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Jeongin se encontraba en su cuarto, observando como las paredes quedaron vacías luego de guardar todas sus pertenencias, después de haber despegado cada póster de sus bandas favoritas de aquellos muros que estaban pintados de un amarillo claro alg...

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Jeongin se encontraba en su cuarto, observando como las paredes quedaron vacías luego de guardar todas sus pertenencias, después de haber despegado cada póster de sus bandas favoritas de aquellos muros que estaban pintados de un amarillo claro algo desgastado por el pasar de los años. Miraba hacia su ropero que ahora habia quedado desocupado después de haber sacado y guardado toda su ropa en la valija.
Se decía a sí mismo que esto no era para siempre, sin embargo, eso no lo consolaba lo suficiente como para evitar que pequeñas lágrimas brotaran de sus ojos.

Jeongin era muy apegado a su mamá y hermanas, ¿cómo se suponía que sería su vida ahora? Viviendo en un departamento para él solo.

Aunque bueno, no realmente solo.
Su madre había hablado con una amiga quién tenía un hijo de la edad de Jeongin, si bien no eran amigos, habían convivido algunas tardes cuando sus progenitoras se juntaban. Lejos de consolarlo, la noticia de que compartiría departamento con un desconocido solo lograba inquietarlo más, pero no se quejó ni dejó a la vista lo no tan conforme que estaba con aquello, bien sabía que el pagarle los estudios y un departamento era un gran esfuerzo por parte de su madre, y si él podía alivianarle eso dividiendo los gastos con otra persona, no se quejaría, por lo mismo aceptó sin rechistar cuando su madre se lo comentó.

Un completo desconocido.

Esas palabras daban vueltas en la cabeza del de blancos cabellos. ¿Y si no se llevaban bien? ¿y si no era amable con él? ¿y si tenía la costumbre de asesinar personas solo por hobby?

No, eso no puede ser. Jeongin sacudió un poco su cabeza para intentar alejar sus tontas inseguridades y aquellas ocurrencias disparatadas acerca de terminar viviendo con un lunático. Después de todo, era el hijo de la amiga de su madre, y su madre no lo dejaría vivir con un asesino, ¿no?

Si lo pensaba mejor, los kdramas no lo hacían parecer tan mal. Jeongin había visto como muchas de las parejas de aquellas series habían comenzado a involucrarse entre sí culpa de una situación nada cómoda en la que los personajes debían convivir si o si, pero bueno, saben que esto es la vida real. Y Jeongin intentaba no ser dramático, después de todo no quería preocupar a su madre, pero no podía evitar sentir nostalgia al tener que abandonar la casa en la cual había crecido.

Visualizó una vez más su habitación algo vacía con ojos tristes, y no pudo evitar que un par de lágrimas brotaran de estos nuevamente antes de abandonar aquel lugar.
Cargó sus valijas al auto y se sentó en el asiento de copiloto junto a su madre, quien le sonrió dulcemente para luego acariciar sus cabellos. Finalmente emprendieron rumbo hacia el aeropuerto, mientras escuchaban música y cantaban todos juntos por una última vez.

Luego de hora y media de viaje llegaron al destino. Jeongin intentó hacer la despedida lo más rápida posible para no largarse a llorar delante de sus hermanas y su progenitora.

—Bueno, supongo que el siguiente avión es el mío.—sonrió intentando alivianar el ambiente, ya que había visto como su madre había empezado a soltar pequeñas lágrimas desde el momento que entraron al aeropuerto.—Ya pueden irse, no es necesario que esperen conmigo. Sé que tienen cosas más importantes que hacer.—el menor intentó mostrarse seguro al decir aquellas palabras aunque tuviera un nudo en su garganta y su voz temblara.

Roommate | HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora