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La cabeza me dolía como mil demonios y tenia una sed horrible que podría tomarme toda el agua del mundo. Poco a poco abrí los ojos, pero muy despacio, ya que hasta para eso la cabeza me palpitaba.

Nunca mas vuelvo a beber.

Ya con los ojos abiertos, pude notar que me encontraba en una cama que no era la mía, en un cuarto que tampoco era mío y estaba todavía con zapatos. También vi una cama vacía al frente.

El sonido de una puerta me hizo brincar.

— Buenos días, bello durmiente — arrugué el ceño y este soltó una risa.

— ¿Dónde estamos? — me senté, y creo que fue la primera peor decisión del día. Si antes la cabeza me dolía, ahora solo quería cortarla y vomitar.

— En mi casa, nos vino a dejar.... — no pude escuchar lo que venía después, ya que como pude corrí al baño a vomitar.

Después de vomitar hasta la leche que tomé cuando mi madre me amamantaba, pude escuchar toda la historia de Akaashi.

— Sabes, estoy empezando a creer que tengo un problema con las drogas — dije al terminar de escuchar todo aquel circo que había armado en la fiesta.

— Quizás, pero sabes, cuando te fui a buscar, estabas llorando como un bebé, y decías que nadie te iba a querer — estábamos tirados en su cama y me había cambiado de ropa, ropa que Keiji me prestó, ya que la mía estaba toda vomitada.  

— Desearía ser como esas personas que se embriagan y olvidan todo... — puse mis manos en la cara y solté un suspiro — Anoche en la fiesta estaba Osamu e hice algo que no debería haber hecho... Soy un estúpido, Akaashi.

— Bueno, me gustaría refutar aquello, pero no puedo...

— Gracias, tus palabras me dan mas ganas de querer desaparecer de esta tierra — este soltó una risa al igual que yo — Sabes, cuando me fuiste a buscar, estaba llorando porque estuve con él... 

—¿¡Qué?! 

— ¿Recuerdas que te dije que nuestra relación se había acabado por culpa mía? — saqué la mano de mi rostro y miré hacia el techo — Bueno, yo lo engañé... — un silencio pasó entre nosotros y sentí como mi corazón se encogía — Nunca me lo voy a perdonar, pero ya lo hice y toda decisión, sea mala o buena, tiene sus consecuencias, y tampoco te culpo si no quieres seguir siendo mi amigo por ello...

— Espera, ¿Qué demonios estas diciendo? — miré a Akaashi y pude ver como su rostro de póker estaba arrugado — No he dicho nada, no des por sentada las cosas, Suna.

— Lo siento, es que... 

— Mira, todos nos equivocamos, otros mas que otros. Te recuerdo que somos simples humanos y cometemos errores, y todos nos podemos arrepentir de ellos y mejorar, así que no te juzgo — sentí una presión en el pecho y no pude evitar ponerme a llorar.

— Lo siento...

— Ya deja de disculparte y cuéntame — solté una risa y sequé mis lágrimas para luego sentarme.

— Cuando pasamos a tercer año, mis padres me echaron de la casa. Bueno, nuestra relación nunca fue buena, pero ese año era peor y todo culminó en una discusión gigante. Mis padres me corrieron de la casa, pero no me dejaron en la calle exactamente, sino que me regalaron el apartamento donde vivo — jugueteaba con mis manos, ya que no soy mucho de abrir mi vida a todos — En si, fue un año de mierda. Por eso empecé a trabajar, ya que ellos no me querían en casa, pero se comprometieron a pagar mis estudios, pero lo demás, como comida y dinero para pagar las cuentas, era mi "responsabilidad" — hice comillas con mis dedos acompañado de un tono irónico.

One Week.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora