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Tener prosopagnosia tiene dos lados, como cualquier situación. El lado positivo es que, puedo ser grosero o indiferente con las personas sin ningún remordimiento, ya que si luego me la topo en la calle o en la universidad, no la reconoceré. El lado negativo es que no puedo reconocer los rostros de nadie. Se me es casi imposible reconocer hasta mi familia, es por eso que me fijo siempre en detalles; tono de voz, cicatrices, color de la ropa, etc. Pero muchas veces eso no sirve de mucho, ya que las personas cambian constantemente. También, la falta de orientación siempre es un problema. En todos lados me pierdo, y preguntar no me sirve de mucho, porque si me dicen "ve donde esta cierta tienda", no me voy a acordar siquiera de donde estaba aquella tienda. 

En si, tiene mas lados negativos que positivos, y es en verdad una mierda.

Pero trato de ser optimista, creo.

Todos los días para mi es rodearme de desconocidos.

Constantemente paso vergüenzas; en la tienda, en la universidad, en el trabajo, en mi vida en general para ser mas exactos.

Trato de reírme, pero mi rostro y mi personalidad no me acompañan.

 Gracias a Dios me rodeo de personas que me entienden; mi familia, que se compone de mi madre, mi padre y mi hermana mayor. Y mis amigos, Konoha y Suna.

La gente se pregunta como es que los reconozco, y es que no, no los reconozco, pero como dije, me rodeo de personas que me entienden y es por eso que desde que fui diagnosticado, cada una de estas personas ocupa un accesorio que me permite saber quienes son. Si bien fui maldecido con prosopagnosia, también fui bendecido con una muy buena memoria.

Mamá siempre ocupa un collar que nunca se saca, papá siempre ocupa su reloj al igual que mi hermana. Konoha y Suna ocupan siempre una pulsera. Pero, ¿Qué pasa si se sacan ese accesorio? Bueno, para mi serán simples desconocidos.

Lo que igual me ayuda a reconocer a las personas, es los lugares a los que concurro con normalidad. Se que en casa está mamá siempre, y por ello, si veo a una mujer y reconozco el accesorio, se quien es. Se que en la tienda esta la señora que vende porque siempre está, pero si cambian a esa señora por otra, paso vergüenza. 

 




El azulado cielo iluminaba la fría mañana, era realmente increíble como es que los días así influían en el animo de las personas.

— ¿¡Qué demonios!? — la voz aguda de su hermana le hizo dar un brinco en su asiento — Aprobé!! — el ruido de la silla siendo arrastrada por el piso fue escuchado quizá en toda la casa, pero no tanto como su grito.

— Que alegría Yuki, pero no vuelvas a gritar así por favor — soltó un suspiro y dio el último sorbo a su café.

— Aprobé el ramo que estaba a punto de reprobar, es digno de una celebración, Keiji —.

— Pero son las 7 de la mañana, vas a despertar a toda la cuadra — se pone en pie y camina a la cocina para dejar su loza sucia y así alistarse para ir a sus clases.

— ¡Que se entere todo el mundo si es necesario! No siempre se aprueban todos los ramos al finalizar el semestre! —.

Era fin del primer trimestre y entendía la alegría de su hermana, y aún mas cuando este era su último año en la carrera de medicina, pero, siete de la mañana, con apenas un café en su sistema, y solo han pasado 20 minutos de que despertó, un agudo grito no era lo mas agradable de escuchar.

— Ya vamos, o llegaremos tarde  — esboza una sonrisa y sale junto a la chica.

Para su desgracia su casa quedaba lejos de sus universidades, pero agradecía que tuviesen un auto, ya que si bien podía andar en bus o metro, pero no solo. 

One Week.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora