7 | This Is The Life

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Capítulo 7

This Is The Life - Amy Macdonald

Sage

Me levanto de la cama ante los golpes de la puerta. Creo que, sea quien sea que esté allí, lleva más de cinco minutos llamando. ¿Es que la gente no entiende las indirectas? Si no abro la puerta al primer golpe, no creo que cueste llegar a la conclusión de que: o no estoy, o no quiero abrir.

—¡Que ya voy! —grito de mala gana finalmente.

Camino perezosamente hasta la puerta y cuando abro, desearía haber seguido durmiendo.

—¿Qué quieres? —lo miro con mala cara.

—¿Me vas a dejar entrar?

—No, son las ocho de la mañana.

—Gracias por informarme sobre la hora —Ryker ni siquiera vuelve a pedir permiso, simplemente pasa por mi lado, rozando nuestros brazos en el proceso, y entra en la habitación.

Cierro la puerta de mala gana.

—Las ocho de la mañana... —repito, aún casi sin creérmelo —. ¿A quién se le ocurre? 

—Cuanto antes empecemos, antes acabaremos.

—Las horas de sueño son importantes igualmente —me siento delante suyo, ya que también se ha tomado la libertad de sentarse en la cama de Michelle.

Ayer pasó la noche en casa de Maddie después de decirle que Ryker vendría.

Me cruzo de piernas en mi colchón y solo lo miro, esperando a que diga algo aunque no lo veo con ninguna intención de hacerlo.

Sigo sus movimientos mientras se quita la chaqueta negra de cuero, quedándose en una camiseta de manga corta del mismo color.

Cuando la deja apoyada en el respaldo de la silla de mi escritorio, me doy cuenta de que ha traído su guitarra. Está bien protegida dentro de su funda, también negra, cómo no. Empiezo a tener la ligera sensación de que le gusta el negro.

—Bueno... —soy yo la que rompe el silencio incómodo mientras me levanto y cojo mi libreta.

Siempre me ha gustado componer en libretas. Es más práctico hacerlo desde el móvil pero me es imposible, por alguna razón siendo que me inspiro y me concentro más cuando tendí un papel y un boli delante.

Vuelvo a sentarme en la cama y me llevo las rodillas al pecho. Noto la mirada de Ryker encima de mí en todo momento.

—La canción podría ser de... —me quedo pensando. Quiero proponer algo antes de que se me adelante, pero no se me ocurre nada.

Ambos nos miramos a los ojos, casi desafiándonos. Si alguien nos viera desde fuera, se daría cuenta al instante de que ninguno de los dos quedemos estar aquí.

—Amor —propongo finalmente.

—Desamor —murmura él, justo a la vez que yo.

¿De verdad? Suelto un resoplido y me cruzo de brazos.

—No voy a hacer una canción de amor —informa, como dando punto y final a la conversación.

—¿Eres de ese tipo? —pregunto, casi divertida.

—¿De qué tipo? —parece indignado e interesado a partes iguales.

—El tipo de chico duro que odia al amor.

Noto que se esfuerza para no sonreír.

—No odio el amor —murmura unos segundos después.

—¿Seguro?

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