Comienzos

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—Oye ¿estás bien?—La voz de la niña que tenía al lado me saco de mi ensoñación. Mire alrededor para ver a todos comiendo y charlando. Me había quedado como una tonta pensando en el.

—Si, solo me quede pensando en lo lindo que se ve todo— Respondí mientras empezaba a llenar mi plato de comida. Tome un poco de jugo de manzana y me dispuse a tomarlo.

—Es cierto, todo se ve maravilloso—Comentó emocionada mientras se levantaba a tomar jugo de calabaza pero lo tira logrando hacer un gran desastre en nuestra parte de la mesa— Oh no

—Tranquila déjame ayudarte—Tome una servilleta y empecé a limpiar con su ayuda— ¿Hueles eso?— Ella negó mientras se concentraba en limpiar la bebida.

Si no estaba mal el jugo olía a una poción, una muy particular en realidad. Tome mi copa y olí su contenido, no percibí olor alguno que no fuera a manzana. Arrugue el ceño confundida, mire hacia la mesa de profesores buscando la mirada Dumbledore, lo encontré observándome con una sonrisa tranquila. Le hice un gesto señalando el jugo pero negó sonriendo divertido.

No le veía la gracia a absolutamente nada, tener poción multijugos en el jugo de calabaza no tenía nada de divertido, podría ser peligroso si se abusan con la dosis, iba a seguir mi conteo de posibilidades peligrosas que podían pasar cuando un grito en la mesa de los tejones me alertó. Tome mi varita de con fuerza y me giré para ver qué ocurría.

Una chica como de tercer año tenía orejas de conejo tan largas que caían hacia atrás, después otro en la mesa de las serpientes la lengua le crecía tanto que termino en la mesa, incluso a unos metros de mi una chica como de último año tenía los dientes de un burro. Una risa escapó de mi garganta involuntariamente, puse mis manos en mis labios para sellar todo indicio de la sonrisa que empezaba a surgir.

En cuestión de segundos el gran comedor se volvió un completo caos, muchas lloraban, otros se reían de sí mismos o de los que tenía más cerca y otros estaban enfadados como en la mesa de los Slytherins quienes tenían mayor número de afectados, apuntaban a un lugar en específico en la mesa de los Leones, me giré buscando donde señalaban encontrándome con 4 chicos muertos de risa.

Mis manos cayeron a mi regazo logrando destapar la inmensa sonrisa que formaron mis labios. Vivos. Esa era la palabra que describía lo que mis ojos presenciaban.

Remus lucia tan alto como siempre pero no tanto como cuando era un adulto, su cara estaba con menos cicatrices que cuando lo conocí. Intentaba esconder su risa pero era inútil, tenía las mejillas sonrojadas y sus ojos miel tenían ese brillo que solo aparecía cuando hacía pequeñas bromas con Sirius.

El que suponía es el padre de Harry tenía los lentes casi caídos y se sostenía el estómago por las risas, el al contrario de Remus no se molestaba en ocultar su diversión, soltando grandes carcajadas. Tenía un gran parecido con Harry, lo único que no coincida era su estatura ya que el Potter mayor es más alto y sus ojos. Los de Harry son de color verde.

Mis puños se apretaron al ver a Peter, no era tan desagradable como en un futuro. Su cabello era algo largo castaño claro y sus mejillas algo regordetas, en las cuales se hacían pequeños hoyuelos, mi vista se dirigió al último. El que sostenía a James en un abrazo por los hombros y reía casi tan fuerte como el.

Sirius. Sin duda era el menos cambiado pero a la vez tenía todo diferente, físicamente seguía casi igual. Alto, su cabello negro le llegaba hasta los hombros pero no tenía tantos rulos como en mi época, tenía una media sonrisa mientras miraba burlonamente a la mesa de las serpientes. Estaba igual solo que más joven y con más vida.

Y eso debía seguir así. Yo haré que eso se mantenga así.

Cuando me vuelvo a fijar en los chicos ya habían parado de reír aunque a duras penas, de la nada se mostraban más serios y viendo hacia los lados. El motivo era claro, la profesora Macgonagall se encaminaba hacia ellos hecha una furia, se paró delante de su mesa y dijo un par de cosas. Los chicos se mantuvieron serios en todo momento, para cuando la profesora se dio vuelta las risas estallaron nuevamente, Macgonagall tenía una cosa de cerdito.

No hay tiempo.     (Época merodeadora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora