Capítulo Diez. "El amarre accidental"

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Al otro día, pensaba dentro de mi inocente cabeza que iba a ser un día igual que los últimos, es decir, sin Tom en la oficina, pero lo inevitable en algún momento debe ocurrir, y fue cuestión de que el elevador se abriera para ver a Tom pasando frente a mi, lo seguí discretamente con la mirada, y luego ignoré eso y caminé a mi oficina, para mi suerte no me vio, iba camino a la oficina de Federico. 

Resoplé, y me adentré a mi oficina, sin antes darme cuenta que la mayoría de las secretarias estaban viéndome, genial.

Me senté en mi escritorio y noté que Greg no había llegado, ya que su maletín no estaba en su escritorio, qué raro. 

El papeleo que debía revisar aún no estaba en mi escritorio, y supuse que debían ir a buscarlo con alguna súper secretaria, empezamos bien el día. 

Salí de mi oficina, como si nada manejando el bajo perfil y me dirigí a la secretaria de Giselle, quien tenía los documentos que debía revisar. 

—Hola—sonreí y ella me miró asustada, resoplé —no voy a despedirte por haberte acostado con Tom 

Noté como su presión se estabilizaba, Dios mío Tom es un asqueroso. 

—Necesito los documentos de las solicitudes de franquicia en la avenida libertad —pregunté y ella asintió

—Señorita Risotto, esos los tiene en revisión vicepresidencia. —comentó 

—¿quién es la secretaria de vicepresidencia?—pregunté y ella negó con la cabeza

—Presidencia y vicepresidencia al igual que tu no tienen secretaria si no asistentes —explicó—y el asistente del señor Montenegro aun no ha llegado, porque llamaron a los asistentes a junta extraordinaria, así que supongo que los tiene el mismo señor Montenegro 

Genial, con razón Greg no estaba. 

Le dediqué una sonrisa a la chica, que por cierto se llamaba, Cristina, me despedí y me dirigí a paso lento a la oficina de Tom. 

Al llegar a su puerta toqué un par veces y oí como desde adentro su voz invitaba a pasar, pero el no sabía que era yo, al entrar y verme se paró de su silla y sonrió metiendo su manos a los bolsillos. 

—Señorita Risotto, que alegría verla por aquí—comentó y lo fulminé con la mirada 

—No puedo decir lo mismo señor Montenegro, vengo por unos documentos, esperaba que pudiera entregármelos 

—Y tu asistente responsable ¿por qué no viene él? ¿me tiene miedo?—preguntó con un tono de voz petulante, el odiaba a Greg 

—Están en una junta, ya deberías saberlo porque tu asistente tampoco está

El esbozo una sonrisa y saco unos papeles del cajón de sus escritorio y los mantuvo en su mano y se acercó a mi, demasiado. 

—había olvidado tu aroma—comentó 

—Pues no te acostumbres de a mucho —dije intentando quitarle los documentos pero él los esquivó 

—Como va el recorte de personal? —preguntó—oí que estás despidiendo a todas las chicas que se han acostado conmigo 

—eso no es cierto 

—Bueno Kate la secretaria lo hizo y también Hannah, la chica de los envíos—confesó 

—Eso no es cierto 

—Estás celosa porque no te deje probar de mi?—dijo con una mirada inquisidora 

—Claro que no—confesé —ella me faltó al respeto, y eso no lo voy a permitir 

El me miró y sonrió 

Un Corazón Roto En Unsberger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora