Capítulo 11 [editado]

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Narra Valt 🦔

Todo iba de maravilla, pero no siempre será así, y eso yo lo sabia. Desde que inició mi nueva rutina desde hace 2 semanas y media, todo parecía ir bien, en el receso iba con Aiga y Drum, Shu ya casi no me molestaba pero todo cambió un miércoles.

–Estas yendo muy bien, Aiga, tu igual, Dante.

–Gracias a ti Valt. –me agradece el rubio. –

–Valt Aoi, a la oficina del director. –me llamó un maestro. –

–Alguien está en problemas. –se burló Aiga. –

–Calla, de seguro es un papel o un nuevo alumno. –sin prestarle atención a las burlas de Aiga me pare de mi lugar y fui a la dirección. –

Toque la puerta, recibiendo  como respuesta un "pase" y así lo hice. Entré a la oficina del director, pero mis ojos se encontraron con alguien a quien no tenía esperado ver nunca más en mi vida.

–Aoi, el es un nuevo alumno, Boa Alcazaba. Es nuevo, estará en el mismo grado que usted, pero en diferente grupo –el director termino de hablar y en ese momento técnicamente estaba matando a Boa con la mirada. –

–Un gusto, Valt Aoi. –dijo Boa con tono de burla. Me extendió la mano con la finalidad de estrecharla conmigo, opte por ignorarlo. –

–¿Para que me necesitaba, director? –pregunte serio pero con respeto. –

–Quiero que al terminar las clases le muestres la escuela.

–Esta bien. –carajo, creo que hubiera preferido mil veces que me dieran un balazo a tener que estar en la misma escuela que este idiota. –

Pero bueno, después de eso horrible encuentro me retire de la dirección y fui directo a mi salón. Yo estaba mas serio de lo normal, ¿Quién no lo estaría después de reencontrarse con el hijo de p*ta que te hizo la vida imposible?! Cuando llegué las clases habían iniciado.

Tras unas horas el receso llegó, al igual que las preguntas por parte de Aiga y Drum.

–¿Para que te querían en la dirección? –preguntó Aiga. –

–Llegó un nuevo alumno, le tengo que mostrar la escuela.

–¿De que grado es? –pregunta Drum, dando una mordida a su sandwich. –

–Va en el mismo que nosotros, por suerte lo pondrán en otro grupo.

–¿Cómo que "por suerte"? –claro que a Aiga no se le pasó ese detalle. –

–Es Boa. –dije tras soltar un suspiro. –

–Ah, buen... ¡Boa! ¿¡Dónde esta ese hijo de... –antes de que Aiga terminará lo interrumpí. –

–Calmate. –pedí irritado. Odiaba los gritos o ruidos demasiado fuertes. –

–¿Quién es Boa? –pregunta Drum. –

Diablos, se me olvidó, no le he dicho nada a Drum sobre Boa, pero es un buen chico, luego le diré.

–Nadie, solo... –sé que Aiga va a querer desviar el tema para que no me sienta incómodo, pero lo interrumpo. –

–Luego te cuento. –dije y Aiga solo me miró sorprendido y feliz. –

Después de eso seguimos comiendo. No sé por qué hasta ese punto me di cuenta de que desde que estoy con Aiga y Drum, sonrió más, y no son sonrisas forzadas, son auténticas.

Pasaron los minutos y el receso termino y siguieron las clases y al final llegó mi pesadilla.

–¿Seguro que estarás bien? –pregunta Aiga, su tono es preocupado. –

–Descuida, puedo con el. –Creo. –pensé eso último y ya sin más espere a Boa fuera de su salón. –

Claro que le marque a mis hermanos y les dije que se fueran a casa y les expliqué brevemente el asunto. El director me dijo donde estaba el salón del hijo de p*ta que tanto odio y después de unos minutos se digno a salir.

–Tiempo sin verte, Valt. –inició el, hablando con burla. –

–Bien, iniciemos el recorrido, Alcazaba. –respondí de forma firme y fría, ignorando su comentario e inicie a caminar. –

–¿Quería pasa, Valt? ¿Qué ya no soy tu amigo o que? –dijo con cinismo. –

–Escuchame con cuidado, Alcazaba, –pronuncie las palabras con firmeza y detuve mi andar. –me vuelves a decir amigo o me llamas por mi nombre... –lo volteé a ver con la mirada mas fría que puede hacer. Vi como el idiota se tensaba ante lo que hice. –Y te juro que te mató. –y volví a caminar sin esperar una respuesta de su parte. –

El pedazo de m*erda que ahora estudiará en mi misma escuela se quedó congelado, después pude escuchar que se me intentaba abalanzar, creo que me intentaba golpear, pero fui a cursos de defensa personal, así que sin mucho esfuerzo lo esquive.

–¡Ven aquí, idiota! –gritó demandante. Claro que ni le hice caso. –

–Detente. –lo tomé del cuello de la camisa y lo estrellé contra la pared. –No me haré responsable de lo que pase. –lo solté, vi como se calmó y retomó la compostura. –

Le di el recorrido lo más rápido posible. Yo era el único que hablaba y solo lo hacía para describir algunos lugares y dar información necesaria, después cada quien a su casa, lo cual agradecí enormemente. Llegue e hice mis tareas y la cena. Lo de siempre.

EL SUICIDA QUE SE ENAMORO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora