16 |¡Yay! ¡Reunión familiar!|

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Hannah

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Hannah

Lo que construimos - Natalia Lafourcade

Desperté por los rayos del sol que se colaban por mi ventana, y tenían un hermoso trayecto destinado a mi cara.

Nótese el sarcasmo.

Sentía que mi cabeza explotaría en cualquier momento y me dolía todo el cuerpo. Tenía perras ganas de vomitar, pero aun así, sentía mi estómago rugir de hambre. Aún me encontraba algo aturdida por la resaca, pero fue imposible no hundir la cara en la almohada al recordar todos los momentos vergonzosos de la noche anterior.

Ay, qué pena.

En definitiva, ofrecí un gran show en el club. Tenía todas las escenas junto a Venus estampadas en mi mente carcomiendo mi ser. Bailé encima de una mesa, le dediqué Wish you were gay a Faith y casi me caigo de culo frente a un montón de personas. Mis mejillas se calentaron y me vi en la obligación de tallar mi rostro, esperando que el color carmesí desapareciera rápido.

Era un maldito desastre, ¿cómo se suponía que iba a verla a los ojos después de tal humillación?

Necesitaba beber algo para aliviar el dolor, y a decir verdad, un poco de agua le haría bien a mi garganta seca.

Me puse mis pantuflas de ositos antes de salir de la cama, y anoté mentalmente darle un cambio a mi habitación. Me sentía algo mareada así que ni siquiera me esforcé en encender la luz en mi habitación, ya que me molestaba. El poco alcohol que aún quedaba en mi cuerpo me gritaba que debía reemplazar las paredes blancas de mi cuarto. Esta vez, también, iría bien arreglar las cosas por color. Sentía todo muy vacío, no me sentía yo allí.

Cuando bajé a la cocina, me di la sorpresa de encontrar a mi madre junto a una visita. Era una mujer joven y hermosa. Tenía el cabello corto, casi llegando a la altura de sus hombros y era de un color negro azabache. Sus ojos eran claros, tanto que podría haberlos confundido con grises. La facha que se cargaba me intimidó un poco.

-Buenos días -saludé, entrando a la habitación.

Ella me sonrió y agitó una mano en mi dirección en forma de saludo. Mi madre se giró hacia mí para hacerme una seña indicando que me acercara.

-¿Dormiste bien, bella durmiente? El es Rowan, un compañero del grupo de ayuda. Rowan, ella es mi pequeña Hannah. -Nos presentó. Entreabrí los labios, algo desconcertada. ¿Usaba pronombres masculinos?

Reí cuando mi madre me apretó contra ella en un abrazo.

-En dos meses cumplo 18 años, ya no estoy chiquita. -Le recriminé, separándome.

-Pareces un Hobbit -señaló sonriendo. Sus ojos azules lucían más vivos en comparación a días anteriores. Estaba orgullosa de ver cómo ella superaba cada obstáculo que se le presentaba. Admiraba la fuerza que tenía para sonreír cada día sin importar lo mucho que estaba sufriendo por dentro.

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