Capitulo 4

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Strange suspiró antes de entrar al portal.

Tenía sueño, no había dormido cómo hubiera deseado, su mente no paraba de dar vueltas y hacerle mil preguntas sobre el paradero de su amigo.
A pesar de que sabía que estaba bien y que estaba en casa de sus padres, eso en lo absoluto que le traía calma. Este hecho incluso llegaba a preocuparle más, pero intentaba no estresarse por ello, ya que si lo hacía, no podría cumplir con la promesa que le hizo a Anthony; y él jamás buscaría decepcionarlo.

Después de abrir el portal y entrar por él, se sorprendió al encontrar todo en perfecto silencio, a comparación de ayer, que él pequeño Tony se puso a hacer berrinche y a gritar.

Ahora todo estaba en calma y eso en cierta forma le preocupó enormemente.

¿Le habría pasado a algo a alguien? ¿Los Tony estarán bien?
¿Él mocoso estará bien?

Y sin pensarlo más, su cuerpo lo obligó a correr por todos los pasillos del complejo buscando un lugar de donde proviniera un ruido o pudiera encontrá alguien que le explicara el porqué del silencio del lugar.
Después de correr, llegó a la habitación del genio, dónde la mayoría de los vengadores estaba, haciéndolo palidecer y sentir como sus manos erráticas comenzaban a temblar del miedo que sentía al pensar en que algo le pudo haber sucedido a su amigo.

Rápidamente se adentró en la habitación y suspiró aliviado al ver cómo los dos Tonys estaban más que bien; sin embargo, dentro de él se preguntó qué carajos hacían ahí, mirando como él pequeño Tony le llenaba la mano con harina a su versión más adulta para después hacerle picarle con sus dedos la cara, haciendo que él genio se echara todo encima y que se despertará sobresaltado, observando su mano y la sonrisa traviesa del pequeño.

—Por cosas cómo esas es que decidí a los doce años que no tendría hijos nunca en mi vida—aseguró él genio molesto, mientras miraba a todos de mala forma—. ¡¿Y ustedes que demonios ven?! ¡Sé que soy irresistible, pero deberían tener más pudor!—exclamó levantándose de la cama.

—Me agrada más este Tony—murmuró Clint divertido—. Deberíamos quedarnoslo.

—¿Él de veinte?—cuestionó Natasha.

—Obvio no—negó contundente—. Él de cinco, es muy cool.

La espía suspiró mientras se sostenía el tabique con profunda compasión por si misma.

—¿Qué sucedió aquí?

—Eso es lo que me pregunto yo—puntualizó Anthony quitándose la haría de la cara con una toalla que había dejado tirada por ahí—. ¿Qué demonios pasa aquí? Estaba durmiendo muy pacíficamente y de la nada tengo harina hasta el hipotálamo.

—Es imposible que la harina llegué hasta allá, así que no exageres—declaró él niño curzandose de brazos—. Además ya es tarde y debes ponerte a trabajar para que regrese con Jarvis.

—Ya sé niño, ya sé—replicó molesto mientras se limpiaba la cara—. ¿Qué tú no te ibas a largar con él mago de circo a quién sabe dónde?

—Sí, ya me voy, pero antes necesito desayunar.

—Pues desayuna—él niño bufó y se bajó de la cama, se acercó a su versión mayor y le jaló de la pijama, obligándolo a voltearse rodando los ojos—. ¿Qué quieres ahora?

—¿Me puedes hacer mi desayuno?

—Lo haría, si supiera cocinar—él menor lo miró de mala manera y le sacó la lengua—. No me mires así, yo jamás he tenido que cocinar, yo voy a donde quiero comer y simplemente con la hermosa cara que la vida me dio, me dan lo que yo quiero.

¡¿Tres Tony?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora