Uncontrolled | number five [EDICIÓN]

𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐅𝐈𝐕𝐄

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Jealousy of friend or sister
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Año 2008.

Emily, quien ya tenía diecinueve años, se encontraba adentro de una gran habitación. Un sitio que detestaba, pero debía acatar a las órdenes de los hombres. Y, por si fuera poco, debía usar sus poderes cuando ellos se lo permitieran.

Nunca logró saber que era lo que querían los tipos del laboratorio con ella. Oía susurros de vez en cuando, en donde hablaban de cierta mujer. No tenía idea de quién era, obviamente. Nunca vio o escuchó una figura femenina por el lugar. Tampoco consiguió el nombre.

Que gran detective.

—Adelante, 016 —ordenó, uno de los hombres a través del micrófono.

Sin tener muchas opciones desde que llegó ahí, dio un paso al frente. Levantó la vista, encontrándose con una bombilla. Inmediatamente, entendió lo que ellos pretendían que hiciera. Suspiró silenciosamente y acercó su mano al objeto —no bastante rápido—, dejando un pequeño espacio.

Su poder se activó. La electricidad comenzó a salir de sus dedos; como si fuesen las mismísimas telarañas de Spider-man.

Electricidad. Electrokinesis.

Un nuevo poder, del cual nunca tuvo idea de que lo tenía. Todo esto fue hasta que empezaron las pruebas. Emily creía que todos los que se hallaban en el edificio sabían de este poder. Incluido Marcus.

La bombilla, sin tener ningún cable, se encendió en cuanto los pequeños rayos se incrustaron en ella. Mientras Ocho estaba concentrada en mantener su poder activo, una persona detrás de la vidriera polarizada, escribía.

"Poder de Electricidad: Perfecto".

Al cabo de unas horas, volvieron a encerrarla en su habitación. Antes de hacerlo, le ponían una pulsera de metal, que servía para que no pudiera usar sus poderes e intentara escapar o atacar. 

No pasó mucho tiempo cuando Marcus llegó.

—¿Lo sabias? —preguntó, mirando la pared. Básicamente, la nada.

—¿Qué cosa? —cuestionó, confuso.

—Sobre mi otro poder. Lo sabías, Marcus —aseguró, volteándolo a ver con una mueca en su rostro—. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Sé que no debí mentirte, pero no estábamos cien por ciento seguros de que lo tenías —se sentó a su lado—. ¿Cómo te sientes con eso?

Soltó un suspiro antes de hablar.

—Un poco asombrada y... ¿normal? No lo sé. Papá nunca me dijo que tenía otro poder. Quizá no pudo descubrirlo.

—Apenas eras una niña, tus poderes se iban desarrollando —dijo—. Es como una flor. Ella quiere ser hermosa, porque cree que es fea. Pero todo a su tiempo. Y, cuando su desarrollo termine... —agarró las manos de Ocho—, será la más hermosa.