Adrenalina y mas linas.
Von Swette
18 de noviembre de 2020
No todos somos libres.
Algunos vivimos con cadenas aun mas pesadas que nosotros. En donde cada paso, te hace doler hasta la consciencia.
Mi vida ha estado rodeada de limitaciones en forma de cadenas, en forma de cosas que he hecho y me pesan. Mis ojos viajan a la pista donde reposa mi vehículo, admirándolo desde lejos, sintiendo como mis cadenas me alejan cada día mas de mi pasión.
—Todos deberíamos tener la libertad de hacer, querer y pensar lo que queramos. Sin miedo a quedar censurados por la sociedad.—Mis palabras son lanzadas al vacío, con la intención de... De nada, no tuve intención alguna.
Llegue a Inglaterra a los 3 años, un ser cautivado por la pista del autódromo desde los 6. En este mundo, no es fácil ser yo, o mejor planteado: no es fácil lidiar con los prejuicios.
Muchos corredores me creen alguien de temer, por el hecho de no establecer amistades con ellos, de huir del foco social. «No puedo permitirlo» que descubran mi identidad seria fatal, no solo seria expulsado del mundo de la Formula 1, si no, que mi padre, me odiaría, se sentiría traicionado y ahí empezaría mi desdicha.
Los vidrios del salón de trofeos me reciben, todas copas de los últimos tres años me pertenecen, cientos de listones, de premios honoríficos, pero...¿me los concederían si supieran quien soy?
Vivo con el miedo constante de ocultar esta faceta, de huirle a todo los que represente la pista.
Mi madre, no fue una pieza clave en mi crianza. Ella simplemente no existió. No conozco el significado de "Mamá", conozco el amor de madre, lo vivo día a día con mujeres que me aman de forma maternal, pero no viví el amor de mi progenitora. Padre nunca habla sobre ella, hace años, tuve la teoría de que era una de las enfermas. Pero simplemente fue una hipótesis, nunca tuve argumentos que lo sustentaran.
Mi camino se ve interrumpido por una de las personas encargadas del Autódromos, mi pista esta lista para las prácticas.
El casco polarizado me recibe, cubriendo mi rostro y cabello, un traje color oliva me recibe «Aun no traen el negro» y emprendo mi marcha.
No necesito de una persona que me indique los giros y las curvas, soy un corredor independiente «No puedo arriesgarme a ser descubierto». El acelerador dispara la adrenalina de mi corazón, el sentir el ruido de los neumáticos sobre el asfalto, el golpeteo en el el pecho cuando doblo una curva y la satisfacción de completar un tiempo sobre la marcha, es una de las mejores sensaciones.
Práctico hasta que los neumáticos fallan, hasta que el combustible escasea, hasta que el sudor me es incontrolable, no soy una persona fracasada. Vivo cada carrera, como si fuese la ultima, como si el día de mañana me descubrieran.
El camino a los vestidores es interrumpido por corredores verde menta «Los odio» su patrocinador paga para conseguirles carreras fáciles, para darles lujos; he recibido varios comunicados de Van Helsine, sus diversas ofertas para unirme a su circo, he negado cada una. No voy a permitir que su “método” arruine la carrera que tanto me he esmerado en labrar.
Salgo del imponente edificio que conforma el Autódromo de Londres, impaciente de huir de ese lugar para evitar fotos mal intencionadas. Mis pies se mueven con agilidad hasta llegar frente a un banquillo, de esos para esperar el trasporte. Mi celular vintage retumba en mi pantalón «Es el celular de Von Swette» abro la llamada sin pensar.
—Señor Von Swette, le informamos que ha sido seleccionado a participar en la Copa Pritz, llevada a cabo el día 20 de diciembre del presente año, le recordamos que es uno de los mayores eventos automovilísticos del mundo y exclusiva para hombres. Le haremos llegar un portafolios al autódromo, con la información y los recaudos necesarios para confirmar asistencia.
La despedida resuena aun en mi cabeza «Buena fortuna señor» Mis pies no lo creen, mis manos se agitan y suelto un grito al cielo, los peatones me contemplan, « Tendré el reconocimiento que siempre he merecido».
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Mis pies se deslizan descalzos en el suelo, mientras celebró internamente mi dicha. «Por fin». El ritmo de Alice Merton me hace girar, y vibrar el pecho.
El sonido de la tetera me saca de mi pequeña danza, el retumbar en mi pecho no cesa.
—¡Sin raíces!.—Exclamo cuando la canción acaba, llevo la taza de té a la mesa y la contemplo.
Mi cabeza comienza a maquinar espacios, momentos e incluso frases que podría decir «No puedo hablar en vivo, reconocerían mi voz». El nudo en la garganta se hace mas grande, «estoy tan cerca. Casi puedo saborearlo»
El reloj marca las 4 de la tarde, mi mente se divide en dos partes, en las dos cosas que tengo que hacer « Podría ir al autódromo, aun tengo tiempo de correr para las practicas amistosas. Necesito que sepan que no he muerto» o «Cumplir con mi deber, ir a realizar mis obligaciones de persona cotidiana». Soy fan de postergar lo agrio de la vida, por lo tanto enfundo mis piernas en el traje de practicas amistosas. «Negro» Ah, como amo tener mis trajes para todo.
La duda me sostiene a la hora de tomar el casco «¿Algún día le quitare el polarizado?».
Las colinas, me reciben «Malditos patrocinadores, creen que yo nací ayer», camino con el casco puesto hasta llegar donde están los demás corredores. Sus rostros son de asombro al verme ahí, junto a ellos, como cualquier corredor normal.
—Ha llegado el dueño de las 10 millones de libras esterlinas. —Comenta uno de los representados del Violeta.
«Imbeciles, tengo mas de 10 millones»
—Corredores, a sus vehículos.— El hombre que me llamo esta mañana, se encuentra sentado en la tribuna como el narrador.
Y ha llegado mi hora.
«Hasta en las practicas los voy a aplastar, para que dejen de subestimarme.»
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¿Y si nos olvidamos de la Corona?
RomanceVanellope Van Helsine, señorita elitista hija de un magnate de la fórmula 1, futura heredera de una de las mejores marcas patrocinantes. ¿Quién no querría estar en su lugar? Su única ocupación en la vida es sonreír, verse bonita, agradar a los corre...