Capítulo 6

64 2 0
                                    

-Señor Evan, ¿Por qué cree usted que se den los sentimientos?- El profesor  West trataba de explicarnos una importante lección de vida.

-Por tonterías- respondió Evan tranquilamente. –Si hablamos de amor, las personas se enamoran fácilmente, pero la cuestión está en saber sobrellevar ese amor, o terminará en malas condiciones y los dos involucrados saldrán heridos. Los humanos no pueden estar solos, deben tener a alguien a su lado, tal vez el amor sirve para asegurarte que no estarás solo, pero en ocasiones es mejor la soledad- Una de sus miradas me saludó.

-Buen argumento señor Powell- West miró su lista de alumnos. – Señorita Anderson ¿nos hablaría un poco a su punto de vista?-

Guardé silencio unos segundos para pensar bien mi respuesta.

-Pues, efectivamente se sufrirá en el amor en todos los casos, pero depende de cuánto dolor estas dispuesto a soportar por esa persona. Creo que depende cuanto puedes arriesgarte por alguien, porque el amor es saltar a un vacío…-

-Cada quien elige su manera de sufrir- Evan me interrumpió.

-Y ese sufrimiento tendrá recompensa- inquirí.

-Como tu dijiste, el amor es saltar en un vacío ¿y qué si en ese lugar no hay nadie que te sostenga ante tu salto?- Se encogió de hombros levantando ambas cejas.

Este gesto me hizo ver por primera vez sus ojos más abiertos, aunque no era lo suficiente para deducir una respuesta a muchas de mis dudas.

-El riesgo en algunos casos es bueno- Su sonrisa me saludó.

Nuestro debate se terminó gracias a la bendita campana de salida.

Caminaba a la parada de autobús cuando Lena me detuvo.

-Clásicas palabras de enamorados- Dijo con una sonrisa.

-¿De qué hablas?- pregunté al no entender su comentario.

-Evan y tu- formó un corazón con sus manos dejando ver sus uñas color vino. -Sé que dije que no deberías relacionarte con tipos como él, pero Evan parece distinto.-

-¿Evan y yo? Estás demente- mis ojos se abrieron como los de un perro chihuahua.

Suspiró. -Primera etapa de enamoramiento: Negación.-

Miré al vacío durante un rato.

-Solo no lo comentes- acepté todo.

-Está bien, pero deberías tomar en cuenta que esas miradas que los dos se lanzan entre clase y clase no son confidenciales ¿Acaso creen que están solos? ¡Dios! Hasta un ciego se daría cuenta de lo que sienten el uno por el otro.- Trataba de contenerse la emoción que pensé que le saldrías por su oídos y la cabeza le explotaría.

-Él no siente nada por mí-

-Segunda etapa de enamoramiento: Temor al riesgo- Lena seguía con sus etapas.

-No tengo miedo a arriesgarme- traté de destruir su teoría de etapas del amor. Solo parloteos.

-Demuéstralo- Sonrío. –Te llamo luego- fue lo último que dijo antes de marcharse.

Mi cama era mi mejor compañera cuando se trataba de resolver problemas.

¿Qué hacer para demostrarle mi valentía ante el riego a Lena?

Tenía 3 opciones.

La primera: enfrentar a Evan y preguntarle el porqué de sus miradas.

Segunda: Confesarle mis sentimientos.

Tercera: aventarme de un paracaídas.

Louis llamó a mi puerta avisando que cenaríamos todos juntos en familia.

-¿Qué tal va la preparatoria?- Papá tuvo una oportunidad de hablarme ya que de camino a la escuela mi única conversación era con la música.

-Bien, Lena es una gran amiga- contesté.

-¿Y tienes novio?- Clementine también quería conversar.

-No Clem, no está en mis planes- respondí sin ninguna duda.

-Mis dos princesas tendrán novio hasta que yo lo apruebe- Papá tomaba una albóndiga con su tenedor.

¿Princesa yo?

Papá no notaba mi horrible pelo. Claro, todos los padres creen que sus hijas son princesas hermosas. Es su deber.

-Seguro no te faltan pretendientes- dijo mamá cerrándome un ojo.

-No lo sé- Me limite a decir.

Terminamos de cenar, ahora ayudaba a mamá a recoger la mesa. Louis y Clementine salieron al jardín para alimentar a King Kong.

Vaya nombre para un pequeño gato.

Mientras lavaba los trastos alcancé a ver por la ventana, mis hermanos jugueteaban y sus siluetas se dibujaban por la luz de la luna. Recordé los viejos tiempos en que los 3 siempre jugábamos en la playa y la arena nos caía en los ojos.

Clementine aprendía a caminar tomada de mi  mano y Louis se limitaba a rociarnos agua en los pies con una cubeta.

Sonreí sin saber por qué.

Los corazones también se rompen.[Pausada temporalmente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora