Solo serían dos meses.
Dos largos meses de supuestas vacaciones, ya que en realidad eran parte de un castigo por su comportamiento durante el último año.
De acuerdo, Yuri no se había portado muy bien en el transcurso de su periodo escolar; escudándose en que sus profesores lo odiaban y sus compañeros eran unos idiotas, se saltó varias de las clases y reprobó unas cuatro materias, además de tener unas tres hojas en el archivo donde se detallaba su mal comportamiento y los problemas que había tenido con maestros, funcionarios y alumnos.
Por consecuencia, estaba obligado a tomar de nuevo el curso.
Sin embargo, lo peor fue cuando su mamá quiso castigarlo, Yuri argumentó que ya tenía dieciocho años y que no tenía ningún derecho de hacer eso.
… Claro que a su madre no podría importarle menos la edad de su hijo, y con el poder de “mi casa, mis reglas” lo llevó hasta el pueblo en el que vivía su abuelo.
El problema no era su abuelo, porque Yuri adoraba a su abuelito Nikolai y ojalá pudiera estar más con él, el problema era el pueblo en el que había decidido ir a pasar sus últimos años.
El lugar ni siquiera tenía nombre, y dudaba mucho de que siquiera apareciera en el mapa. Estaba perdido mucho más allá de las zonas rurales de Moscú, donde ni siquiera había electricidad de verdad y ni hablar de una conexión a internet. Había una especie de mercado donde intercambiaban suministros,ya que la poca gente que allí vivía cultivaba su propia comida y tenía sus animales… al parecer, lo más tecnológico que tenían era un camión que llevaba algunas provisiones que no podrían producir y al médico una vez a la semana.
Su madre condujo nueve horas para llevarlo hasta ese pueblucho perdido entre bosques y montañas mientras enumeraba cada uno de sus pecados y cuáles eran los trabajos que tendría que hacer en la casa de su abuelo para expiarlos.
Y ahora, pues, ya llevaba dos semanas en la casona de abuelo, que era demasiado grande para alguien que vivía solo y algo tenebrosa por las noches. Yuri aún no podía habituarse a dormirse a las diez de la noche y levantarse con el sol, pasado las cinco de la mañana.
Apenas ponía un pie afuera de su cama, lo recibía el piso de madera helado en su camino al cuarto de baño, donde el agua salía casi congelada, para lavarse la cara y los dientes. Se ponía sus zapatillas y un suéter sobre el pijama para ir a alimentar a las gallinas y al estúpido gallo que parecía querer picotearle los ojos hasta la muerte; después, debía ir a abrir el ranchito de las tres ovejas y dejarlas para que salieran a pastar en el perímetro designado para eso, lo que también incluía pelear con el perro idiota que insistía en que las ovejas volvieran a su corral.
Luego, tenía que acarrear leña para poder tener una ducha caliente, si no había leña disponible, debía ir por el hacha y cortar lo que fuera necesario. Para ese entonces, su abuelo ya estaba empezando a preparar el desayuno, así que ponía a calentar agua en un gran cazo en la estufa a leña y esperaba tomando un tazón de leche.
El desayuno era contundente porque salían a revisar las pequeñas parcelas plantadas con diferentes comestibles y, después, debían ir caminando durante una media hora bajo el sol que empezaba a calentar cada vez más para dirigirse al mercado para buscar lo que prepararían de almuerzo, de ahí volverían a cocinar, reposarían en el porche con una taza de té caliente aunque el sol del verano los estuviese friendo vivos. Cuando ya sintieran ánimos, se moverían a ver que debían reparar, vigilar a los animales, hacer una lista de lo que debían obtener en el mercado o cualquier cosa que sea para mantenerlos ocupados, a menos que hiciera demasiado calor, en esa caso se quedarían a la sombra de los árboles, mientras su abuelo le contaba historias de cuando él era joven.
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Little Black Ridding Hood [OtaYuri]
FanficEste año Yuri no lo ha hecho muy bien en la escuela, así que su madre decide mandarlo castigado a la casa de su abuelo a las afueras de Moscú. Yuri ama a su abuelito, pero detesta que viva en medio de la nada, en un pueblo que se quedó unos 50 años...