Confía en Mí, Granger.

4. Un Instante

"Los instantes que obtengo de ti, únicamente me hacen querer buscarte"

El verano terminó, estamos en el tren camino hacia Hogwarts este hecho fui electo como prefecto lo que en realidad no me interesa ya tengo suficientes ocupaciones con el que no debe ser nombrado estando al mando en mi casa, estoy distante de Blaise y Pansy sentados a mi lado pensando en mi madre quien me obligó a venir para cumplir mi misión a pesar que odio con cada parte de mi dejarla sola en esa casa, esa casa que solo fue reducida a una guarida de mortífagos y yo soy uno de ellos.

De un momento vuelvo a la realidad tratando de unirme a mis amigos en su conversación los que me miraban de manera inquisitiva por estar exhortó en mis pensamientos cuando veo acercarse a una cabeza pelirroja inconfundible y una maraña salvaje de cabello castaño al parecer ambos son prefectos de Gryffindor cuando me ven puedo notar la molestia en ellos por evadir mis tareas como prefectos al igual que ellos.

Hermione esta molesta, tiene fuego en sus ojos y he de admitir que verla así causa algo en mí que realmente no sé de que forma describir pero siento la necesidad de molestarla para contemplar más de ella y de cuanto puede contenerse por lo que decidí mostrarles con una sonrisa abierta mi dedo medio a ella y a Weasley.

Mi gesto logró su cometido y mi corazón se enciende junto con su mirada destilante de furia, y entre ese instante que mi mirada descarada y la de ella se unieron sentí todo desvanecerse y estuve a punto de sonreírle como si fuera una broma privada entre nosotros.

De no ser por Ron Weasley que decidí cruzarse por el frente haciendo que ella se apartará siguiéndolo al pasillo lejos, donde no puedo verla, donde no puedo sentirla o percibirla.

Cuando ellos se fueron todos se rieron burlonamente de sus expresiones mientras retomaban sus conversaciones, muchos hablaban de Quidditch, otras de relaciones interpersonales de otros alumnos. Pansy y Yo nos quedamos hablando un rato mientras Zabini fue solicitado por el profesor Slughorn quien luego de una aparatosa entrada se sentó mientras que yo podría jurar que vi una zapatilla colarse sobre la rejilla de equipaje y luego desaparecer pero descarte la idea al observar y directamente no encontrar nada volviéndome a unirme a los chicos que se reían por que Blaise cayo abruptamente sobre Goyle.

Dejándome llevar por la alegría repentina me recosté sobre las piernas de Pansy, gesto que ella respondió con una gran sonrisa y brillo en sus ojos dejando caer su mano sobre mi cabello.

—Cuéntame, Zabini —pedí a Blaise lleno de curiosidad -. ¿Qué quería Slughorn?

—Sólo trataba de ganarse el favor de algunas personas bien relacionadas —contestó Zabini, que seguía mirando con rabia a Goyle—. Aunque no ha encontrado muchas.

Esa respuesta solo me hizo molestarme y querer saber quienes han sido puestos sobre mí —¿A quién más invitó?

—Un McLaggen, de Gryffindor ...

—Ya. Su tío es un pez gordo del ministerio. —Agregue impaciente

...un tal Belby, de Ravenclaw ...

—¿A ése? ¡Pero si es un mocoso! - intervino Pansy.—

...ya Longbottom, Potter y esa Weasley —terminó Zabini.

Me levante de un salto del regazo de pansy apartando las manos de esta en el proceso marcando mi expresión de incredulidad ante las palabras.— ¿Invitó a Longbottom?

—Supongo, porque Longbottom estaba allí —respondió Blaise con unamueca.

—¿Por qué iba a interesarle Longbottom? —Pregunte desdeñoso pero Zabinisolo me respondió encogiéndose de hombros—. Potter, al maldito Potter, bueno no importa; es lógico que quisiera conocer al «Elegido» —marqué con burla—, pero ¿a esa Weasley? ¿Qué tiene de especial?

—Muchos chicos se sienten atraídos por ella —terció Pansy, observándome de reojo para ver mi reacción que solo fue un ceño fruncido hacia ella—. Hasta a ti te parece bonita, ¿no, Blaise? ¡Y todos sabemos los estándares de belleza que tienes!

—Yo jamás tocaría a una repugnante traidora a la sangre como ella, por muy guapa que sea —replicó Zabini con frialdad, y Pansy sonrió satisfecha. Volví a recostarme en el regazo de la Parkinson y dejé que siguiera acariciándome el cabello sin darle importancia alguna.