2 | Heaven Knows I'm Miserable Now

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Capítulo 2

Heaven Knows I'm Miserable Now - The Smiths

Sage

Papá: ¿Cómo estás?

Papá: ¿Ya estás otra vez en la universidad?

Papá: ¿Cómo está tu madre?

Leo los mensajes. Decido ignorarlos. Mi padre se acuerda de que tiene una hija una vez cada dos semanas, y la verdad es que ahora mismo no me apetece hablar con él.

Apago el teléfono, dispuesta a deshacer la maleta, pero no me da tiempo siquiera a levantarme de la cama cuando empieza a vibrar otra vez. En la pantalla aparece el contacto de mi padre. Suelto un suspiro y le doy al botón de responder.

—Hola —saludo, intentando forzar alguna emoción en mi voz.

—Hola Sage, ¿cómo estás?

—Bien, ya estoy otra vez en la universidad.

—Me alegro —durante unos segundos se forma un silencio bastante incómodo, hasta que escucho como carraspea —. Oye, te llamaba para... —antes de que pueda seguir la frase, escucho una voz femenina de fondo que lo interrumpe.

Durante unos segundos, que parecen horas, solo se oyen murmullos. Incluso parece que ya no se acuerda de que sigo en la llamada.

—Papá, tengo cosas que hacer —digo, al ver que esto va para largo —. Otro día que no estés ocupado hablamos, ¿vale?

—Espera Sage, en un momento vuelvo a llamarte.

—No puedo papá, estoy ocupada. Ya te llamaré.

Realmente no estoy ocupada, pero no quiero hablar con él.

—Espera... —pide. Suelto un suspiro y me quedo callada, esperando a que diga algo —¿Te va bien que venga a verte este sábado?

Por primera vez, una pequeña sonrisa aparece en mi rostro.

—¿En serio?

—Sí —escucho como suelta una pequeña risa.

—Claro.

—Perfecto cariño, te quiero.

—Y yo a ti.

No decimos nada más y ambos colgamos el teléfono. Llevo dos meses sin ver a mi padre y por fin vamos a vernos otra vez. Aunque nuestra relación haya ido enfriándose con los años, siempre tengo ganas de verlo.

Cuando él vivía con nosotras y éramos una pequeña familia unida, todo iba a bien. Siempre he creído que el padre que tenía cuando era pequeña, era el padre que todo niño merece, pero por desgracia, él ya no es el mismo.

Todo cambió muy de repente, de un día para otro. Recuerdo que fue justo el verano después de graduarme. Yo ya había notado ciertos problemas entre mi madre y él, pero pensaba que eran discusiones normales entre pareja, hasta que me enteré de que mi padre le había puesto los cuernos a mi madre. Se fue de casa, pero se quedó en el pueblo, aunque durante poco tiempo. No pasaron más de dos meses cuando se fue a vivir a la otra punta del mundo.

Dejó de estar para mí cuando lo necesitaba, y yo, con el tiempo, dejé de necesitarlo.

Al principio me llamaba la mayoría de días, con los meses empezó a llamar tan solo dos veces por semana, y al cabo de medio año, solo me llamaba dos veces al mes. Para él eso era suficiente, como si en vez de ser su hija, fuera una amiga lejana a la que no le importaba ver o no ver.

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