El conjunto de vivencias colorean tu corazón hasta alcanzar una gama determinada, el cual, definirá todos tus pensamientos, sentimientos y preferencias. Para poder comprender el color, debemos entender de dónde proviene.
¿Qué es lo que reside en el...
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Parejas (o no): TenOi (Tendou x Oikawa), UshiTen (Ushijima x Tendou)
Mundo canon postimeskip
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Era una noche blanca en un día dorado. Las luces se aglutinaban en los bordes de sus pestañas y el pequeño murmullo de las parejas felices brotaba de aquellas callejuelas por las que bajaban ancianos, adultos y adolescentes por igual. La playa estaba cerca; Oikawa podía oler la sal aunque no escuchase las olas. No pudo evitar acordarse de Argentina, de Brasil y del volley playa, y se preguntó si en aquel país europeo también sería habitual celebrar campeonatos y torneos amistosos cualquier día de la semana.
Ni siquiera comprendía por qué no se había planteado nunca tocar el Mediterráneo con los pies, visitar la cuna del turismo mediático y dejarse amoldar por el acento italiano que brotaba desde siempre en las conversaciones privadas de algunos de sus compañeros de equipo. No había planeado ir allí —solo estaba veraneando, aprovechando las horas mientras sus camaradas se ponían al día con una rama italiana de sus familias—, pero ya se sentía tentado a hundir los pies en la arena y dejarse embargar por el ambiente local.
En el extremo más lejano de su mirada, los edificios se rompían y dejaban paso a la inmensidad del mar. Oikawa siguió la pista al ritmo de los chillidos de las gaviotas y pronto brotó ante sus ojos una playa de orillas infinitas. Casi se sentía como en casa.
Al borde de la entrada se acumulaban duchas, baños, puestos de comidas y bebidas e incluso una pista para bailar. No necesitó esforzarse mucho para comprobar que el ocio nocturno habitual también se trasladaba a aquel lugar sin importar la hora del día.
Las luces blancas seguían llenando la noche de un resplandor vibrante. No era sofocante, pero aún se percibían los últimos restos del calor que había bañado la playa horas atrás.
Los puestos no eran un simple chiringuito y un DJ mal seleccionado, sino que se notaba el dinero que había detrás de aquel propio comercio local. De hecho, parecía haber una competición en marcha en aquel momento de elaboración de brochetas. El olor dulzón de las especias y el calor del aceite embargaron sus fosas nasales y no pudo hacer menos que acercarse a observar. No había traído consigo ningún bañador —aún seguía dentro de su maleta con el resto de las prendas que gritaban un "por si acaso" demasiado alto para no facturarla—, pero aún podía participar de aquel pequeño acontecimiento.
