Capitulo 19 - Éste es mi hogar

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Apenas habían pasado dos horas tras el incidente que sucedió en la fiesta, cuando Charlie despertó de su recaída. Abriendo los ojos lentamente.

Se encontraba en su dormitorio. Arropada en su cama y con una bolsa de hielo (algo derretido), sobre su cabeza. La lámpara de su mesita de noche estaba encendida. Era lo único que iluminaba el lugar.

Lo primero que vio, frente a los pies de su alcoba, fue a Vaggie y Alastor. Los cuales parecían estar discutiendo por alguna razón que ella en esos momentos desconocía. Y como parecían furiosos el uno con el otro, para que no se dieran cuenta de que se acababa de despertar, se hizo la dormida. De ese modo escuchar de lo que hablaban.

Vaggie: ¿¡Qué se supone que estabas haciendo aquí con mi Charlie, mamón!?

Alastor: Ver qué tal estaba...

Vaggie: ¡Tú no tienes derecho a estar a solas con ella! ¡Sé lo que quieres con eso! ¡Hacerle la pelota para que se encariñe contigo y con tu puto ego de mierda!

Alastor: Sólo comprobaba si estaba bien... Y deja de faltarme al respeto, so mema...

Vaggie: ¡Me la suda el tener que respetarte...! ¡Deja de tocarme los ovarios! ¡No vaya a ser que te tenga que arrancar los ojos de un zarpazo!

Alastor: Ay, vaya... Qué miedo me das, niña...

Vaggie: ¡Cierra la puta boca ya, maldito engendro...! ¡Y deja de flirtear de una vez con mi novia!

Una tercera voz (quien seguramente sería Nifty), intervino en la discusión con la intención de que bajaran los humos. Estuvo unos veinte segundos tratando de calmar el asunto. Hasta que Alastor, sin perder su aire relajado y confiado, dijo:

- Descuida, querida... Yo ya me iba... - se escuchan sus pasos alejándose. Saliendo de la habitación - Me marcho a mi casa... Para tentar el deseo de asesinar a la señorita "marimach..." - le arquea las cejas a la enfadosa salvadoreña - Buenas noches...

Tras sus palabras de despedida, Vaggie, molesta por el mote burlesco con el que le había denominado, fue tras él. Balbuceandole cosas. Hasta que llegaron a la salida del castillo. Donde ella, asomada por la puerta, mientras este se iba calle abajo hacia su humilde morada, le gritaba furiosa:

- ¡Vigila tu culo! ¡Metrosexual de pacotilla! ¡No sea que te ponga mirando a Cuenca...! ¡Más vale que no te acerques a ella si no quieres que te deje la cara como un mapa...! ¡Que te vas a tener que gastar todo tu sueldo en botox...!

El orgulloso demonio no le contestó ni siguió entrando en sus disputas. Pero la sombra que siempre lo acompañaba, la cual acababa de aparecer detrás de su espalda como por arte de magia, le hizo un corte de manga a la chica. Riéndose de ella. Haciendo que se quedara a cuadros.

- Argh... - gruñó. Cerrando la puerta tras de sí de un portazo - Algún día lo mataré yo misma...

Rápidamente, intentando volver a su estado de buen humor para no parecer molesta, subió escaleras arriba en dirección al cuarto de su novia. Ahora más relajada porque se encontraría a solas con ella para cuidarla y demostrarle lo mucho que la ama.

Pero nada más entrar, se dio cuenta de que la cama estaba vacía. Y que las sábanas estaban echadas a un lado. Como si hace un momento, mientras estaba abajo echando a Alastor, acabara de levantarse.

Se quedó mirando el lecho vacío muy seriamente. Por fin qué podía quedarse con ella sin nadie que las molestara, y ahora iba y se marchaba de su habitación. Pero de seguro que no tardaría. Probablemente había ido al servicio.

Así que se sentó sobre un sillón que había en una esquina y se quedó ahí, de brazos cruzados, a esperar.

No sabía el por qué. Pero últimamente notaba como que Charlie la evitaba. O más bien la notaba un poco rara cuando estaba a su lado. Y no es que estuviera celosa ni nada por el estilo (o al menos eso pensaba ella). Sino que le hacía sentir como si estuviera triste o melancólica por algo que desconocía. Algo que a lo mejor tenía que ver con alguna persona en cuestión. Cuyo afecto era inalcanzable y la pobre no podía conseguirlo... ¿Sería eso?

*
Charlie decidió darse una vuelta por los pasillos del castillo para despejarse. Aparte de que no tenía ganas de ver a Vaggie con esa actitud de sobreprotección. No le hizo demasiada gracia que echara a Alastor de casa de ese modo. Puede que él fuera un miserable y un arpía malvado. Pero no quería hacerle nada malo. Sólo había ido a ver cómo se encontraba. Ya está. ¿Tanto sospecha de ella como para que se ponga así con cualquier persona que le hable? ¿Es que acaso se cree que la va a engañar? Por favor...

Pero por otro lado, no sabía el por qué, a ese demonio asesino en particular le estaba empezando a pillar algo de cariño. Y eso a menudo se notaba un poco. Pero no le quería en sentido amoroso. Sino como a un amigo... ¿O a lo mejor no?

Retiró esos pensamientos absurdos de su cabeza. Y todavía con algo de jaqueca por el desmayo, con la intención de que nadie la viera pasearse por allí, se abrigó bien con el albornoz que pilló de su cuarto y se dirigió escaleras abajo, de puntillas y con sigilo, a la sala de bailes. Lugar al que quería ir para estar sola un momento y así pensar en lo que había visto antes en el templo sagrado.

Nada más entrar allí, contemplando la inmensa sala, repleta de marcos de la familia en sus paredes, intentando no caer en pensamientos negativos que podrían volver a ponerla nerviosa, dudando sobre su origen, se puso a cantar.

CHARLIE
Brilla con la luna...
Todo lo que siempre conocí
Todo lo que quiero...

Se pone a pasearse por la sala. Contemplando cada detalle. Sin perder el deseo de esperanza en su corazón. Convenciendose de que nada de lo que se insinuaba sobre su pasado era verdad.

CHARLIE
Dulce olor de incienso
Salas de alabastro para mí
Todo lo que quiero...

Se coloca en el centro del lugar. Y alza los brazos hacia el techo. Dando una vuelta sobre sí misma. Y sonriendo feliz.

CHARLIE
Este es mi hogar...
Con mis padres y mi novia...
Tal nobleza tal valor...

Su mirada se clava en un retrato. Donde aparecen ella a los cinco años en compañía de su madre. Ambas van vestidas de gala. Y nada más verlo, no pudo evitar el sonreír de felicidad. Pues le traía lindos recuerdos.

 Pues le traía lindos recuerdos

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CHARLIE
No hay otro hogar. Sé que...
Este es mi lugar me ampara su calor
Y si hay alguien que lo dude está en un error...

Conforme danzaba, unas llamas luminiscentes hicieron brillar su cuerpo. Soltando su larga melena rubia al viento. Transformándola en su forma demoníaca.

CHARLIE
Y yo soy la princesa del infierno
La historia en cada muro se grabó
Su heredera soy...

Vuelve a su estado normal rápidamente. Sin perder su linda sonrisa de la cara y poniendo pose de superioridad. Entonces, volviendo su vista al cuadro familiar, mirándolo con gesto de un orgullo que poco a poco se iba apagando en su interior, negó con la cabeza. E intentó pensar que aquello que vio en el templo no era más que una etapa de la vida de su padre que no tenía nada que ver con ella ni con su pasado.

Pero entonces, si eso era así... ¿Cómo es que no pintaron el día de su nacimiento? Como todos los demás miembros de la familia... ¿Por qué sólo había imágenes de ella con la edad de entre uno y siete años en los muros y en los retratos de palacio?

CHARLIE
Sin dudarlo es todo lo que quiero
Todo lo que quiero...

La pobre, confusa por los pensamientos que se le pasaban por su memoria, se terminó sentando en el suelo. Apoyando su espalda contra un muro cercano al cuadro en donde salían su madre y ella. Y en tan sólo treinta segundos, agotada por todo cuanto estaba comenzando a descubrir, se terminó durmiendo de nuevo.

Cayendo en un profundo sueño...

The princess of hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora