III

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-Brown Eyes-

[Poché POV]

Las calles de Nueva York estaban totalmente oscuras, las débiles luces de faroles eran las únicas que alumbraban las pequeñas calles, claro que las avenidas eran mucho mas luminosas pero también eran un baño de sangre a estas horas, en estas fechas. Solo con saber que estamos atravesando el centro me entran escalofríos, sin duda era el lugar mas peligroso. Solo los mas locos o los mas desafortunados se encontraban por aquí. 

Adrián revisaba por enésima vez su celular, parecía aburrido pero en realidad se que era incapaz de mirar por la ventanilla del coche. Suspire antes de mirar a Johann y sonreí por lo concentrado que se veía mirando al frente.

-Si atropellas a alguien hoy el estado te lo perdona- Dije riendo y él me miro con desaprobación antes de suspirar. 

-No podría vivir sabiendo que mate una persona, por muy mala que sea. Mi conciencia no me dejaría vivir-

-Algunas personas no merecen vivir- Dije mirando hacia la ventanilla donde se veía la ciudad demasiado tranquila.

-Eso no lo decides tú, Poché- Suspire sabiendo que hablaba del imbécil que mató mi hermana, seguramente mi conciencia tampoco me dejaría vivir en paz pero al menos la muerte de mi hermana habría sido vengada. 

No conteste, no quería discutir así que tan solo fije mi mirada en el paisaje exterior al auto. Poco se veía por los pisos y las decenas de tiendas que tapaban pero estaba tranquilo, como si la ciudad estuviera totalmente muerta, sin nadie para habitarla.

-¿Sabes donde vive?- pregunto Adrián cortando el incomodo silencio que se había apoderado del auto en tan solo unos minutos.

-Si Adrián, lo se-

  -No estará en casa, es una perdida de tiempo- Suspire. 

-Pero volver allí ¿tienes un mejor plan?- Se quejo Johann y lo fulmine con la mirada.

-Si tengo. Y no entras tu en el- Dije furiosa antes de obligarlo a parar el auto. -vuelvan a casa. Tu no quieres estar aquí- Dije señalando a Johann. -Y tu no deberías estar aquí- Dije apuntando a mi hermano.

-Poché, no seas idiota- Dijo Johann suspirando y lo ignore abriendo la puerta y saliendo del auto.

-Vuelve al auto María José, estas en mitad de la ciudad. Ven ya-

-No me trates como una niña-

-Tienes que dejar de culparte por la muerte de Vale-

-Sino hubiera salido esa noche, hubiera estado con ella para protegerla- Grite y Adrián empezó a temblar haciéndome retroceder con mis palabras. -No era tu trabajo protegerla Adrián... Era el mío-

-Poché... - Suspiro Johann.

-Tu. Me llevaste fuera-

-Querías participar en la purga, no me culpes- Dijo esta vez elevando el tono de voz.

-Tuve que haberme quedado con ellos- Suspire.

Hace un año, día por día quise participar en la purga anual, recién cumplía dieciocho años y quería purgar mi alma al igual que todos los participantes de la purga. Johann Vera llevaba tres años purgando su alma, sin dejar de ser una de las mejores personas que podía conocer la morena. Porque no mataba por placer, mataba a los monstros aterradores en los que se convertía la gente esa noche. Johann era un tipo de héroe con pistola y una puntería que nunca le fallaba. Ese era su cuarto año, y el primero de Poché, y esa noche ambos salvaron a dos mujeres que se encontraban sin gasolina en mitad de la ciudad, sin armas. Le salvaron la vida a una madre y su hijo quienes iban a ser ejecutados por dos hombres. Y también le salvaron la vida a una pareja de ancianos que no podían defenderse y que fueron atacados en su propia casa. Esa noche salvaron vidas pero Poché perdió a su hermana y eso nunca se lo perdonó. Esta noche era la segunda en la que Poché purgaría su alma, y esta vez por venganza.

-Sube al coche Poché, por favor- Repitió Johann cansado de mi comportamiento, pero sobre todo nervioso por ver llagar alguna de las famosas bandas de asesinos, que solían vagar por la ciudad en la noche de la purga, en busca de víctimas.

Mire a mi alrededor y mi piel se erizo al ver a lo lejos un hombre que miraba fijo en mi dirección con una máscara.  

-Sube Poché- Repito Johann al ver lo mismo que yo, y seguramente saber cual seria mi próximo paso.

Fruncí el ceño analizando aquel hombre que se quedaba totalmente quieto. Estaba a unos doscientos metros, apoyada sobre una pared, los brazos cruzados. Escuché un tiro tras de mí que me sobresalto y cuando me di la vuelta vi el cuerpo de otro hombre con máscara desangrándose a mis pies. Y Johann se encontraba fura del auto con la pistola en las manos.

-Te dije que subieras al puto auto María José- Dijo mas cabreado que antes.

No dije nada, aun observando aquel hombre a mis pies, muerto. Suspire antes de subirme al auto haciendo que Johann encendiera de nuevo el motor en un completo silencio. Me gire hacia atrás en busca de Adrián y entonces me di cuenta de su ausencia y un grito agudo salió de mis labios haciendo que Johann frenara el auto.

-¿Dónde está?- Pregunte antes de salir del auto y volver al cadáver muerto donde estábamos la ultima vez que vi a Adrián. 

-Ni siquiera se bajo del auto ¿Dónde putas está?-

-¡Solo tiene trece años!- Grite. Las lagrimas empezaron a salir.

Alce la vista para ver más allá de donde estábamos parados, y mi mirada se fue directa hasta aquel hombre de la máscara que se encontraba a doscientos metros, seguí allí. No se movió durante unos minutos seguía desafiando con la mirada, después alzo el brazo y me saludo antes de desaparecer entre las sombras de la siguiente de la siguiente calle. 

-Es el. Tiene a Adrián-

-¿Y como lo ha echo?-

-No tengo ni puta idea, pero se que ese imbécil tiene a mi hermano- 

Tenía seis años cundo cundo cargue en brazos a mi hermano recién nacido, cuando mi padre me miro a los ojos fijamente y me dijo que lo tenia que protegerlo con mi vida. Hoy tengo diecinueve y por segunda vez he fallada con mi único trabajo de hermana mayor. Pero no estaba dispuesta a perder a mi hermano, otra vez no.

-Sube al auto y rodea la calle, yo seguiré el mismo camino-

-¿Separados?- Pregunto con inquietud en la voz.

-Es mi hermano Johann-

No tuve que decir mucho más para convencerle y que subiera al auto. Corrí sin hacer demasiado ruido por las calles totalmente silenciosas, seguí el mismo camino que aquel hombre hasta llegar a la esquina de la tercera calle al este de la quinta avenida, quede de frente a una pequeña cafetería. Fruncí el ceño al ver la puerta de cristal rota por completo, pero no me paré. Seguí caminando y tuve que haber seguido caminando cundo escuché el débil grito de socorro de una chica, no tuve que haber retrocedido, pero lo hice.

Volví hacia atrás y entre en la cafetería. Entonces vi tres hombres, una chica con la cabeza baja atada a una silla, llena de sangre, su sangre. Su pelo castaño y alborotado se mezclaba con el color rojo de su sangre. Alzó la vista y entreabrí ligeramente la boca, no era ni el momento ni el lugar pero una fina sonrisa se apodero de mis labios cuando sus ojos se fundieron con los míos. Tenían un color poco común, ojos avellana como el inigualable mar de Venecia, hermosos y brillantes como un amanecer que se ilumina con el sol mas resplandeciente, intenso aunque brillosos por las lagrimas que recorrían ya por todo su rostro. Hubiera segundo admirándola seguramente toda la vida, pero el puñetazo de uno de los hombres me hizo caer hacia atrás, nublando mi vista por unos segundos

-Tenemos visita- Sonrió el hombre de ojos claros, y después mí vista se nublo algo más haciendo que todo a mi alrededor se volviera totalmente negro.







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The Purge || CacheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora