25★Tormento

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Hasta que las luces del amanecer traspasaron el cristal de la ventana no me di cuenta del tiempo que había pasado.

Me levanté de modo automático. Me acerqué hasta el corcho donde estaban todas esas imágenes y recuerdos y entendí todo.

El chico que había visto en cada una de sus fotos, según me había dicho, era su hermano, pero fijándome en los demás, lo vi, aquí y allá. Había formado parte de su vida durante mucho tiempo. Y el resto de retazos que ahí se mostraban me lo confirmaban. Las entradas a ese recital de baile serían suyas. Esas flores secas. La letra de una canción escrita a mano.

Él era su pasado y su futuro, su firmamento, yo solo una parte escueta de su presente, una estrella fugaz que tal como llegaba se marchaba.

La luz que se me había otorgado al acercarme a ella había crecido, brillado como nunca y ahora moriría. Regresaría a las tinieblas.

Al aceptarlo algo dentro de mí cambió. Era un sitio oscuro, pero calmado.

Me dejé caer en la cama y me dormí por puro cansancio, ni mi corazón ni mi mente podían más.

Dormité durante horas, en un sueño intranquilo, donde despertaba y caía, una y otra vez.

Miré el reloj, era casi la hora en la que habíamos vuelto a quedar.

Tenía que verla, quería escuchar de sus labios lo que ya sabía, que él era su vida, yo un entretenimiento pasajero.

Cuando llegué a la plaza ya estaban todos y la calma que me había acompañado desapareció. Solo ver su rostro me alteró. La amaba, con toda mi alma, no sería fácil. Verla feliz, riendo con él, ser un simple espectador mientras le acariciaba el brazo y reían, dolía mil demonios.

No sé si alguien me saludo, yo solo tenía ojos para ella. Su mirada se ensombreció al verme.

—¿Puedo hablar contigo? —la agarré del brazo para separarla del resto, no quería que vieran como me derrumbaba. Cuando estábamos lo suficientemente lejos me atreví a hablar —¿Dónde has dormido?

Era un iluso, aún tenía esperanzas, aún quería ver esos ojos una chispa de afecto, algo que me quitara esa angustia.

—¿Acaso te importa? —su voz era hiriente.

—No has estado en tu residencia.

—¿Ahora me vigilas? —estaba molesta.

No sabía cómo preguntárselo, no sabía cómo hacer para que me dijera lo que necesitaba, aunque ni yo mismo sabía qué quería oír.

Se giró pero la agarré de nuevo para que no lo hiciera. Una pizca de esperanza, eso quería.

—No seas tan brusco —vino al rescate el hombre perfecto, y allí me cabreé.

—No te metas, no eres nadie aquí.

Noté una mano en el pecho que luego supe que era de Jin. No me había dado cuenta de lo alterado que estaba, de como había levantado la voz.

—Soy su novio, algo más de lo que tú eres.

Solté por fin a Amanda. Una cosa era temerlo, otra que te lo echaran a la cara. La miré esperando una confirmación.

—¿Es eso cierto?

—Aún no, pero pronto lo volverá a ser —respondió él por ella —Cuando nos alejemos de esto, y sobre todo de ti, volverá a ser feliz.

Intentaba leer esos enormes ojos que antes me habían parecido tan cristalinos, pero en los que ahora solo veía pena. ¿Se apiadaba de mí?

Todo lo que había estado pensando, todo, era verdad. Habían pasado la noche juntos, regresado a una relación, o al menos planteándose una, mientras se reían del estúpido que se había colgado de ella, alguien que no era nadie.

Decalcomanie [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora