Impacto

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Oscuro, estancado. El aire estaba estático, el calor no paraba de aumentar. Josuke caminaba a paso tranquilo, era la última ronda antes de cambiar de turno. El uniforme era uno con su espalda baja y el sudor iba creando caminos en su nuca. Era en estos momentos en los que se preguntaba cómo es que su abuelo había durado tantos años en la fuerza. Por lo menos las situaciones tensas te compensaban en adrenalina, las noches como aquella eran las que dejaban sentimientos encontrados.

El oficial Higashikata dio la vuelta en un cruce mal iluminado. A veces recordaba el verano del 99; en aquel entonces era un adolescente que buscaba salvar a sus seres queridos, sin importar el costo. Ahora era un adulto que simplemente se conformaba con la paz que podía traer la vida rutinaria en una localidad pequeña como lo era Morioh. Una pequeña tienda de 24 horas brillaba a un par de metros; estaba a un par de cuadras de su puesto.

Paso a paso, sin prisa. El policía se tomaba su tiempo en caminar el pequeño tramo. Se sabía los edificios de memoria; tienda de 24 horas, calle, casa, tienda de libros, un pequeño callejón, departamentos. Un quejido, luego dos. Josuke podía oírlos desde la tienda de libros. Aún estaba trabajando. Alerta, cabeza fría. El callejón era oscuro, apenas podían distinguirse los contenedores de basura. Al fondo, donde la mirada se perdía se escuchaba el inconfundible sonido de puñetazos. Genial. Justo antes de llegar a cambiar de turno, así son los gajes de oficio.

La lampara de mano iluminó a varios personajes sospechosos. A veces era sorprendente la cantidad de personas que podían entrar en esos lugares tan estrechos. La mirada de Higashikata se cruzó con la de algunos de ellos. Bates, palos, tuberías ¿Era eso un cuchillo? Ahora iba en serio, era momento de sacar a Crazy Diamond.

—Suelten las armas y levanten las manos —Dijo con tono firme. En el suelo podía contar dos personas inconscientes. Parecía que no había nadie grave. Josuke llevó la mano a su radio y llamó a la base para pedir refuerzos y una ambulancia.

Poco a poco las demás personas dejaron caer las armas hechizas y levantaron las manos. Uniformes de su alma mater relucieron en la luz artificial de Josuke. Los muchachos ya no habían alcanzado a escapar y al final terminaron cooperando. Otro día más sin necesidad de recurrir a un stand.

Llamadas telefónicas, regaños y muchas disculpas. La juventud vaya que era rebelde. No hubo casualidades, ni heridos de emergencia. Hasta los chicos que estaban colapsados habían recibido tratamiento médico. Por fin, su turno había terminado y ahora el joven policía podría volver a casa. Era bastante tarde.

Ahora las calles estaban solas. De vez en cuando caminaba algún gato entre las bardas. Los faroles se encontraban parados entre las banquetas desiertas. El calor seguía siendo insoportable. Josuke podía imaginarse la cena y el baño que se daría al llegar. Casi podía sentir el agua corriendo por su cuerpo.

El camino a casa siempre era el mismo desde hacía un par de años. Solo era seguir la avenida hasta llegar a la calle correcta y de ahí quedaba en corto. Probablemente el muchacho podría llegar hasta con los ojos cerrados.

Pronto escuchó el acelerador de un carro a lo lejos. Nada raro, esa avenida era relativamente concurrida a esa hora. El problema fue cuando Josuke vio la camioneta seguir su rumbo hacia el edificio que se encontraba en la esquina, sin la mínima intención de detenerse. Pánico. Alarma. El policía corrió lo más rápido que pudo y entonces, cometió un error de novato. Nunca vio el camión.

El conductor dijo que el chico salió de la nada y se atravesó frente a él, no tuvo tiempo suficiente de frenar. El peatón sobrevivió de puro milagro y por suerte la aseguradora cubría esa clase de incidentes. En el otro carril, un conductor quedó dormido al volante y terminó estrellando su camioneta en el edificio que se encontraba en esa esquina. Los paramédicos se preguntaba cómo es que el muchacho había sobrevivido al impacto del camión. Una persona normal hubiera muerto solamente de ser proyectado a esa velocidad.

Esa noche Higashikata Josuke no llegó a casa para la cena ni tampoco pudo tomar su baño. 

Larga espera (JOSUHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora