⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 17 ⊰⊹ฺ

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Abrazada a su esposo, Soobin observaba fijamente a Seokjin

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Abrazada a su esposo, Soobin observaba fijamente a Seokjin. Como su madre, notaba que algo había pasado y cambiado en él, pero no quería hablar.

Tampoco había logrado sacarle algún tipo de información.

Fue el último en llegar, cuando normalmente era el primero en hacerlo, cuando lo hizo no dio ningún informe solo se encerró en su habitación diciendo que estaba cansado.

—– Amor —– susurró.

—– Aquí estoy.

—– ¿Lograste hablar con Jin? —– Notó la ligera negación de su esposo —– Quiero hablar con él, pero está tan encerrado en sí mismo. Algo tuvo que haberle pasado —– dijo más para sí misma que para Seungho.

Seokjin por su parte, estaba en el jardín mirando las cristalinas aguas que caían libremente en la fuente. Las pequeñas y blancas mariposas reposaban a su alrededor, aleteando suavemente dándole ánimo, algunas revoloteaban intentando regresar al amable y sonriente príncipe, pero, Seokjin no estaba prestando atención a esos aleteos, ni a la buena intención de las mariposas.

Su mente se iba a cierto chico castaño con hoyuelos en sus mejillas.

Le costó caminar sin mirar atrás, mientras dejaba a esa persona que tanto había anhelado encontrar.

No se dio cuenta que golpeó con fuerza el suelo hasta que una cantidad de coloridas mariposas se alzaron por el arrebato, miró a su alrededor y se encontró con la mirada de sus padres.

Desviando la suya suspiró, se comportaba como un niño pequeño, pero ¿Cómo estaría luego de haber dejado a su destinado?

—– Seungho —– éste miró confundido a su esposa que apretaba su brazo con fuerza y una chispa de alegría bailaba en sus delicados ojos claros —– Seokjin lo encontró. Seungho frunció el ceño.

—– ¿A quién? —– preguntó aún más confundido, mirando alrededor del azabache buscando eso que encontró.

—– A su destinado, lo encontró —– Seungho volvió a mirar a su hijo buscando una señal diferente, pero no encontró nada y suspiró.

—– ¿Cómo lo sabes?

—– Le entregué antes de que bajara el collar de las coronas sagradas ¿Lo recuerdas? Ese día que me conociste, dijiste que el collar te había guiado hacia mí.

—– Cómo no recordarlo —– respondió cruzándose de brazos —– Si me dijiste que era tonto y no creías en la ficción ni supersticiones —– Soobin ladeó su cabeza y sonrió.

—– Bueno esos son detalles —– se encogió de hombros —– La situación de Jin me preocupaba mucho —– prosiguió cabizbaja —– Aun sigo sin creer en eso, siendo sincera. Sin embargo, analizando la situación pensé que en algo debía tener fe. Lo medité muchas veces y anoche le coloqué ese collar con las dos coronas antes de irse  suspiró —– y lo único que pude hacer fue orar para que esa noche fuera diferente y encontrara a su faltante —– Regresó su mirada al Rey —– Ahora al verlo, me doy cuenta que sólo carga una parte del collar y una corona.

Seungho asintió con lentitud sabiendo que podía ser cierto, o bueno, para él era totalmente veraz el lazo de unión que tenía ese objeto.

El collar estaba bendecido con el lazo eterno y duradero por lo que, si Seokjin quisiera colocarle el pendiente a una persona que no era su destinado inmediatamente el collar le rechazaría, era imposible que se perdiera al ser bendecido por la eternidad.

Conocía a la perfección las reglas de ese collar.

Ambos guardaron silencio ante la posibilidad, entendiendo así la aflicción de su hijo.

—– Voy a hablar con él —– Dijo Seungho y Soobin asintió —– ¿Por qué no vas a hablar con Taehyung y Jimin? Escuché que hicieron unas cosas que no debían.

Soobin suspiró —–  Sabes lo que hicieron y no los castigas. Los estás mal acostumbrando, Rey Seungho —– Colocó sus brazos en jarra mientras miraba con desaprobación a su esposo —– Voy hacerlo yo, ese comportamiento no se debe tolerar.

—– Son pequeños traviesos, es normal —– Sonrió, pero la ceja enarcada de Soobin le hizo cambiar su expresión —– Está bien, cielo. Eres su madre —– sonrió, aplacando su molestia, la Reina le sostuvo la mirada dura por un momento pero, luego correspondió a su sonrisa dándole un casto beso en los labios para luego ir en busca de los traviesos mellizos. El Rey se acercó a su hijo mayor que acariciaba una pequeña estrella en su mano —– Jinnie —– lo llamó con suavidad.

El pelinegro lo miró de una manera diferente, se veía indefenso y triste.

Vulnerable, fue la primera palabra que pensó el Rey.

Como si el mundo le hubiera caído encima justo después de haberse asegurado que lo sostenía muy bien con sus manos.

Elegantemente Seungho se sentó a su lado en silencio esperando a que hablara, se notaba que quería decir mucho.

Jin acariciaba cada mariposa y estrella que se posaba en sus manos, conteniendo y pensando un poco sus palabras sin salir.

Minutos pasaron, pero el Rey era conocido por su infinita paciencia, por lo que no reaccionó ni le sorprendió cuando Seokjin soltó un quejido de frustración.

—– Papá, no es justo —– dijo mirando la estrella —– Lo había encontrado. Había esperado demasiado para esto, esperé años para encontrarlo y ahora... Ahora que lo encontré... sólo... ¿Debo dejarlo? —– Dejó la estrella en sus piernas y quitó su brazalete de la mano izquierda, la alzó dejándola a la vista del Rey —– Es para mí. Es mi destinado, pero, me siento tan incapaz en esta situación. No quiero obligarlo a venir, pero ni siquiera sé cuándo bajaremos o si podremos hacerlo. No sé si debamos esperar años para volver a vernos y si en ese momento él esté allí, esperándome —– El nudo en su garganta era cada vez más notorio —– Solo quiero estar con él. Me he enamorado, sentí lo que mamá me dijo que sentiría, pero ahora me siento tan mal como si me hubieran arrancado cruelmente lo que en años estaba esperando.

Con el corazón entristecido, Seungho abrazó a su hijo que lloró en su pecho como un niño pequeño aferrado a sus brazos.

El Rey podía sentir el dolor casi agonizante de su hijo.

Sabía que el dolor se volvía más fuerte a causa de la maldición, el dolor de la pérdida era aumentada al doble.

Seungho lo amaba mucho como para soportar verlo de esa manera.

Debía hacer algo por él.

Seriamente lo haría, no dejaría que su hijo sufriera injustamente.

Incluso si eso costaba infringir una regla.

Incluso si eso costaba infringir una regla

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sᵒⁿ ᴏᶠ ᴛʰᵉ ᴍᵒᵒⁿ [ɴᵃᵐᴊⁱⁿ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora