Capitulo 35 - El miedo de Alastor

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Desde el episodio en el que Charlie salvó a Devilon, su populacho como la elegida de la profecía creció bastante.

Muchos pecadores de la ciudad no hacían más que hablar sobre la demonio que sanó al herido. Incluso en la prensa y en el noticiario del 666 se comentó bastante. Fue un tema que dio mucho de qué hablar durante aquella semana.

Sólo hablaban de eso. Día tras día. Y eso ya resultaba insoportable para Alastor.

Llegada la noche, después de que los huéspedes del hotel se fueran a dormir, el temible overlord, incapaz de dormir por las mil vueltas que le estaba dando en la cabeza al asunto que lo torturaba, se dirigió a la cocina. Sediento y con la garganta seca.

Mientras descendía por las escaleras, recordó el momento en que la princesa lo fulminó con la mirada.

No sabía el por qué. Pero esos ojos llenos de odio con los que lo miró le resultaron bastante aterradores. Tanto que incluso llegó a sentir algo de miedo.

Era como si una fuerza misteriosa y poderosa estuviera despertando en el interior de ella. Una fuerza extraña que jamás había notado en décadas.

Aparte de eso, le hacía gracia por otro lado el motivo de su enfado. Pues era una ridiculez por lo que se había molestado.

Él no empujó con ayuda de su sombra a la torre humana que sostenía al trovador ese idiota. Ni siquiera tuvo la intención de hacerlo. Aunque luego el resultado hubiera sido divertido.

Lo que trató de hacer, a escondidas para que no lo vieran, era ayudar a Moxie a que no perdiera el equilibrio y evitar que se cayeran. Sin embargo su sombra dio un traspiés y golpeó al enano en las piernas. Causando así el accidente.

De todas formas, le agradó ver cómo Vox y compañía se hacían daño. Los detestaba a cada uno de los componentes de aquel grupo idiota. Y lo que más le daba rabia de todo eso era que Devilon no hubiera muerto desangrado ahí tirado. Sufriendo y dolorido.

- Maldita e insignificante rata de mierda... - murmuró para sus adentros - Si no hubiera sido por esa pretenciosa niñata... Él ya estaría...

Llegó a la cocina. Caminando con sigilo para evitar hacer ruido y despertar a alguien.

Se acercó al lavabo. Donde se sirvió un vaso de agua bien fría.

Tras beberla, sintiéndose mejor, soltó un ligero suspiro y alzó la cabeza hacia el techo muy cansado.

En ese momento le volvió de nuevo a la mente la imagen de los ojos de Charlie. Tan profundos, tan grandes, tan oscuros...

Un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Qué era esa extraña sensación que sentía? ¿Miedo? Él jamás ha sentido miedo de nada. A excepción de los perros. No había ninguna otra cosa en el mundo que lo intimidara tan fácilmente.

Pero entonces... ¿Por qué esa mirada llena de odio lo acobardaba? ¿Qué era esa energía misteriosa que escondía la aparentemente inocente demonio?

Se negó rotundamente a sí mismo. Tratando de olvidarse de esas tonterías.

Su sombra, en las paredes alumbradas por la luz de la luna infernal que traspasaban las ventanas, reapareció a su lado. Y lo miró con gesto de culpa y agachando las orejas tristemente.

- No tienes la culpa, viejo amigo... - le dijo este. Dándole un último sorbo a su vaso de agua - Sólo fue un accidente...

Sin embargo, apenas había terminado de decirle eso, cuando la triste figura, abriendo los ojos como platos, en señal de que acababa de ver algo o a alguien, volvió a desaparecer. Volatilizándose ante la presencia de su dueño. Quien no comprendió por qué se había esfumado así con tanta prisa.

The princess of hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora