No sé cuánto tiempo dormí. La habitación se encontraba en una profunda oscuridad, al pararme sentí el coque frío de la piedra en mis pies. Tal vez el dolor que siento en mi pecho sea lo que sienten al decir "me pesa el alma", jamás lo había experimentado. Es posible sentir tanto dolor y a la vez vacía?
-Hades, terminaste siendo como me pintaron a los dioses. -mi voz era un susurro, tan rota que parecía un gruñido. Me dolió.
Diablos, estaba tan furiosa. Cómo me pudo engañar tanto? Y yo tan tonta que le creí. Lo amé y me entregué a alguien que seguro pasó una agitada noche junto a una ninfa de senos grandes. La sábana que cubría mi piel se sentía demasiado calurosa, de pié frente al largo ventanal pude ver mi reflejo. Mis ojos tan salvajes y cabello despeinado me hacía ver como un furgo, un incendio fuera de control.
Odio reconocerlo, madre tenía razón. Jodidos dioses promiscuos, jodido Hades, jodida ninfa. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me fijé cuando enredaderas con afiladas espinas salian de mis manos. Comenzaron a trepar por las paredes, sentí tanto poder provenir de ese enojo que tenía la necesidad de saciar mi molestia.
- Que preciosos talentos, se me ocurren muchas formas de usar las enredaderas. Omitiría las espinas la próxima vez, no es que me molesten, claro.- Ares, sentado cómodamente en un sillón en la esquina más oscura de la habitación me miraba con ojos de depredador.- pero a ti, dulzura, puede que lastimen tus suaves muslos.
Una indiscreta mirada a mis piernas hizo arder un fuego en mi.
- Qué demonios haces acá!? Jodido pervertido!- le grité al tiempo que un antiguo y pesado jarrón volaba de mi mano en dirección a su cara.
- Calma, rojita. O harás que la sábana que usas de vestido caiga, no es que me moleste de todas formas.
Pero que dem... Antes de que terminara de pestañear, Ares se levantó con suma rapidez y me atrapó. Con solo una mano sujetó mis muñecas en mi espalda, con la otra acariciaba mi cintura. Sujetó firme mi muslo y lo llevó a él, haciéndome rodear su cintura con mi pierna . Podía sentir toda la longitud de su masculinidad tan cerca... Me tomó del trasero subiendome a una alta mesita se acercó y lo sentí mucho más. Tomó uno de mis senos y con su pulgar acarició suave mi hinchado pezón. Un oscuro fuego emanaba de su duro cuerpo y hacía que todo en mí temblara. Me miró fijamente y creí sentir su magia. Exalando un suspiro llevó su boca a mi cuello, cerca del oído, a solo centímetros de mi desnuda piel susurró:
- Despierta, solecito.
Al abrir mis ojos el calor en mi interior se fue de a poco. Por fín puede despertar .
Ares estaba sentado en el mismo sillón en el que lo soñé, con un suelto pantalón de pijama y una copa de fino cristal, con un líquido amarillo en la mano. La desnuda piel de su pecho estaba dibujada con finas cicatrices y el tatuaje de unas olas en su hombro derecho se hacía notar.
- Buenos días, solecito.
- Qué fue eso?
- No lo sé. Dime, qué soñaste? Se veía... Interesante- dijo al tiempo que me recorría con la mirada.
- Nada. Qué me hiciste?
- Anoche sentí tu ira, bueno, la de Mente también.- dijo calmadamente
- Mente?
- Si, la sexy ninfa de "senos grandes" que tu amado suele frecuentar.
Esa frase me suena... Mierda, estos dioses son unos cerdos, sabe lo del sueño.
- Ya veo... Lo que aún no me queda claro- dije al tiempo que me paraba de la cama y me cubría más con la gruesa manta- es el por qué mi ira y situaciones amorosas son de alguna forma tu problema.
- No lo son. Solo vi el brillo de un poco de diversión en tu situación.- dijo con una sonrisa en su cara.
Tomé el jarrón del sueño, el real, y lo tiré con todas mis fuerzas en su cara.
- Wow, tranquila gatita. Me acaba de dar un deja vu justo ahora- dijo entre risas
Algo llamó mi atención. Miré a la puerta y un confuso Hades me miraba desde la puerta. Ares dejó de reír.
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Hades y Persefone
RomantikUna historia contada desde otra perspectiva. Llena de amor y romance. -contenido para mayores de 18 -las imágenes no son mias, creditos a quien corresponda.