Capítulo 11: Decidir.

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Los adolecentes llegaron a la gran fogata donde todos estaban esperándolos. Marine se acercó rápidamente a Marlene y la abrazó, luego a las dos Improntas que la miraban con una sonrisa y saludó a los chicos con la mano. Un hombre demasiado mayor la miraba con una sonrisa enternecedora y un brillo en los ojos.

Quil se acercó a ella y la tomó de la mano.

—Ven, quiero presentarte a alguien.—Le murmuró en el oído. Ella asintió y lo siguió.

—AUUU.—Aullaron los lobos con diversión al ver como la chica se sonrojo.

—Marine, él es mi abuelo, Quil III.—Presentó

—¿Se llaman igual?.—Preguntó Marine, confundida.

—Así es, jovencita.—Habló el mayor, llamando la atención de ella.—Es una tradición ponerle el nombre "Quil" al primogénito.

Ella asintió con el ceño fruncido, pero sonrió.

—Soy Marine Jones, Señor.—Se presentó la pelirroja, tendiendo su mano al mayor, que gustoso aceptó y estrechó.

—Es un placer conocerla, señorita.—Dijo con su voz avejentada y una sonrisa cariñosa.—Mi nieto ha hablado maravillas de usted, como sus famosas obras de arte.

La chica se sonrojo con Violencia y miro a Quil con una advertencia de que lo regañaria luego. El lobo solo miró a otro lado, causando una risita de parte de su abuelo.

—Espero, que algún día, le gustará hacer un cuadro de lobos.—Dijo el anciano, con una sonrisa.

Ella lo miró y asintió levemente con una sonrisa tímida.

—Ya deja de hostigar a la joven, viejo.—Regañó un hombre en silla de ruedas con cabello negro y largo.—Soy Billy Black, mucho gusto.—Saludó el hombre.

La pelirroja sonrió y saludó al señor, para luego irse con Quil a donde todos estaban. Se sentaron junto a Seth y Ariadna, quienes los miraron con una sonrisa enorme. La manada entera estaba al rededor del fuego, prestando atención a las leyendas que habían oído más de una vez, que contaban los ancianos con tanta emoción. Marine los oía y hacía caras de asombro ante los hechos que los ancianos relataban.

—Las huellas, también conocidas como Improntas, son las compañeras de los Espíritus Guerreros.—Habló el viejo Ateara.—Son la fuerza y la calma del lobo.—Miró a las mujeres humanas que estaban presentes.—Y son las únicas que saben como hacerlos más humanos. Aquellos guerreros que encuentren a sus Improntas, son afortunados, nuestros ancestros jamás se equivocan en la elección de Improntas.

Marine se sintió envuelta en un libro de cuentos, donde las almas gemelas se encontraban y el amor verdadero existía. Sin saber que todo aquello, era real.

Los ancianos dieron por terminada la fogata a la media hora, y los jóvenes fueron a la casa de Marlene. La mujer invitó una ronda de postres y bocadillos a los lobos hambrientos. Marine fue con ellos, ya que aún no era la hora que acordaron sus padres en que volviera. La joven iba hablando con Ariadna de los nuevos videojuegos que comprarían en una semana, y la primera salida que tendrían las chicas a Port Angeles.

 La joven iba hablando con Ariadna de los nuevos videojuegos que comprarían en una semana, y la primera salida que tendrían las chicas a Port Angeles

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Al llegar a la casa Uley, los chicos se tensaron e inventaron una excusa para salir corriendo al bosque, dejando a Leah y a Seth con las chicas. Quil solo alcanzó a abrazar a la joven, para luego salir con sus hermanos en busca de esos malditos vampiros que habían hecho una visita inesperada.

Marine se quedó un rato jugando con Seth y Ariadna a un juego de mesa, hasta que decidió volver un poco antes a casa. Leah fue quien la llevó en el auto de Marlene. El viaje fue tranquilo y callado, la loba iba atenta a cualquier cosa que pasara. La pelirroja se despidió de Leah al llegar, y entró a la casa en silencio.

Camino lentamente a las escaleras, y antes de comenzar a subir, oyó voces en el despacho de su padre que estaba a un lado de las escaleras. No quería ser entrometida, pero cuando oyó su nombre en la conversación, paró en seco y agudizó lo mejor que pudo su oído.

—Marine es la única opción, Valerie.—Dijo su padre, su voz se oía grave, como si estuviera enojado.—Ella debe ser quien salve a esta familia.

—Pero no casándose, Mark.—Dijo su madre, con la voz temblorosa.—Es muy joven, aún debe terminar sus estudios y vivir una vida tranquila.

Un golpe seco hizo que la chica pegara un salto en su lugar. Una bofetada.

—No me contradiga, Valerie.—Gruño el hombre.—Te recuerdo que tú y yo nos casamos a los 16 años porque tus padres estaban por quedar en la ruina.

—Eran tiempos diferentes, Mark.—Dijo la mujer, con la voz débil.—Y está Madison para casarse con el hijo de los Trueballi. El joven tiene 23 años.

—No quieren a la rebelde de Madison, Valerie.—Negó el hombre, golpeando algo. Marine ahogó un grito.—Marine debe casarse con él, y punto final.—Sentenció.

Marine quiso sollozar, pero puso su mano en su boca y subió las escaleras rápidamente y sin hacer ruido. Entro a su habitación y cerró la puerta con seguro, antes de ir a su cama y comenzar a llorar. Ella no quería aquello que sus padres planeaban, incluso creía que sus padres se casaron porque se amaban, pero no, era todo lo contrario. Un porcentaje de su inocencia se fue por el escusado, junto a sus esperanzas de tener una vida normal.

¿En qué año vivían?. Se preguntaba.

Uno debe casarse por amor, no por conveniencia familiar. Se decía.

Esa noche lloró como nunca lo había hecho. Su hermana tenía razón, ella no podía enamorarse de alguien que no cumpliera con el estatus que su familia quería.

Ahí estaba el problema.

Que ya lo hizo.

Se enamoró de alguien que era todo lo contrario de ella. De alguien libre, humilde y muy bueno.

Tomó una decisión.

Desobedecer. No se casaría con nadie si no era por amor, y si debía irse de la casa por desobedecer a sus padres, lo haría.

Recordó la frase que Marlene le había dicho un día:

"Nadie más que tú, puede decir que debes o no que hacer, Mary."

Y sabía que aquella mujer, tenía razón.

Quil, mientras corría en el bosque, sintió que su corazón se rompería. Sabía que su impronta lo necesitaba. Pero ahora no podía buscarla, tenía la oportunidad de matar a esos vampiros que andaban dando vueltas por ahí y no la pasaría por alto. Cuando terminara, se prometió a sí mismo buscarla.

Innocent |4| Q.ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora