Lo único que se escuchó en todo el apartamento fue el estruendo que hicieron las bolsas de comida al caer al suelo haciendo un desastre en el momento en que Abraham las soltó de repente en el aire.
—¿pero que...?— fue lo único que logró articular el rubio mirándonos con horror.
—no es lo que parece— dijimos al unísono alzando las manos para demostrar nuestra inocencia.
Abraham tardó un momento en responder, aún seguía parado en la entrada. Su ceño fruncido, su boca torcida y su mirada alternada entre ambos como si estuviese conectando las cosas tratando de entender lo que pasaba.
—siempre que dicen que no es lo que parece si es justo lo que parece— empezó a decir, su mirada casi traspasandome como cuchillas—, y parece que ustedes dos estaban...
—¡aaahg! Espera, espera— lo detuvo Lía rápidamente levantándose del suelo. Se frotó el puente de la nariz suspirando, tratando de reunir paciencia—. Relájate ¿sí? Si hubiese querido hacer algo con él ya lo habría hecho desde hace mucho.
Los ojos de Abraham casi se salían de sus cuencas mientras que yo me preparaba mentalmente para aceptar que él me mataría en cualquier segundo.
Me sentía como el novio de una chica que había sido atrapado por su suegro haciendo cosas indebidas con su hija.
—mira el desastre que hiciste— vuelve a hablar Lía como si nada, acercándose a su hermano para recoger las bolsas que estaban en el piso— ¿qué hay para comer? ¿Pollo?
Abrió una de las bolsas para revisar su contenido muy tranquilamente y sacó una pieza de pollo frito ignorando la mirada punzante de Abraham que seguía cada uno de sus movimientos, esperando aún una explicación.
Lía masticaba el pollo con lentitud hasta que ya no pudo aguantar más. Volteó los ojos bufando, frustrada.
—Dios, que dramático— murmuró para sí misma. Se giró hacia Abraham con los labios en una línea recta. Tomó una bocanada de aire antes de hablar—. Mateo y yo estábamos hablando y comiendo helado cuando sin querer derrame un poco sobre él, yo solo estaba tratando de limpiarlo ¿ok?
Abraham torció la boca y miró a Lía por unos segundos, como dudando si creerle o no, hasta que sus ojos cayeron sobre mi, pero no de la misma forma relajada en la que miró a su hermana. Casi me aniquiló con sus ojos, pude sentir un cosquilleo en la nuca.
El rubio estaba a punto de hablar cuando su teléfono sonó. Observó de reojo la pantalla y suspiró.
—bien, está bien, te creo— le dijo finalmente a Lía dándose por vencido. Se dio la vuelta para contestar la llamada que aún entraba en su teléfono pero antes de irse volvió a mirarme. Alzó la mano y con dos dedos se señaló los ojos y luego me señaló a mi, amenazadoramente, en un acto que indicaba que me tenía vigilado.
Un frío me recorrió el cuerpo y no pude evitar asustarme. Cuando Abraham notó esto sonrió satisfecho y salió nuevamente del departamento para atender la llamada.
Lía y yo nos miramos y ella no pudo evitar soltar una sonora carcajada.
No pude evitar observarla. Era la primera vez que la veía riendo así. Se doblaba ligeramente y se sostenía el estómago con una mano debido a la risa, mostraba todos sus dientes, unos pequeños hoyuelos se le formaban en las mejillas y sus ojos se volvieron dos líneas. No era la risa más perfecta del mundo pero verla sonreír de esa forma, sin arrugar la cara, fruncir el ceño o soltar frases sarcásticas fue algo nuevo para mí.
No me di cuenta en que momento me había quedado como idiota viéndola hasta que se acercó a mi y se tiró de nuevo en el sofá. Aún sostenía una de las bolsas de la comida y la puso entre ambos. Aún reía ligeramente, echó la cabeza hacia atrás para mirar el techo, pasado unos segundos la risa había acabado y en su lugar había quedado solo una pequeña sonrisa.
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El Juego Del Amor
Teen FictionEse día. Lo recuerdo bastante bien, lo recuerdo tan bien como si hubiese sido ayer, cuando todo comenzó, un día como cualquier otro, tan simple y ordinario que nunca se me ocurrió pensar que conocería a una de las personas más importantes de mi vida...