Capítulo 48

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👀 Antepenúltimo capítulo, Mafiosos 👀

👀 Antepenúltimo capítulo, Mafiosos 👀

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El cartel se debilitaba. Habían pasado los días y la policía seguía llegando a cada lugar donde se reunían, hasta que no cayera el último, él no iba a ser capaz de sentir paz.

El tiempo corría, sin embargo, sus escapadas estaban restringidas por las mismas cosas que estaban sucediendo.

El jueves, Tony llegó con su equipo al aeropuerto y comenzó el proceso de carga de la droga en la avioneta. Vio con la adrenalina recorriendo su cuerpo cuando Francisco llegó con sus hombres, vio cuando disparo tras disparo estaban siendo acribillados, hasta que decidió retirarse. El corazón se le detuvo. La avioneta explotó y todo el cargamento ardía. Vio las llamas y el humo alcanzar gran altura, desde la laguna todo parecía pirotecnia, estaba seguro de que utilizaron una granada.

Se sentó pacientemente en la lancha, observando la escena, su cabeza estaba inclinada hacia arriba mientras miraba en un trance, hasta que su teléfono sonó. Su respiración se aceleró, dirigió los ojos a la pantalla, su dedo se movió con lentitud para apretar el botón de llamada entrante.

¡Creo que hay un soplón! ―rugió Gastón.

Era de esperarse que lo pensara, habían tenido inconvenientes en el pasado, pero no tan seguidos.

―También lo creo ―respondió frotándose la frente, lo mejor era seguirle la corriente, hacerle creer que estaba afectado y molesto―. He visto como volaban la aeronave, por poco me matan. Debemos hacer algo.

Tony intentó prender la lancha. Sintió la respiración pesada del otro lado.

Trae tu culo aquí, planearemos algo. Soy Gastón Keach, ¿qué se creen esos policías?

―¿Planearemos?

Sí, los dos ―reiteró―. ¿Será uno de los hombres de Adler?

―No lo sé. ―Tony no quería inculpar a nadie, dar nombres. No oyó nada por largos segundos.

Debe ser ella... ―arrugó la frente.

―¿Quién?

Gastón rio de forma extraña, y luego dijo:

¿Cómo no me di cuenta antes? Uhm... no debió haberse metido con tipos como nosotros, que usan armas.

―¿De quién hablas?

¡De la maldita de Léa! ―Tony abrió mucho los ojos y pensó en qué respondería.

―¿De verdad crees que pueda ser ella?

―afirmó con voz rabiosa―. Esa mujer es capaz de eso y más. Asesinó a sus padres con plena voluntad, si fue capaz de administrarle fármacos letales para ser dueña de la posada, ¿quién me asegura que ahora no está intentando entregarnos para no pagar lo que nos debe?

Lo que queda de mi alma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora