16★Fugaz

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El día siguiente se fue como empezó, lleno de besos, risas y felicidad. Vimos la tele, cociné algo de pollo que encontré congelado, hablamos, nos abrazamos, nos besamos, e hicimos el amor.

Era feliz. Solo pensaba en el momento en el que todo se jodería.

Y así llegó.

Otra noche durmiendo junto a ella, otra mañana que parecía feliz, otra jornada por delante para nosotros solos. Los demás llegarían por la noche, teníamos aún unas horas para disfrutar de esa dulce soledad.

Me desperté antes que ella, pero aunque el estómago me reclamaba atención la visión que tenía ante mí era suficiente para alimentar mi ser.

—Sé que estás despierta, no disimules, lo sé porque has dejado de roncar.

Frunció levemente el ceño con los ojos aún cerrados.

—Yo no ronco —me golpeó torpemente el pecho y no pude evitar reír, era demasiado adorable.

—Es una especie de ruidito, como un ronroneo realmente.

Al fin abrió sus enormes ojos. Ahí estaba su alma saliendo por ellos, esa alma que tanto adoraba.

Me levanté antes de decir algo de lo que me arrepintiera. Era demasiado pronto. Sin contar con que nunca en mi vida lo había dicho.

—¿Dónde vas? —hizo un puchero involuntario.

—¿No tienes hambre? —en parte era por eso, en parte por no joder el momento.

—Prefiero quedarme un poco más.

Yo no estaría un poco más, estaría toda la vida en esa cama junto a ella. No dudé ni un segundo en regresar a su lado.

Parecía pensativa. Pasaba los dedos por mi estómago, como si tuviera demasiadas cosas en la cabeza. Esas caricias eran tan agradables.

Con ella estaba teniendo muchas primeras veces, y sentir esos cariños era una ellas, de los cientos que quería descubrir. Siempre que otras habían intentado ponerse mimosas conmigo me había parecido tedioso y sin sentido. Ahora entendía que fallaba, no eran la adecuada.

Era ella, la única, nunca había existido ni existiría otra para mí.

¿Era amor? Claro que lo era, no podía negarlo, era tan obvio. La quería.

Estaba aterrado.

—Pareces pensativo —me dijo.

—No comprendo como una chica como tú se ha fijado en un tío como yo.

Sonrió, pero yo no podía apaciguar mis miedos. No lo entendía.

—Lo mismo podría decir yo.

—Hablo en serio —me giré para tenerla de frente —Eres una buena chica, inteligente y bonita, ¿por qué no estás con un chico que te merezca?

—Si te refieres al capitán del equipo, excelente en los estudios, popular y con un impecable futuro, ya lo estuve y no funcionó.

Me acordaba de él, claro que lo hacía, ese cabrón que la tuvo durante años, que pudo ver sus sonrisas, ayudarla con sus problemas, besar sus labios.

—Porque te dejó.

Porque sino seguirías con él, ese era el único motivo.

Nunca me había sentido menos que nadie. En mi mundo, yo estaba por encima de los demás, al menos en lo que me importaba, en lo que no, ni lo sabía, tal vez así fuera también.

Pero aquel tío era todo lo que yo no era, y seguramente mucho mejor para ella que yo. Esa era la única razón por la que estaba conmigo, porque había tenido la jodida suerte de que ese imbécil la dejara. Sino sería él quien sintiera esas caricias, el que la tuviera entre sus brazos. El que hubiese tenido la suerte de planear una vida con ella y yo hubiera sido solo alguien a quien ignorar. Yo solo era un plato que se había encontrado por casualidad, porque su plato principal había tenía la absurdez de salir de su vida.

Decalcomanie [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora