese día pues parecía que medio mundo había sido cordialmente invitado a la celebración.
La puerta principal de la casa de Charlie estaba abierta de par en par, dándoles la bienvenida a todos los invitados. Desde adentro salía música suave pero divertida, típica de una fiesta para niños, aunque no fue eso sino el bullicio que parecía provenir de toda una multitud lo que puso alerta a Jane.
La chica entró en la casa, el vestíbulo y la sala de estar estaban desolados, pero la cocina había sido invadida por un montón de personas uniformadas, quienes seguramente estaban bajo órdenes del chef de la casa para proveer a la fiesta de todo tipo de tentempiés y golosinas. Sin embargo, el corazón de la reunión estaba en el patio trasero de la casa.
Jane se detuvo en seco, deslumbrada, sintiendo que acababa de cruzar algún tipo de portar mágico camino a un mundo rosa: el mundo rosa de Lien Grace.
— ¡Jane! —La llamó la voz de Charlie, quien se comenzaba a acercar, mientras la chica salía de su embelesamiento.
— ¿Esto es lo que llamas una fiesta pequeña, Charlie?
—Sabía que ibas a decir algo como eso—sonrió el aludido divertido, encogiéndose de hombros inocentemente—. Comenzó como una fiesta pequeña, lo juro, luego las cosas se me salieron de las manos.
Jane negó con la cabeza sin poder evitar sonreír también.
—En tu defensa diré que Lien no cumplirá un año otra vez en toda su vida—agregó la chica adentrándose al jardín tomando la mano que Charlie le había ofrecido para guiarla—. Por cierto, ¿quiénes son todas estas personas? —preguntó Jane percatándose de que había muchas caras desconocidas.
—Ah, son las familias de los niños que van a la guardería con Lien.
— ¿Invitaste a toda la guardería?
—No, bueno, quizá, necesitaba niños para la fiesta.
—Hablando de niños, ¿dónde está, la pequeña cumpleañera?
—Con mi madre, en el corral del pony—respondió Charlie con naturalidad, comenzando a guiar a Jane hasta ahí, pero la chica había vuelto a detenerse en seco.
— ¿Un pony?
Charlie sonrió otra vez y tiró de su mano para atraerla hacía él aprovechando para darle un inocente beso en la frente mientras la rodeaba por la cintura.
—Cariño, y espera a que veas el pastel…
***
La fiesta tuvo fin a las siete de la tarde, cuando el sol ni siquiera se había escondido, pues todos los pequeños invitados y la cumpleañera misma habían terminado agotados luego de un día tan lleno de actividad, mirando una tras otras las sorpresas que Charlie había organizado para sus jóvenes ojos atentos.
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Besos de Mariposa
RomanceCharlie es un reconocido chef que lo tiene todo: negocios propios, casa, dinero y una atractiva esposa. Pero luego de cumplir sus treinta y dos años se da cuenta de que hay sólo una cosa que le hace falta: hijos. Sin embargo, su veinteañera esposa n...