Gerecht limpió sus puños ensangrentados en la toga del monaguillo. Su cuerpo aún caliente, y su mirada perdida en algún lugar del cielo oscuro y apagado que plagaba esa noche, como si los mismos astros quisieran apartar la mirada ante los hechos que sucedían en esta condenada ciudad.
-"Otro que no sabe nada."
Gerecht siguió la mirada del chaval , y mirando a este cielo negro chasqueó la lengua.
-"Quien esté ahí arriba debe estar tremendamente ocupado o pasándolo estupendamente para no querer parar todo este desastre."
Como si estuviera reaccionando a sus propias palabras, unas nubes pasajeras que habían estado ocultando hasta ese momento la Luna, permitieron apreciar atisbos del astro, pero a diferencia de los tonos azulados y tranquilos que solían acompañar a esta, atravesaba el cielo un rojo intenso, brillante, como si la Luna destilara sangre para dejarla caer sobre la Tierra.
-"¿Pero qué...?"
Y en ese momento, la Luna se mostró al completo. Una cara. Una maldita cara adornaba el cielo. Y reía. Reía como un maniaco enfermo asesino ríe al saber que va a poder saciar sus ansias de matar, o al menos eso le transmitía a Tobías. Alzando la cabeza, pudo notar un olor que no le resultaba ajeno. El ambiente apestaba a sangre, y la atmósfera sólo se hacía más pesada. No era la de aquel al que acababa de matar, si no la de otra criatura. La risa hacía eco en la distancia, convirtiendo este horrendo sonido en una fuente indescifrable de encontrar. Todo su ser en ese momento se puso en alerta. Podría haber sido en cualquier parte de la capital, pero algo en su interior le decía que tenía que estar atento.
Era hora de volver a casa. Nada de esto podía ser bueno. Y mientras sus pies seguían las órdenes dadas, Gerecht rezaba internamente, a la espera de que esto fuera algo que afectaba a más personas, y no sólo un signo de que finalmente había perdido el juicio.
Pero esta historia ya ha empezado... Volvamos atrás, concretamente 18 años atrás.
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Donde Mueren las Estrellas
FantasyLa magia está muriendo en el reino de Feigrland. Sólo unos pocos lo han notado, pero las estrellas son cada noche más escasas y el color del cielo está tomando un tono carmesí alrededor de la Luna roja. Muchos sacerdotes hace días que perdieron sus...