Extra 1: La noche en que nos conocimos

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Hannah

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Hannah

Meet me at our spot - The anxiety, Willow and Tyler Cole

-También sé lo que es sentirse como la mierda y no tener el apoyo de nadie.

Esas palabras bastaron para hacer "click". Ella me entendía o por lo menos trataba de hacerlo. Comprendía la situación en la que estaba, y aunque era una completa extraña para mí, decidió ayudarme en vez de hacer la vista gorda y seguir con su camino.

Tuve ganas de seguir llorando, pero esta vez en sus brazos. Tal vez estaba muy sensible.

No importaba qué tan loco y desaliñado se escuchara. Habían pasado meses desde la última vez en la que me mostré vulnerable hacia alguien. Tenía mucho sin recibir un abrazo de los que te curan hasta el alma mientras lloraba.

Le sonreí con timidez.

-Gracias -dije en un susurro.

Ella me devolvió la sonrisa. Mi corazón se desbocó en mi pecho y mis mejillas tomaron color.

La chica empezó a caminar dejándome atrás, yo me apresuré a seguirla. Miré fascinada la forma en la que la luz de la luna bañaba los árboles del boulevard. La brisa hizo revolotear mi cabello, yo me estremecí sintiendo el frío calar mis huesos. La castaña se dio cuenta de aquello y me miró un segundo, como si estuviera pidiendo permiso, antes de tomar mi mano y entrelazarla con la suya.

Alcé las cejas sorprendida y tragué saliva con fuerza al notar el calor de su tacto contra mi piel.

-Hay un bar por aquí cerca, podríamos entrar un rato para charlar... -dijo como recomendación.

Asentí incapaz de pronunciar una palabra.

Mi madre me había dicho varias veces que no saliera, que no hablara, que no confiara en desconocidos. Sin embargo, había algo en ella que irradiaba confianza y seguridad, como si de tu lugar feliz se tratara. La inocencia de sus ojos y sus gestos, el suave tono que ha utilizado para hablar conmigo.

Ella estaba dispuesta a ayudarme y a escucharme.

Apreté su mano y solté una pequeña risa cuando empezamos a correr como dos locas por toda la calle hasta llegar a nuestro destino. Mi cabello rubio interfiere en mi vista, pero tuve preferencia en no dañar el ambiente así que callé.

Frente a nosotras se alzaba un pequeño edificio de dos pisos y no pude evitar contemplar todos los detalles con interés.

Quería grabar cada segundo de la noche en mi mente.

Un gran cartel nos da la bienvenida, y para nuestra suerte, el local no está muy lleno. La chica desconocida me jaló con suavidad para que entrara con ella y aguanté la respiración al sentir su mano en mi cintura incitando a seguir caminando.

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