Capitulo 9

63 6 1
                                    

Un recién nacido lloraba. Mi cuerpo se había compactado a una pequeña delimitación. Decir cuerpo en realidad no es correcto ¿Como decirlo? Es como ponerle ojos a una pared, y tu vista varía independientemente de tu voluntad. Me encontraba estático en una prisión jamás pensada. Quería saber aquello que impedía moverme, mirar a donde me plazca. Solo podía ver hacia arriba y detectar las grandes luces de una noche de invierno.

No sentía frío ni calor, era un ser vivo pasivo dentro de una relidad confusa. Por contraste del cielo supuse que estaba en un prado nevado, copos desiguales caían de lo alto. Una luz anaranjada cortaba el desvelo nocturno.

De pronto me alargue, el niño cesó de gemir. Parte de mi estaba en un grueso roble, mientras que a mis piernas no las localizaba. Mi campo visual aumentó desde mi nueva postura. El crío se reía, estiraba los brazos producto de ser sostenido, y yo me movía a la par.

Había árboles por supuesto. Sus copas eran muy apegadas unas con las otras. Cada rama estaba minuciosamente entrelazada, convirtiendose en el resguardo perfecto para una lluvia de otoño. Cada copo caido pasaba a formar parte de una fina capa blanca en las distintas superficies de la tierra. El fuego estaba colocado debajo de la maraña de hojas que le servían de techo y protección, una decisión astuta.

Lo que me llamaba la atención fue la escena maternal. Jamás presencie un acto en que el amor sea tan palpable. La madre lo mesía con suavidad; la risa y el continuo jugueteo entre ambos era una música que llena el alma. Escuché muy a menudo esa expresión, no se bien que es el alma, puede ser que tenga alguna idea, pero no puedo definirlo; sea como sea, este dicho se aplicó en mi en su entonces.

Fue un lujo vivenciar ese momento. El varoncito estaba tapado por un par de mantas que lo protegían del frío. Recuerdo como volaba el bebé sonreiendo, emitiendo ruiditos que daban a entender que quería un poco más de lo mismo. Yo no tuve una infancia soñada, ningún recuerdo al que me aferre, aunque allí me sentía partícipe del gozo entre los ellos.

Volví a moverme, teniendo así otra perspectiva. Tenía lo que sería una vista inclinada. Todo lo veía, no lo tocaba. Supé que estaba en un grueso roble por sus vetas. No tenía lo que se llamaría visión única, era sorprendente poder ver a mis espaldas aunque no haya mucho por mirar. Mis ojos estaban postrados cerca del comienzo de las ramas de este especimen. Caí en la idea de que aquel árbol sería semejante a los otros, contextualizando así un poco la situación en donde estaba.

La luz de la fogata y de la luna generaba el estar presente y el poder presenciar este momento. Ella sostenía a quien debía ser su hijo, estirando sus brazos hacia arriba. El crepticar de las brasas generaba armonía; las hojas eran acariciadas por la brisa invernal. Habían echo el fuego dentro de un hoyo, evitando así un incendio al entrar en contacto con la hierba seca, apenas una fina capa de humo ascendía.

Algo oscuro estaba junto a mi. No le había prestado ni la más mínima atención en su entonces. Negro cual barril sin fondo, éste se movía vibratoriamente. Tenía un rostro, y unos brazos extendiendose hacia mi. No poseía más dimensión que las letras que estoy plasmando en este papel. No sentía su tacto, tan solo estaba ahí, alterando su figura como el reflejo en el agua. De pronto sus labios empezaron a gesticular, y tras abrir y cerrar lo que sería su boca, habló. Su viz no salió desde donde estaba, sino más bien de otro punto.

- Hay chiquitín ¿Tienes hambre verdad? - sonrió. Me di cuenta porque su espectro achicó la zona del rostro. Lo acercó a su pecho y cambié de forma. Mientras tanto se escuchaba como amamantaba al varón - ¿Cómo te llamaré? - se llevó un dedo hacia su mejilla, pensativa.

Mis ojos iban de arriba para abajo visualizando lo que sucedía. Aquello junto a mi no era más que la sombra de la madre del niño. Usaba un vestido blanco como la nieve de los alrededores. Los flejos revoloteaban tras sus giros; ella giraba sobre sí, y cada vez que lo hacía, yo la acompañaba hasta terminar en el mismo grueso roble.

Una rama crujió, y ya no se donde estaba yo. Eso ocasionó que la mujer voltease junto con su niño en brazos.

Un hombre se aproximó. Supuse que sería el padre. Cuando lo vi quedé anonadado. Un rostro jovial y un aspecto imponente. Era él ¿Quien más? Una gran presión sobre mi pecho impedía poder respirar. Una gran angustia me invadía. No podía ser cierto, estaba alusinando; una broma de mal gusto que golpea duro al corazón y ataca sin razón.

- Querido ¿Donde estabas? Pensé que regresarías dentro de un par de horas, pero te has tomado tu tiempo por lo visto - estaba de espaldas mirandolo.

- Lamento la tardanza pero es difícil hallar algo de comida en altas horas de la noche. Solo pude cazar esto - poca carne que abastecería a una pareja, sería suficiente.

- Alcanzará; ahora sostenlo mientras preparo la comida - lo cogió entre sus brazos y una extraña calidez aprecié.

- Un poco de Grep, una pizca de anís y bastará - tomó una gruesa rama y la peló - Bevaiter - susurró - La corteza fue desapareciendo dejando lugar a la blancura de la madera. Clavó la presa en ella, apoyando todo aquel artefacto en los bordes de la hoguera, dandole lentas vueltas. La pieza iría cociéndose poco a poco y la carne se artiernizaría.

Debía darme cuenta lo que pasaba. Estaba hipnotizado por aquella mujer; su risa y su voz era un encanto. Iba estudiando cada gesto, cada palabra.

- ¿Ya pensaste como lo llamaremos querida?

Ella se acercó, lo estudió meticulosamente - Ozado y desafiante como ninguno - el pequeño intentaba morder a pesar de la ausencia de su dentadura - corromperá toda regla que haya por haber y aprenderá - el dedo fue retirado de su boca, haciendole un gesto de reprobación. Achicó su naricita y frunció su ceño, señal de disgusto - Su nombre será ...

- Xesco - interrumpió el padre.

Su mujer la miró sorprendida - Si le ponemos ese nombre le pesará en el futuro ¿Sabes lo que significa?

- Siento que es el indicado para él.

- Eres joven todavía Lorent pero ya aprenderás y todos los de tu pueblo te tomaran por sabio. Los nombres tienen un propósito. Cada letra que los compone tiene su virtud. No sabemos que don le será otorgado a nuestro hijo.

- Los dones no son más que creencias paganas de mi mundo. No puedes regirte por aquellas tonterías.

- Ya te lo he dicho, soy una Niam, una de las pocas que queda. Desconozco el tiempo que podré esconderme aquí, pero entiende una cosa, ninguna de nosotras permanecería en un lugar más de lo acostumbrado.

- No me interesa de donde eres, solo quiero que estes a salvo. Tu historia esta cargada de dolor, dejame darle un poco de alegría - Lorent estaba a unos palmos de ella - Arrastras contigo una gran carga, solo posala en mi espalda y me haré responsable - la besó.

- Todo aquello lo que conocías esta por cambiar. Ya no verás al día y a la noche de la misma forma que antes. Sabrás entender el ritmo de la vida - ella lo besó - Este niño es el fruto de nuestro amor, un amor impensado ...

- Pero un amor al fin y al cabo - acarició su mejilla. Ella posó su cabeza sobre la mano.

- El futuro aterra y trae consigo nuevas verdades - hizo una pausa - Su nombre será Xesco "el que ha sido liberado" .

El viento sacudió fuerte y el fuego se apagó. El mundo se volvió un poco más confuso para mi, y todo se volvió negro.

El InterpreteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora