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Hyunjin esquivaba personas en la acera mientras con su mano intentaba llamar a Chris, necesitaba hablar con alguien sobre el lío que en este momento tenía en su cabeza o de lo contrario, explotaría con su pequeño apenas lo viera nuevamente en el d...

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Hyunjin esquivaba personas en la acera mientras con su mano intentaba llamar a Chris, necesitaba hablar con alguien sobre el lío que en este momento tenía en su cabeza o de lo contrario, explotaría con su pequeño apenas lo viera nuevamente en el departamento.

Era la tercera llamada que le hacia al rubio y éste aún no contestaba, soltó un bufido y se decidió por dejarle un mensaje avisándole que iría a verlo, después de todo nunca necesito permiso para ir a ver al australiano.

La melosa voz de Jeongin llamando por los mimos y la presencia de Yeonjun se repetía una y otra vez en su cabeza, apretaba los puños con furia aunque por dentro solo podía escuchar los crujidos que hacía su corazón al romperse y despedazarse en mil pedazos.

No lloraría, al menos no en la calle, se permitiría sollozar todo lo que quisiese en los brazos de Chris, pero no haria el ridículo en la vía pública. Aunque sin darse cuenta, había empezado a soltar pequeñas lágrimas desde el momento que había abandonado el edificio en donde Jeongin se encontraba con el castaño.

Quizás Hyunjin era algo -muy- sensible pero, ¿acaso podían culparlo? Acababa de besar al chico que lo traía loco hace meses, para que luego este huyera de él dejándolo solo en el departamento que compartían sin antes decirle ni una sola palabra. Había ignorado sus mensajes y llamadas, y para terminar este trágico relato, lo había buscado por cielo y tierra para finalmente encontrarlo en la cama de Yeonjun.
Y digamos que Hyunjin es una persona observadora, y había visto como el alto se comía al menor con la mirada cada vez que podía. Su sangre hervía en furia en contraste con su pecho que dolía por haber sido rechazado por su pequeño, mientras su cabeza era un lío entre una parte de él que quería darle una explicación sensata a lo que estaba pasando y justificar las acciones del peliblanco, y otra que le decía que simplemente no era lo suficiente para gustarle a su menor y que se rindiera y ya.

Todo Hyunjin era un caos en este momento, y Chan fue testigo de esto cuando abrió la puerta luego de escuchar los pequeños golpecitos en ésta, recibiendo entre sus brazos a un muy demacrado Hyunjin, quien tenía su naricita, pómulos y ojos rojos debido a las lágrimas, y que tan rápido como se lanzó sobre él comenzó a sollozar como si de un niño pequeño se tratase, escondiendo su rostro en el cuello del mayor mientras con sus brazos se sostenía de Chris para evitar caer.

Chan nunca había visto en ese estado al pelinegro, la última vez había sido cuando él mismo había terminado con el menor y lo había estado consolando un par de horas hasta que por fin pudo llevarlo a su casa.

Intentó tranquilizar a Hyunjin y una vez que el llanto había pasado un poco, lo invito a pasar. Una vez dentro le ofreció algo de tomar, a lo que Hyunjin asintió y entonces el mayor se decidió por prepararle el té de frutos rojos que tanto le gustaba al menor.

—Veo que tus gustos no cambian con el tiempo.—dijo Chris posicionando la taza de té frente a él.

El menor la tomó sintiendo como el calor de la taza lograba calar en sus frías manos, inhalando el dulce aroma de las hierbas que lograban calmar un poco su atolondrada mente. Dejó salir un gran suspiro, realmente se sentía algo cansado luego de haber estado como loco buscando a su menor. Haber llorado por unos buenos minutos también le había quitado bastante de su energía.

Roommate | HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora