Mis ojos no podían creer lo que estaba viendo. Y por más que intentara desviar mi mirada de ella, sabía que era algo imposible de lograr.
Llevaba un vestido largo negro, de mangas largas, con escote cuadrado, que le quedaba ceñido a su cuerpo esbelto.
Se podía notar desde lejos que sus joyas eran de oro, así como su ropa de alta costura. Y sus zapatos altos oscuros, que solo se veían solo al caminar, mostrando lo elegantes y finos que eran.
Su cabello amarronado estaba recogido en un pequeño moño bajo, haciendo que algunos mechones rebeldes cayeran por su frente. Mostrando en la terminación de ellos, sus pequeñas ondulaciones en las puntas.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, cada cosa mínima que ella hacía. Algo tan simple como caminar, mirar hacia a su al rededor, o simplemente sonreír por algo que dijeron sus padres. Provocaba que mi pulso se acelerara.
Keisy Andersson era bella, de hecho creía que era la chica más hermosa de todo el mundo. Pero hoy, hoy ella había traspasado aquella barra imaginaria que yo había hecho en mi cabeza en donde la chica no podía ser aún más preciosa.
Haciendo que esta noche aquella línea se derrumbara, al darme cuenta en que esta noche, se veía aún más bella. Algo que creía que era prácticamente imposible, hace tan solo horas atrás.
Su figura caminaba por el salón, esquivando a la gente que se cruzaba en su camino. Pero ella de manera fina, como probablemente la habían educado sus padres, sonreía levemente a toda persona que sus progenitores saludaban.
–Se ve preciosa...–Susurro Zabini a mi lado.
Golpe sus costillas con mi codo sintiendo una pizca de celos dentro mío, escuchando el gemido de dolor que desprendía el chico a mi lado. Pero en ningún momento quite mi mirada de la recién llegada.
Toda mi atención estaba en ella, no me fijaba en mi al rededor, ni las personas que saludaba, ni en lo que estaba ahora diciéndome Blaise.
Pero baje de aquella nube que me tenía flotando, cuando decidí procesar lo que había dicho mi amigo a mi lado.
–¡Está con mis padres!–Repetí las mismas palabras de Zabini.
Automáticamente afloje el nudo de mi moño, quien de repente se sentía apretado y pegado a mi cuello.
El calor empezaba a surgir en mi cuerpo, y no era un calor agradable. Se trataba de la demostración en que mis nervios crecían dentro mío. Haciéndome poner además de nervioso, inquieto.
–¡Es lo que llevo diciendo hace media hora!–Reprochó frunciendo su ceño al mirarme.
Los Andersson se habían parado frente a mis padres, no tenía idea alguna que se conocieran. Pero ahora que lo pensaba era algo obvio, por cuál era el apellido de ellos y su sangre pura.
No podía creer que había sido tan idiota de haber dejado pasar el hecho de que Keisy, y sus padres podrían asistir a esta estúpida fiesta.
–Mierda...–Susurre al instante para mi, pero estaba seguro que Blaise me había oído.
Mi respiración se había frenado, en cuanto pude ver a mi madre buscar algo con la mirada. Y ese "algo" era yo, ya que al mirarme sonrió y me señaló.
Provocando que en tan solo microsegundos antes de poder reaccionar, los ojos de los Andersson estaban puestos en mi.
Iba a desviar mi mirada, sobretodo cuando sus bellos ojos se posaron en mi. Pero ya era demasiado tarde para ello, y lo único que podía hacer era ir y enfrentar la situación.

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Hipnotizado
RomanceSi estás aquí probablemente conozcas a Draco Malfoy, un chico de Slytherin arrogante, Sangre Pura, egoísta, competitivo, narcisista y lo peor de todo es que aún así con esas características, el chico era deseado por casi todas las chicas de Hogwarts...