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Y ahí estaba, lo tenía a mi lado, tan cerca que me era tan difícil contenerme. Quería abrazarlo, tenerlo en mis brazos y mirarlo sin parar. Esta persona era lo mas valioso e importante en toda mi vida.
Sabía que este momento iba a suceder, pero no esperaba que tan pronto. Estoy feliz? Claro que si! Demasiado diría yo. Pero las ganas de comerlo a besos era una idea que tenía que suprimir, por ahora.
— ¿Quieres que te cuente todo? — pregunté nervioso. Sentía como mi cara estaba acalorada y mis manos sudaban.
— Claro que si — responde Akaashi, el cual se veía tan hermoso como el día en que nos tuvimos que alejar. Pude notar que temblaba debido al frío.
— Bueno, pero primero ponte esto — me saqué mi chaqueta y se la puse sobre los hombros — ¿Recuerdas lo que te dije? — de verdad estaba helando y eso que eran las dos de la mañana.
— Si, lo recuerdo —.
— Bien, bueno....
Nos conocimos en la secundaria, específicamente en el club de volleyball. Tu ibas en primer año y yo en segundo año, y bueno, nos hicimos muy cercanos de inmediato. O mas bien, yo me hice muy cercano a ti. Fuimos muy unidos desde el comienzo, y los del equipo de Volley decían que parecías mi mamá, ya que siempre te preocupabas mucho por mí y por los demás, creo que esa una de las cualidades que todos resaltaban de ti.
Bueno, con el paso del tiempo, pasamos muchas cosas, me ayudaste a superar mis miedos, nunca me dejaste solo y te convertiste en una persona fundamental para mi día a día, al igual que yo para ti. También tuvimos muy buenos momentos juntos, la gran mayoría lo eran, sabes? Me encantaba estar contigo, me sentía completo y que junto a ti, era invencible.
Con el pasar del tiempo, lo nuestro ya no era una simple amistad, nos volvimos mas que eso, ya que nuestros sentimientos se volvieron mas fuertes y cada día que pasaba, cambiaban a algo mas allá que una amistad.
Cuando pasaste a segundo año y yo a tercero, ya éramos mas que amigos, y los dos estábamos bien con ello. La gente de nuestro alrededor nos aceptaba y nos respetaba. Claro, las cosas también escalaron a algo mas serio, sabes. Conocí a tu familia, la cual pasó a ser casi mía. Tu conociste a la mía, y mis hermanas te adoraban, al igual que mis padres. Era todo como una película de Disney, todo ese año lo fue. Puedo decir que ese año fue el mejor de toda mi vida.
Lo nuestro fue algo muy lindo y único, ya que antes de ser novios, fuimos muy buenos amigos, por lo tanto, mas que pareja, éramos partners. Hicimos muchas locuras juntos, tuvimos muy buenos momentos, como también malos, pero nunca dejamos que eso apagara la llama.
Después que me gradué, tu pasaste a tercer año y yo entré a la universidad. Ya no pasábamos tanto tiempo juntos, pero aún estaba aquella llama, la cual nunca se apagó, pero nuestros cuerpos no eran de metal y poco a poco el ritmo de nuestras vidas cambió, y con ello, todo cambió.
El estrés y el agotamiento causó estragos en esa linda relación y las discusiones eran mas frecuentes, pero nunca, nunca, dejamos un problema sin resolver, por lo tanto, lo que nos separó no fueron los problemas ni lo malos entendidos.
El día que todo cambió, comenzó con un problema inútil. Nos enojamos, sumados de que tu estabas en los exámenes finales para graduarte, mas que se acercaban tus exámenes de ingreso a la universidad, entonces estabas muy estresado, y el estrés mas tu prosopagnosia nunca fueron una buena dupla, sabes. Cuando estabas estresado, te costaba aún mas reconocer a las personas, te perdías con mas frecuencia y llorabas de frustración. A eso también súmale que yo también estaba en mis exámenes finales del semestre. Todo lo malo se juntó y causó una explosión de la cual aún no logro recuperarme.
Tu madre me había contado que cuando eras mas pequeño, tuviste una crisis, y que en esas crisis olvidabas muchas cosas y con ello, a muchas personas, y bueno, ese día no aguantaste el estrés y la presión, y zucumbiste ante una crisis, la peor diría yo.
Gracias al cielo, aquella crisis sucedió cuando habías finalizado tus exámenes de graduación.
Bueno, cuando me enteré de ello, corrí a tu casa, donde hacías dormido, ya que te habían medicado para tranquilizarte, porque esas malditas crisis eran acompañadas de crisis de pánico y era muy horrible y triste verte en ese estado. Me quedé a tu lado hasta que despertaste. Como siempre, esperaba que tu voz me refrescara y que tus brazos me envolviesen, pero no fue así.
No me reconociste.
No sabías quien era, ni como me llamaba.
No sabías que éramos pareja ni mucho menos que fuimos amigos.
Ese día en específico, fue como una maldita cubeta de agua fría con hielo. Todo se derrumbó ese día para mi.

One Week.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora