Capitulo 16 - El tipo de las antorchas

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Tras salir al jardín, Charlie sintió cómo una brisa fría le acariciaba las mejillas. Haciendo que se pusiera a temblar como una hoja.

Esa noche las temperaturas estaban bastante bajas. Y en el oscuro cielo tenebroso brillaban las rojizas estrellas infernales.

Para llegar hacia donde quería ir, antes tenía que cruzar un frondoso laberinto. Sólo tenía que ir recta para ya y en tan sólo un minuto de duración llegaría.

Mientras caminaba en dirección al pozo del templo, adentrándose en medio de verdes y altos setos, la pobre comenzó a darle vueltas a lo que acababa de soltarle a su madre antes durante el discurso de Lucifer.

Se había pasado mucho con ella. Lo reconocía. Pero es que estaba tan harta de seguir a rajatabla las normas de su familia, y a su vez se sentía tan confusa por los recuerdos que le rondaban por su cerebro, que ya no lo aguantaba más. Y descargó sus problemas.

Le preocupaba pensar lo que luego le dirían sus padres. Pero decidió no pensar en eso. Ahora lo único que deseaba era buscar respuestas. Y esas respuestas las encontraría donde la misteriosa anciana le había dicho que fuera.

Tras salir del laberinto, localizó en medio de la penumbra el pozo justo al lado del templo sagrado. El cual simulaba ser una pirámide maya. Era grande y de exagerada hanchura. Pero no igual de alta que el castillo. En ella había pinturas sobre la historia del reinado de su padre. Además de las tumbas de varios monarcas importantes de la familia.

En un futuro, según la tradición de la dinastía Magne, el cadáver de Lucifer sería encerrado allí. Junto con los demás muertos. Y lo mismo sucederá con Lilith y con su hija. De sólo pensarlo, a Charlie se le helaba la sangre.

Desde pequeña le daba mucho miedo entrar en ese lugar. Y por ahora no se había molestado en explorarlo. No buscaba traumatizarse con los cuerpos inertes de sus antepasados o con las horribles pinturas de las estrechas paredes de su interior. Prefería mejor mantenerse a ralla de lo que escondiera el dichoso templo fúnebre.

Apenas había llegado al pozo, cuando de repente, tras él, surgió una figura enana y delgada. Algo cabezona. La cual llevaba una antorcha encendida por una llama verde muy brillante.

Dicha sombra siniestra, de ojos amarillos, iluminó a la princesa. Parecía ser que se había dado cuenta de su presencia. Y dijo con una voz chillona bastante chistosa:

- ¡Sabía que vendría, su alteza real...! - alzó la antorcha en dirección a su rostro. Dejando ver su identidad. Era un demonio de piel rosada, gran sonrisa, exagerado bigote y pelo blanco y corto. En cuya cabeza asomaban unos cuernos un tanto largos y llamativos - Gladis me ordenó que la esperara aquí... Como bien planeamos antes ella y yo...

Al principio Charlie se asustó un poco. Pues a ese tipo no lo conocía de nada. No era ninguno de los criados de su padre. Ni tampoco algún amigo suyo. Era un desconocido para ella.

Pero al final, armándose de valor, se fue acercando a él a pequeños pasos. Y en pleno camino le preguntó:

- ¿Quien es usted?

Este, acariciándose el bigote con gesto de misterio, le contestó:

- Preciosa mía... Mi nombre es Wally Wackford. Y soy el mercader más prestigioso de todo el infierno... Un simple vendedor ambulante...

Tras estar frente a él, ella, todavía insegura, le dijo con voz temblorosa:

- Usted... ¿Usted es amigo de la anciana que...?

- No exactamente... - le interrumpió este. Meneando su mano libre en plan negativo - Es mi prima segunda... ¡Pero no hablemos de eso ahora...! - señala el templo con la brillante antorcha - ¿Ves esta pirámide?

Esta, sin saber qué pretendía ese raro, tragó saliva y murmuró:

- Sí... ¿Por qué?

Este la miró sonriente y le respondió con voz aterciopelada:

- ¿Quieres saber el motivo de tus recuerdos confusos?

Tras su pregunta, Charlie se quedó boquiabierta. ¿Cómo es que lo sabía?

- Te conozco desde hace mucho, pequeña... - le dijo este. Como si sólo con ver su cara de sorpresa hubiera leído sus pensamientos - Por eso quiero ayudarte a que recuerdes esa noche...

- Eh... - no sabía qué decir. Ni tampoco entendía por qué varios demonios que no conocía ya le habían hablado de eso antes sin que ella jamás se hubiese encontrado con ellos - Por... ¿Por qué?

Wally Wackford le negó con la cabeza. Y sin decir palabra, le puso la antorcha entre sus manos con fuerza. Añadiendo como frase final:

- Tú sólo... - la agarra delicadamente por los hombros y la gira en dirección al oscuro templo - Entra a la pirámide...

La asustada Charlie, sin soltar la luminosa antorcha, miró el grandioso monumento con temor. E iba a preguntarle algo más a ese extraño mercader sobre el motivo por el que tenía que entrar allí. Pero al girar la cabeza hacia atrás para verle, el tipo ya no estaba.

Se había largado.

- ¿Qué leches...? - murmuró. Sintiendo cómo una gota de sudor fría le descendía por la frente.

No tenía ni idea de lo que estaba pasando. Ni por qué ese raro le acababa de ordenar que fuera al interior del templo. Ese lugar al que tanto temía acercara desde su más tierna niñez.

Pero tuvo una corazonada. A lo mejor en ese lugar se esconden las respuestas a sus preguntas relacionadas con sus recuerdos. Pues las pinturas que esconden representan la vida de Lucifer desde que se coronó rey del inframundo. Y probablemente en alguna de ellas esté representado el día en el que llegó al mundo.

Así que, sabiendo que a lo mejor ese raro desconocido se refería a eso, trató de ser valiente. Y sin pensárselo dos veces, con antorcha en mano, entró al templo.

Apenas acababa de meterse ahí dentro, cuando una serie de figuras siniestras comenzaron a rodear el palacio. Paseando por sigilo alrededor del jardín. Sin hacer el más mínimo ruido.

*
El discurso del rey terminó con un "Buenas noches y hasta muy pronto, paletos" y con el himno del infierno sonando a todo trapo. Dando fin al programa.

Lilith y los demás que se encontraban sentados en torno a la mesa aplaudieron con mala gana. Angel Dust y Nifty sólo seguían la corriente para evitar más malos rollos. Y Vaggie por miedo a que su suegra la mirara con malos ojos.

Ya habían pasado siete minutos desde que Alastor fue en busca de Charlie. Y tanto la reina como la celosa de Vaggie ya se estaban comenzando a preocupar un poco. ¿Por qué no regresaban?

Al punto estuvieron de levantarse para ir a buscarlos a los dos. Cuando una música estridente proveniente del jardín les hizo alzar las cabezas. Sacándolos de sus pensamientos de un zarpazo.

Quien no parecía muy sorprendida como los demás era Rosie. La cual se mantuvo tranquila a pesar de la situación.

- ¿Qué coño...? - murmuró Angel Dust. Levantándose de un salto de su silla y dirigiéndose a la salida a paso ligero.

Los demás, también sin saber qué narices era eso, temiendo que fuera un grupo de asaltantes, fueron tras él. Caminando un poco rápido.

¿Qué estaría ocurriendo ahí fuera? Esperaban que no fuera cosa de Alastor y de Charlie...

The princess of hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora