IV

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-Angel-

[Poché POV]

Abrí los ojos con un un inmenso dolor en la boca, un buen despertar sin duda. Abrí lentamente los ojos para poder adaptarme a la débil luz que alumbraban las farolas de la avenida principal. Por un segundo pensé que estaba muerta, después de todo era la noche de la purga, no saldría viva. Pero el dolor se intensificaba con los segundos, tanto en la boca como en mis muñecas, a los segundos me di cuenta que era el efecto de la cuerda demasiad apretada rodeándolas.

-¿Estas bien?- Pensé que era imaginación mía, pero no, era la mismísima voz de un ángel. -Lo siento...-

-¿Por qué? No me has pegado tú- Dije con una fina sonrisa, antes de voltear hacia ella, quedándome embobada por segunda vez en la noche.

-Me oíste gritar-

-Quería ayudar- Dije fundiendo mis ojos con los suyos, eras hermosos y lo eran aun mas sin lagrimas en ellos. Unos segundos pasaron en un completo silencio, por mi parte disfrute observándola.

-Gracias- Dijo antes de bajar la mirada hacia sus tobillos con una simple sonrisa que no tardo en desaparecer.

Los minutos se hicieron algo más pesados, largos e incomodos. Ninguna de las dos sabia lo que pasaría a continuación o al menos no lo sabíamos con certitud. Era extraño el hecho de seguir vivas a estas alturas, debería de ser un juego rápido, en eso consistía la purga. Claro que por juego entendía muertes.

-Me llamo María José, pero me puedes decir Poché- Dije rompiendo el silencio que se había apoderado de ambas durante varios minutos. Su pequeña sonrisa apareció de nuevo, está vez se quedo unos segundos más lo que me dejó observarla sonriendo. 

-Daniela-

Sabia que su nombre seria fura de lo común, al igual que sus ojos, lo que no sabia era que sonaría tan bien saliendo de sus labios. 

-Bien, levantaros- Dijo el primero chico con máscara, debía de ser joven, se le notaba en la voz. Además de pretender ser un profesional cuando su nerviosismo lo delataba.

-¿Por qué no nos han matado ya?¿Dónde nos llevan?- Pregunté pero el chico no contesto a mis preguntas. Nos empujó a ambas hasta fuera de la cafetería, enfrente estaba aparcado una furgoneta se hallaban los otros dos hombres. 

A base de empujones, ambas subimos en la parte trasera de la furgoneta junto al chico. Daniela estaba a mi lado, a unos centímetros, pero aun a esa distancia podía notar el temblor de sus manos. Suspire antes de borrar esos centímetros de distancia, y rozando mi brazo contra el suyo, no se si entendió lo que quise hacer, pero se que después su tembleque disminuyo.  

-¿Puedes decirme al menos a donde nos llevan?- Pregunte y el chico se quedo callado unos segundos antes de suspirar y mover la cabeza de un lado a otro.

-A los ricos no les gusta la caza, para eso estanos nosotros, cazamos y les dejamos en la puerta a sus víctimas. Nos pagan, los matan tranquilamente en sus casas, a salvo de otros peligros-

Mi sangre empezó a hervir en cuanto acabo su pequeño monólogo. ¿Le habrían hecho lo mismo a Valentina? secuestrarla, llevarla hasta alguna casa de ricachones para que ese monstruo la matará.

Después de unos largos minutos, unos cuantos baches y varios giros, la furgoneta se paro. El chico abrió las puertas y nos hizo salir, aun atadas por la cuerda. Por algunas razón no estábamos en algún barrio importante de Nueva York, sino fuera de la ciudad. 

Los dos hombres mayores estaban mas apartados, uno estaba llamando y otro vigilaba la furgoneta. El más joven jugaba con sus dedos, totalmente perdido en sus pensamientos. Una vez que pude deslizar una mano fuera de la cuerda no me fue difícil deshacerme de ella por completo. No tardé más de dos segundos en quitarle la pistola de los pantalones y estamparle una bala en la pierna haciéndolo caer gritando de dolor. El hombre de la furgoneta salió y cogió su pistola para desafiarme pero antes de que se diera cuenta, ya había apretado el gatillo y estaba contra el suelo estaba contra el suelo maldiciéndome.

No tarde en quitarle la cuerda a Daniela y cogerle la mano para llevarla hasta la furgoneta, ambas subimos y cerré las puertas antes de empujar el acelerador con tanta fuerza que pensé que se rompería. 

-¿Cómo... ?- Daniela no había dicho nada en casi diez minutos, y cuando al fin hablo era para expresar lo aun sorprendida que estaba.

-Mucho tiempo en la calle-

-Explique sin meterme en detalles-

-Oh... Gracias de nuevo-

-No tienes porqué darme las gracias, cualquiera habría echo lo mismo-

-No creo, la regla fundamental de la purga es no salvar vidas-

-No suelo seguir las reglas- Dije con un tono mas relajado, a lo largo de mi vida pocas veces había seguido las reglas, esta no sería una excepción. -¿Dónde te llevo?- Pregunte entrando en la ciudad de nuevo, tenia que buscar a Johann y encontrar a mi hermano.

-Pues... No lo se-

-¿Como?-

-Digamos que mi familia ya no me recibirá bien en casa...-

-Oh... -

-Si tienes algo que hacer puedes dejarme de vuelta en la cafetería y ....- 

-No. Quédate conmigo, no nos hará mal que nos acompañemos- De nuevo su sonrisa se apodero de la furgoneta por completo, robándome una sonrisa a mi también.

Pocas veces la mire, no quería incomodarla, aunque las veces que deje mis ojos vagar no podía contener la rabia que me entraba cada vez que veía sus heridas. No se quejo, en ningún momento. Tal vez gimió con los baches pero eso fue todo. Admiraba su valentía.

Cuando me canse de dar mil y una vueltas, con la única esperanza de que Johann hubiera encontrado a Adrián y ambos estarían buscándome ahora también, apague el motor en un callejón y Daniela se despertó abriendo los ojos despacio antes de bostezar, haciéndome sonreír.   

-¿Dónde estamos?-

-Bronx-

-¿Porqué te paras?-

-Estoy buscando mi hermano, estaba en un coche con un amigo y yo... Debíamos habernos quedado en casa per.. El caso es que un tipo con máscara lo agarro y... Mi amigo y yo nos separamos para encontrarlo-

-Lo siento.. ¿Te rindes?-

-Oh no, supongo que Johann ya lo habrá encontrado y me estarán buscando, si seguro. Además necesitas desinfectar esas heridas-

-¿Con qué? No tenemos nada aquí-

-Entrare ahí- Dije con una fina sonrisa de lado y ella asintió.

Entrar en una tienda medio abierta era la peor opción durante la noche de la purga, cualquier loco podría estar ahí metido. Pero no podía hacer nada sin móvil para contactar a Johann, pero tampoco podía dejar sangrando a Daniela. No era la mejor opción pero era la única.

-Puede haber cualquiera ahí adentro-Suspiro Daniela justo  antes de que saliéramos de la furgoneta. 

-Si, pero tengo que entrar- Volvió a suspirar pero no dijo nada mas.

Ambas salimos y la escuché quejarse en voz baja por el frio de la noche. Rodeo la furgoneta y ambas caminamos en silencio hasta la pequeña tienda.

-Poché- Dijo sujetándome por el brazo. gire para mirarla -Solo gracias de nuevo-

Sonreí antes de seguir caminando hasta llegar a la puerta de cristal, me agache para ver el interior de la tienda, al menos poder ver si había alguien. Mi cuerpo entero tembló cundo escuche algo caerse, había alguien dentro. Y ese alguien seguramente nos había visto.









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The Purge || CacheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora