Capítulo 21

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—¡Espera, Richard! —mamá corrió hacia papá y se agarró de su brazo, tal vez para persuadirlo a escuchar y no estar tan a la defensiva de golpe.

—Escuchen. Nos perdimos. Tuvimos que huir de nuestro hogar. Unos monstruos nos invadieron y mataron a todos los que pudieron.

—¿También a ustedes? —me sorprendí al escuchar eso. Quise acercarme sólo un poco, pero Luka me detuvo son suavidad.

—¡Roxan, cállate! —me gritó papá.

—¿T-tú te llamas Roxan? —el hombre se dirigió a mí.

—¡Hey, estás hablando conmigo, no con ella! —se acercó un poco, se estaba molestando.

—Lo-lo siento —el hombre estaba muy asustado, parecía realmente necesitar ayuda—. Mi nombre es Charlie, ella es mi esposa Eva y mi hijo Nikolas. Por favor, necesitamos apoyo.

—¡Al carajo contigo y-

—¡¡Richard, es suficiente!! —gritó mamá de pronto. Me sorprendí tan como papá por cómo reaccionó. Estaba alterada—. Si fuésemos nosotros quienes estuviéramos pidiendo apoyo ante esta situación, ¿te gustaría que nos dieran la espalda?

—¿Qué estás diciendo, mujer?

—¿Crees que a Ryan le gustaría que te comportaras tan cruel?

Aquello nos dejó sin palabras a todos.

—No te atrevas a meter a nuestro hijo en esta porquería.

—A mí no vas a intimidarme, Richard. Sé que estás triste por su muerte, yo también lo estoy, pero tenemos que ser fuertes. ¡Aún tenemos una hija! —me señaló y él me miró de reojo—. Estamos cuidando de un joven y su hermanita, ¿¡qué tienen de diferente ellos!? —señaló a la familia que había aparecido. Papá no respondió—. ¡Yo te diré qué tienen de diferente! Estas personas llegaron en un momento en el que estás herido, eso es todo. Y no voy a negarles ayuda si podemos dársela. Yo aún conservo mis valores. ¿Y tú?

—Mamá... —susurré sorprendida. Jamás la había escuchado hablar así ni la había visto como estaba. Ella solía ser muy tranquila por lo general.

Hubo un silencio penumbral algunos segundos, luego, papá miró a aquellas personas una última vez y suspiró, dando a entender su aprobación.

Obligado cualquiera pelea, dicen.

—Muchas gracias. En verdad, gracias —mamá les sonrió con gentileza, aunque papá no dijo una sola palabra. Ni siquiera los miraba.

—Tenemos que seguir avanzando —anunció papá mientras retomaba la caminata.

—Qué emocionante —fingí emoción en modo de broma y lo seguí. Los demás hicieron lo mismo.

No me molestaba ayudar a alguien, de hecho me hacía sentir bien, el problema era que ocho personas y un perro difícilmente podrían pasar desapercibidos, y cuando el día se hiciera tarde y la tarde noche, mantenernos ocultos de cosas que salen literalmente de la nada sería difícil.

En realidad, y no era por ser pesimista, no parecía que tuviéramos oportunidad.

Aún así me obligué a mí misma a no pensar en eso hasta que fuera completamente necesario. Y eso sería cuando estuviésemos bailando con la muerte.

—¿Y ustedes cómo terminaron aquí? —preguntó Eva.

—Queríamos salir de la ciudad, buscar un lugar seguro en donde no tuviéramos esa peste-

—Pero no hay un lugar libre de esas cosas. Todos los países se vieron involucrados —explicó ella.

Mamá suspiró y continuó. —Pero... tuvimos un accidente de auto en el camino y tuvimos que desviarnos por el bosque.

La hora más oscura [√]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora