6.

607 66 5
                                    

Entre a mi casa y me apresure a cerrar todo lugar que permita el ingreso; ventanas, puertas, hasta la entrada de mi perro Konk

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Entre a mi casa y me apresure a cerrar todo lugar que permita el ingreso; ventanas, puertas, hasta la entrada de mi perro Konk. Soy consciente de que estoy un poco paranoica, pero tengo que asegurarme de que el innombrable no aparezca en la puerta de mi hogar, vengando su neumático, con un gran rifle listo para tirarme la casa abajo.

Me recosté en el sillón y mi mascota se acomodo en mi pecho, Konk es un pequeño Chow Chow de color manteca, con menos de cuatro años humanos, no supera los 30 sentimientos de largo y su piel esta cubierta de un esponjoso pelo lacio. Lo abrace sin mucha fuerza para no apretarlo y el se acomodó en una mejor posición haciendo que mis ojos se cerraran del cansancio, cada minuto era más inconscientemente de mi alrededor, hasta que un sonido llego a mis oídos, me sobresalte pensando que podría ser la puerta de entrada pero luego recordé que de esa forma sonaba el ringtone de mi celular. Sin muchas ganas estiré mi brazo hacia la mesa que estaba alejada unos pocos centímetros de mi y agarre mi teléfono, al prenderlo mis ojos se achinaron por tanta luz, ¿Cómo podía usarlo con el brillo tan alto?, desinteresada revise la barra de notificaciones para comprobar si alguna era lo suficientemente importante, entonces mi mirada se posó en un extraño mensaje el cual era de hace unos nueve minutos, las palmas de mis manos comenzaron a temblaban y mi garganta se había secado por completo; nerviosa lo releí una y otra vez con las esperanzas de que todo sea producto de mi imaginación;

"Esto no quedará así Cortita"

Provenía de un número al cual no tenia agendado, pero de todas formas no necesitaba investigar de quien era. Me ponía la piel de gallina solo el hecho de que, ¡Esperen, me llamo Cortita!, ¡Y de donde mierda ah sacado mi número!, si hace unos segundos tenia terror ahora mismo sentía pánico. Mi cabeza empezó a dar vueltas intentando procesar todo lo ocurrido. Pinché el neumático de un auto súper costoso, mínimamente tendría que hipotecar la casa para pagar una simple rueda de esas, pero eso no era lo que me tenia desesperada, !el dueño lo sabia¡, y ahora estaba buscando venganza, yo no tenía toda la culpa, lo que sucedió no fue mi intención, yo solo quería ayudar y mi puntería nunca había sido tan buena. Así que procedí a hacer la segunda peor decisión de el mes, bloquearlo. El miedo comenzó a correr en mi, estaba sola, y no soy lo suficiente valiente para enfrentarlo, salí rápidamente del chat, y me dirigí a el contacto de Ashton, sabia que si le decía dos simples palabra, el estaría en menos de cuatro minutos en la puerta de mi casa, completamente sudado, con su representativa bicicleta negra y azul a su costado.

— Vamos Ashton, holgazaneas toda la maldita tarde ¿y hoy no estas disponible?— murmuraba mientras esperaba que Ashton me atendiera

— ¡Mierda!, Ashton por favor es un 10-30, atiende— suplique a la nada

Necesitaba ir a contarle todo a mi amigo. Tomé un abrigo de mi madre y rápidamente salí de mi hogar, era de noche, y aunque el barrio donde vivo sea completamente seguro, el miedo de que el pelinegro apareciera detrás de los tantos arboles de el lugar hacia que corriera a toda la velocidad que podía, mi estado físico me permitía resistir unos metros, pero mi piernas y mente no funcionaban al mismo tiempo. Al llegar a la casa de Ashton, subi los escalones de cemento y golpeé la puerta levemente, sabía que a estas horas su familia dormía, y lo que menos quería en ese momento era molestar.

Al mirar hacia las estrellas fugacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora