Capítulo 24

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Los dolores de parto son demasiado para soportar, pero Aiden está a mi lado todo el tiempo y eso me tranquiliza muchísimo, sé que nada puede ir mal.

Rápidamente me preguntan si quiero la epidural, y notando los dolores tan fuertes que tengo, mi respuesta es evidentemente que sí la quiero.

Desde las seis que estoy en la sala y las horas anteriores, creo que estoy preparada para empujar ya que creo que estoy dilatada lo suficiente como para hacerlo, pero prefiero avisar a mi doctora de que, por favor me reviste.

Los monitores que tengo a mi alrededor y mi pequeña aguja en mi mano hacen que me de cuenta de dónde realmente estoy.

Y los latidos del bebé sonando, también eran un indicativo de dónde estaba y para qué.

Hasta ese momento el latido se había mantenido perfecto, sin alteraciones, pero en el momento que empiezo a tener ganas de empujar, le baja la frecuencia del latido y tarda un poco en recuperar el ritmo.

Aiden pregunta a la doctora si hay posibilidad de que tenga el cordón enrollado en el cuello y se esté ahogando.

Ella cree que romper la bolsa será lo mejor, y no dejar que el bebé lo haga, ya que puede morir ahogado antes de que lo consiga.

Nosotros creemos que es lo mejor, y accedemos a que lo hagan, todo vale para proteger al bebé.

Yo, mientras, tengo que empujar en una contracción y aguantar en la siguiente para dar tiempo al bebé a que se recupere.

Empujo de nuevo, intentando que esos dolores sirvan de algo, ya que si no lo consigo, tendré que pasar por una cesárea, y no creo estar preparada ni física ni mentalmente.

Cuando pensé que ya no podía más, cuando creí que ya no había esperanzas, Aiden dijo las palabras mágicas.

- ¡Nos vamos a paritorio, ya asoma la cabecita! -

Dios mío, en ese momento todo merecía la pena, todo era poco para traer a mi bebé al mundo cómo se merecía. Sí podía, sí era posible, y yo aún podía empujar más. Todo lo que hiciera falta.

- Estos empujones son los últimos y tienen que ser los más fuertes. - me dice la doctora para animarme.

Con el primero salió la cabecita, empujé tanto, pero me dijo que el cordón si estaba un poco enredado en el cuello del bebé, pero no lo suficiente como para que fuera peligroso, con el segundo salieron los hombros y en ese momento la doctora me dice;

-¡Leah, agarra a tu bebé! - dice ella con alegría.

Me incorporo un poco y con las manos extendidas agarro a ese bebé, que de primeras no sé si es niño o niña.

Sin prestar atención, lo abrazo, y al escuchar su llanto frenético, hace que yo también llore de emoción.

- ¡Tenemos una niña sana! - dice la doctora a mi lado, parece que ella si se ha dado cuenta antes que yo, que sigo abrazada al pequeño bebé.

- ¡Una niña! ¡Una niña! ¿Has oído eso? ¡Es una niña! Oh Dios mío, es una niña. - dice Aiden eufórico, está loco de la emoción.

Yo no me lo esperaba, pero es una noticia maravillosa, he traído al mundo a una pequeña princesita, y no puedo estar más orgullosa de mí misma.

Más tarde, todos vienen a ver al bebé a la habitación, después de un largo día, Aiden y yo estamos solos hablando de nuestra pequeña.

Yo sigo tumbada en la cama, mientras que él está de pie, mirando como la pequeña duerme tranquilamente.

- Probablemente deberíamos darle un nombre. No podemos seguir llamándola "bebé" para siempre, ¿Alguna idea? - digo mirando a Aiden que mira pacíficamente a la niña.

- Qué tal... ¿Alice? - pregunta con brillo en sus ojos.

- Alice es un nombre genial. Es bonito y real... ¡Me encanta! ¡Alice entonces! Nuestra bebé Alice. - digo con ternura.

Al rato, alguien golpea la puerta.

Aiden la abre mientras miro a Alice dormida en la cuna del hospital.

Catalina entra en la habitación, mientras me hace un pequeño saludo con la mano.

- ¿Dónde has estado? ¡Estaba muy preocupada! - digo con angustia.

- Es una larga historia. Te prometo que te la contaré cuando estemos solas. Pero por ahora, déjame ver al bebé. - dice mirando a la pequeña, a través de la cuna.

Aiden lleva a Catalina a donde Alice descansa tranquilamente.

Ella sonríe con dulzura.

- ¡Oh Dios mío! ¡Es tan preciosa! Apenas puedo contenerme. - dice acariciándole la pequeña mejilla.

- Las dejaré solas un minuto. - dice Aiden, él entiende que hay temas que hablar en privado.

- Te ves completamente agotado, Aiden. - dice Catalina con cara de circunstancias. - Te vendría bien un descanso. - 

- Gracias Catalina, pero... - ella no le deja terminar.

- No, quiero decir, ¿Por qué no te vas a casa y descansas un poco? Yo me quedaré con Leah. -

- Es muy amable de tu parte, pero no voy a dejarla sola en estos momentos. - dice con la mirada más dura.

- No hay problema. Ve a ducharte y límpiate, no te preocupes, estaré bien. Me gustaría ponerme al día con Catalina. - digo con una sonrisa.

- De acuerdo. Pero llámame si necesitas algo. -

Aiden duda en irse, per al final lo hace y cierra la puerta tras él.

Catalina se sienta en el borde de mi cama, a mi lado.

- ¿Ahora vas a decirme dónde estabas? - pregunto con mala gana.

- He estado revisando algunas cosas personales. - dice ella distraída.

Catalina y yo nos ponemos al día como viejas amigas.

De todo lo que ha hecho durante estos días, con alguna que otra anécdota graciosa.

Pero los minutos parecen horas y el cansancio hace que cierre los ojos para quedarme profundamente dormida.

Al rato me despierta Aiden sacudiéndome frenéticamente los hombros.

- ¡Despierta! ¡Despierta, Leah! - grita él.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? - pregunto aturdida.

- ¿Dónde está el bebé? -

- ¿Qué? Ella está justo... -

 Apunté a donde el bebé estaba durmiendo, pero me encuentro con la cuna vacía.

¡No está Alice en la cuna!

- ¡Nuestro bebé está desaparecido! ¿Dónde está? - digo con un ataque de nervios. - ¿Dónde está mi bebé? ¿Le preguntaste a las enfermeras? Tal vez solo están haciendo algunas pruebas de rutina. - digo intentando calmarme.

- ¡Se los pedí antes de venir a la habitación y despertarte! ¡Nadie la ha visto! Pero Harry está con el personal de seguridad ahora mismo, revisando las grabaciones. Si nuestra Alice está fuera del edificio, las cámaras la habrían captado saliendo con quien la tenga. -

- ¿Quién la tenga? ¿Quieres decir que alguien la robó de nuestro lado? ¿Y dónde está Catalina? - pregunto levantándome de la cama.

- ¿No la viste salir? - Adrien tiene auténtico horror en su rostro.

- ¡No! ¡Me quedé dormida! - 

El bebé de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora