17★Confirmación

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Siempre había disfrutado de ir en moto, era una sensación fabulosa, pero ya no era lo mismo, me faltaba algo. Lo mismo ocurriría cuando llegara a mi cama.

Giré en medio de aquella carretera desierta, cambié mi destino.

Aparqué en un lateral del edificio, no podía dejar que me descubrieran. Me escabullí como pude hasta la puerta de su habitación. Me detuve, mi corazón me había llevado hasta allí, pero mi sentido común me había hecho parar, tal vez debería hacer lo correcto e irme.

No sé qué me ocurría con aquella chica. No es que fuera una persona que siempre hiciera lo que debía, al contrario, me metía en problemas por mi testarudez o mi orgullo, o simplemente dejaba que las oportunidades pasaran por mi lado por mi desgana, pero por una vez quería hacerlo bien.

No quería equivocarme con ella, ni cometer errores, pero caía una y otra vez. Hacía lo que no debía y le hacía daño, pero aun así, aunque lo sabía, recaía. No podía alejarme de ella.

Saqué las ganzúas para abrir. Un gesto tan despreciable para llegar hasta ella. Otra vez estaba usando un mal camino, otra mancha eligiendo lo incorrecto.

Entré y con cuidado cerré la puerta. No tardé en acostumbrarme a la oscuridad. Me sentía un enfermo mirándola ahí, dormida y tranquila. Pero una fuerza interna me impulsaba hacia ella. Tal vez fuera oscura. Tal vez fuera solo amor.

Me quité la cazadora y las botas y me tumbé tras ella. La abracé y la acerqué a mí, estaba tan dormida, tan frágil e indefensa en mis brazos que me dio miedo. Besé su cuello, sintiendo su calor, absorbiendo su aroma. El ansia de mi interior se calmó, era la droga que necesitaba para apaciguar mi dependencia. Era enfermo.

—No puedes colarte en mi habitación así como así —un susurro.

Cerré aún más los ojos, rogando que no me echara. El agarré de sus dedos en mi brazo me decían que no lo haría. Solté el aire contenido en mis pulmones.

—No podía dormir.

No quería moverme, temía que cualquier gesto la asustara, como un animal acorralado.

Se giró para ponerse de frente. Su cabeza en mi pecho, junto a ese corazón que solo latía por ella. Nunca dejaría que se fuera. Era egoísta, solo la quería junto a mí.

—He ido a cenar con Tae —me pareció notar un hilo de culpabilidad en su voz.

—Lo sé.

¿Qué pensaría si supiera que había estado espiándolos? ¿Vería lo enfermo que estaba? ¿Me expulsaría de su vida? Es lo que debería hacer.

—Ha insistido en que seamos más que amigos.

—Lo suponía.

La abracé con más fuerza. No, no se la dejaría ni a él ni a nadie.

Aquel era mi lugar. Ni mi habitación, ni la azotea, no eran nada si no estaba ella.

Se separó y me dolió, no quería que lo hiciera, pero sus ojos sobre los míos me hicieron sentirla más cerca aún que cualquier contacto físico. Se apoyó en mi pecho para besarme. Tocaba mi corazón como tocaba mis labios, ambos llenos de amor por ella.

Acaricié su cabello mientras me perdía en sus ojos entre la penumbra de la habitación. La besé con cariño, delicadamente.

Rocé la piel de su espalda, notaba como se estremecía bajo mi toqué, esos leves roces que eran como tocar un pedazo de paraíso.

Nos desnudamos lentamente, regocijándonos en el cuerpo del otro. No quería precipitarme, ese templo merecía ser adorado.

La tumbé desnuda sobre esas sábanas tan blancas como su alma. Acaricié cada resquicio con mis yemas, lo recorrí con mis labios, agradeciendo que alguien tan impuro pudiera sentirla.

Decalcomanie [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora