⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 8 ⊰⊹ฺ

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Aun con el sentimiento de nostalgia recordando a Youngjae y a Bambam, hizo el amago de leer el libro, intentando distraer cualquier pensamiento malo, dándole paso a cierto tema.

Hoseok nunca le había hablado mal de los guardianes de la luna. Al contrario decía que se llevaba muy bien con ellos, a veces cuando no podía bajar a la tierra y peleaba con Yoongi, iba a jugar bolos con ellos.

Eso es lo que decía él.

Namjoon se preguntaba como con esas túnicas gigantes podían jugar, en su imagen mental era muy gracioso ver a Hoseok jugando con plumas egipcias en un templo.

Aún más gracioso jugar bolos con esas túnicas.

En el fondo, no creía que ellos se hayan llevado a Youngjae y a Bambam, debía haber algo más. Algo que nadie le podía decir qué era.

Ese algo que nadie sabía qué era.

Su garganta seca le exigió un poco de agua, se levantó de su cómoda silla para ir a buscarla y saciar su sed.

En el trayecto se dio cuenta que había un silencio, uno muy inquietante.

Vio a su alrededor y se asomó por la ventana, las calles estaban solas, las ventanas de las casas cerradas y a duras penas se veían algunas lámparas encendidas. Asustándose, vio el reloj en la pared 9:49 pm.

—– No, no, no. El eclipse, no puede ser. ¡El shampoo! —– Corriendo a la habitación trasera tropezó con el hueco en el suelo cayendo y rompiendo todo a su paso. Algunos frascos de vidrio se rompieron y otros fueron salvados de la mano destructora por poco —– Esto nada más me pasa a mí —– Se levantó del suelo recogiendo todo lo que podía y tratando de no romper más nada. Mark era capaz de golpearlo por el desastre.

Acomodó todo en la parte de atrás, bajó las cortinas, cerró las ventanas, barrió el suelo, todo lo más rápido que pudo y que sus piernas izquierdas le colaboran.

Arregló su bolso, guardó los ungüentos que debía llevarle a su abuela y el libro, con el dibujo de la flor cerrada en las manos.

Revisó el reloj 10:30 pm y frunció el ceño.

—– Ese reloj está en mi contra —– la campanilla de la tienda sonó y un escalofríos le recorrió toda la parte trasera de su cuerpo. Se volteó rápido y se topó con unos ojos sesgados enrojecidos, el cabello largo tapaba la mayoría de su rostro pero no lo suficiente como para saber que había estado llorando —– Jaebum...

—– Nam... —– sonrió tristemente —– Es inevitable no acordarme de él en este día.

—– Jae —– colocó su bolso en la mesa de nuevo.

—– Lo sé, estoy loco. Solo soy un joven que llora por un adolescente. Me siento idiota —– Se acercó a Nam abrazándolo, el castaño le correspondió, dejando que se desahogara.

Después de todo, él no lograba superar por completo la desaparición de Youngjae, con quien había tenido una relación.

Ambos cargaban con problemas, unos graves con ellos mismos que lastimosamente afectaron al otro.

Cinco días antes de que desaparecieran, Youngjae encontró a Jaebum en condiciones no muy lindas, estaba ebrio totalmente desnudo y con varias jóvenes del bar, esa fue la gota que derramó el vaso entre los problemas que se atestaban cada vez más a los que ya tenían.

Jaebum iba a irse de la aldea a otro lugar y no se lo había dicho. Youngjae no tenía a nadie, solo estaba con su primo Bambam, como familia y Jaebum que en ese entonces era el más hermoso regalo que su miserable vida había podido darle.

sᵒⁿ ᴏᶠ ᴛʰᵉ ᴍᵒᵒⁿ [ɴᵃᵐᴊⁱⁿ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora